Sientan fuerte dentro de ustedes la responsabilidad de lanzar la buena semilla del Evangelio en la vida del mundo, a través del servicio de la caridad, compromiso político, la pasión por la educación y la participación en el desarrollo cultural
(Jesús Bastante).- Este Papa no se cansa nunca. Apenas unas horas después del histórico e intenso viaje a Egipto, Francisco regresó, con fuerzas renovadas, a la plaza de San Pedro, para participar en la fiesta del 150 aniversario de la Acción Católica italiana. Sin que apenas se notara un rasgo de agotamiento en su rostro.
La fiesta de los católicos italianos arrancó pocos minutos después de las nueve de la mañana, aunque no fue hasta poco antes de las once cuando Bergoglio hizo acto de presencia, saludando y bendiciendo a las decenas de miles de jóvenes y familias que gritaban y cantaban en la plaza de San Pedro.
En el día en que el Evangelio glosa el pasaje de los discípulos de Emaús, Francisco recalcó la vocación de estos 150 años de Acción Católica, «un camino de fe para muchas generaciones, vocación a la santidad para muchísimas personas: niños, jóvenes y adultos que se han convertido en discípulos de Jesús, y por ello, han tratado de vivir como testigos alegres de su amor en el mundo«.
Una historia «por la que la Iglesia les está agradecida», y que se basa en la apuesta por «vivir juntos el encuentro con el Señor, grandes y pequeños, laicos y pastores, juntos, independientemente de su condición social, de la preparación cultural, del lugar de origen».
«Fieles laicos que en todos los tiempos han compartido la búsqueda de los caminos a través de los cuales anunciar, con las propias vidas, la belleza del amor de Dios y contribuir con su compromiso y competencia, a la construcción de una sociedad más justa, más fraterna, más solidaria«, saludó el Papa, quien agradeció esta «historia de pasión por el mundo y por la Iglesia».
Una «bella historia» que no se puede quedar ahí. «No sirve para mirarse en el espejo, no sirve para ponerse cómodos en el diván«, sino para «ser conscientes de ser pueblo que camina cuidando a todos, ayudando a todos a crecer humanamente y en la fe, compartiendo la misericordia con la que el Señor nos acaricia».
«Los animo a seguir siendo un pueblo de discípulos-misioneros que vive y da testimonio de la alegría de saber que Dios nos ama con un amor infinito, y que junto a Él aman profundamente la historia en la que vivimos», proclamó Bergoglio, quien les llamó a «continuar con su peculiar vocación poniéndose al servicio de las diócesis, en torno a los obispos y en las parroquias, allí donde la Iglesia vive en medio de las personas».
«No se cansen de recorrer el camino a través del cual es posible hacer crecer el estilo de una auténtica sinolidad, un modo de ser Pueblo de Dios en el que cada uno puede contribuir a una lectura atenta, meditada, orante de los signos de los tiempos, para comprender y vivir la voluntad de Dios, con la certeza de que la acción del Espíritu Santo actúa y hace nuevas cada día todas las cosas», aconsejó el Papa.
Así, los invitó a llevar adelante su experiencia apostólica en la parroquia, «que no es una estructura caduca», porque «es presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración», añadió Francisco, quien pidió que «la parroquia no se cierre en sí misma, y tampoco la Acción Católica, sino que ayuda a la parroquia a estar en contacto con las familias y las vidas de las personas, sin convertirse en una larga estructura separada de la gente o un grupo de elegidos que se miran a sí mismos».
«Queridos miembros de la Acción Católica, que cada una de sus iniciativas, cada propuesta, cada camino sea una experiencia misionera, destinada a la evangelización, no a la autoconservación», concluyó el Papa, quien pidió a sus miembros que «sientan fuerte dentro de ustedes la responsabilidad de lanzar la buena semilla del Evangelio en la vida del mundo, a través del servicio de la caridad, compromiso político, la pasión por la educación y la participación en el desarrollo cultural».
«Agranden su corazón para agrandar el corazón de sus parroquias. Sean caminantes de la fe, para salir al encuentro de todos, acoger a todos, escuchar a todos, abrazar a todos», especialmente «en aquel del pobre, el que está herido de lamuerte y busca refugio en nuestras casas, en nuestras ciudades. Nadie puede sentirse exonerado de la preocupación por los pobres y de justicia social«.
