La oración es la primera garantía para evitar cualquier actitud de dureza, que inútilmente juzga al pecador y no al pecado
(José M. Vidal/Agencias).- Confesores misericordiosos. Así quiere el Papa a sus curas, cuando se sientan en el confesionario. Y la misericordia se concreta, según Francisco, en evitar la dureza con los penitentes y, además, discerni, rezar mucho y ser humildes e inteligentes. Lo dijo en el discurso dirigido a un grupo de sacerdotes que participan en un simposio promovido por la Penitenciaría Apostólica.
¿Quién es el buen confesor y cómo se convierte en buenos confesores?, les preguntó el papa argentino y aclaró que «uno no se convierte en buenos confesores gracias a un curso, pues la del confesional es una escuela larga, que dura toda la vida»,
Francisco resaltó que un buen confesor debe «principalmente cultivar la oración«, porque sólo así será «reflejo creíble de la misericordia de Dios y evitará las dificultades y malentendidos que a veces también se podrían generar en el encuentro sacramental».
«La oración es la primera garantía para evitar cualquier actitud de dureza, que inútilmente juzga al pecador y no al pecado», agregó.
Para el pontífice, otro punto indispensable es el «don de la humildad», pues, dijo, «permite identificarnos con los sufrimientos de los hermanos y hermanas que se acercan al confesional, y acompañarlos con prudente y maduro discernimiento y con verdadera compasión de sus sufrimientos».
El discernimiento permite «distinguir», es decir, permite «no poner todo en el mismo saco» y es, añadió, «una obra de rápido e inteligente discernimiento que puede hacer mucho bien a los fieles».
«El discernimiento es también necesario porque, aquellos que se acercan al confesionario, pueden venir de muchas situaciones diferentes; también pueden tener trastornos espirituales, cuya naturaleza debe ser sometida a un cuidadoso discernimiento, teniendo en cuenta todas las circunstancias existenciales, eclesiales, naturales y sobrenaturales. Allí donde el confesor se diera cuenta de la presencia de verdaderos trastornos espirituales – que también pueden ser en gran parte psicológicos, y por ello deben ser verificados a través de una sana colaboración con las ciencias humanas -, no dudarán en referirse a aquellos que, en la diócesis, están a cargo de este delicado y necesario ministerio, a saber, los exorcistas. Pero éstos deberán seleccionarse con gran cuidado y mucha prudencia».
Agregó que «confesar es prioridad pastoral» y lamentó que en las parroquias haya carteles donde pone: «Se confiesa sólo los lunes, y miércoles a partir de tal hora a tal hora».
«Se confiesa cada vez que te lo piden. Y si te quedas allí rezando, estás con el confesionario abierto, que es el corazón de Dios abierto», destacó.
Y por último, tras aseverar que el confesional es un verdadero y propio «lugar de evangelización», porque «no hay evangelización más auténtica que el encuentro con el Dios de la misericordia», el pontífice señaló que el confesional es, en consecuencia, un lugar de formación, y por este motivo en el breve diálogo con el penitente, el confesor está llamado a discernir qué cosa sea más útil, e incluso necesaria, en el camino espiritual de aquel hermano o hermana. En definitiva, es una obra «de rápido e inteligente discernimiento que puede hacer mucho bien a los fieles».