«Permanezcan abiertos a la realidad que les rodea. Busquen sin miedo el diálogo con quienes viven al lado de ustedes, con quienes piensan diferente pero que como ustedes desean la paz, la justicia la fraternidad. Es con el diálogo como se puede asegurar un futuro compartido. Es a través del diálogo como construimos la paz, cuidando a todos y dialogando con todos.
«Queridos chicos, jóvenes y adultos de la Acción Católica: ¡vayan y alcancen todas las periferias! Vayan, y allí sean Iglesia, con la fuerza del Espíritu Santo», concluyó Francisco.
Discurso del Papa a la Acción Católica Italiana
Queridos amigos de la Acción Católica
Estoy muy feliz de encontrarlos el día de hoy, tan numerosos y de fiesta por los 150 años de la fundación de su Asociación. Los saludo a todos con afecto, comenzando por el Asistente general y el Presidente nacional, a quienes agradezco las palabras con las que introdujeron esta encuentro. El nacimiento de la Acción Católica Italiana fue un sueño, nacido del corazón de dos jóvenes, Mario Fani y Giovanni Acquaderni, que se ha convertido con el tiempo camino de fe para muchas generaciones, vocación a la santidad para muchísimas personas: niños, jóvenes y adultos que se han convertido en discípulos de Jesús, y por ello, han tratado de vivir como testigos alegres de su amor en el mundo.
Es una historia bella e importante, por la cual tienen muchas razones para estar agradecidos al Señor y por la que la Iglesia les está agradecida. Es la historia de un pueblo formado por hombres y mujeres de todas las edades y condiciones, que han apostado al deseo de vivir juntos el encuentro con el Señor, grandes y pequeños, laicos y pastores, juntos, independientemente de su condición social, de la preparación cultural, del lugar de origen. Fieles laicos que en todos los tiempos han compartido la búsqueda de los caminos a través de los cuales anunciar, con las propias vidas, la belleza del amor de Dios y contribuir con su compromiso y competencia, a la construcción de una sociedad más justa, más fraterna, más solidaria. Es una historia de pasión por el mundo y por la Iglesia, en la que crecieron figuras luminosas de hombres y mujeres de fe ejemplar, que han servido al país con generosidad y coraje.
Tener una bella historia en las espaldas no sirve para caminar mirando hacia atrás, no sirve para mirarse en el espejo, no sirve para ponerse cómodos en el diván. Hacer memoria de un largo itinerario de vida ayuda a ser conscientes de ser pueblo que camina cuidando a todos, ayudando a todos a crecer humanamente y en la fe, compartiendo la misericordia con la que el Señor nos acaricia. Los animo a seguir siendo un pueblo de discípulos-misioneros que vive y da testimonio de la alegría de saber que Dios nos ama con un amor infinito, y que junto a Él aman profundamente la historia en la que vivimos. Así nos enseñaron los grandes testigos de la santidad que trazado el camino de su asociación, entre los que me gusta recordar Giuseppe Toniolo, Armida Barelli, Piergiorgio Frassati, Antonietta Meo, Teresio Olivelli, Vittorio Bachelet. Acción Católica: ¡vive a la altura de su historia!
En estos ciento cincuenta años la Acción Católica siempre se ha caracterizado por un gran amor por Jesús y la Iglesia. También hoy están llamados a continuar con su peculiar vocación poniéndose al servicio de las diócesis, en torno a los obispos y en las parroquias, allí donde la Iglesia vive en medio de las personas.Todo el Pueblo de Dios goza de los frutos de su dedicación, vivida en armonía entre la Iglesia universal y la Iglesia particular. Y en la vocación típicamente laical hacia una santidad vivida en lo cotidiano, pueden encontrar la fuerza y el coraje para vivir la fe, permaneciendo allí donde están, haciendo de la acogida y el diálogo un estilo con el cual acercarse unos a otros, experimentando la belleza de una responsabilidad compartida. No se cansen de recorrer el camino a través del cual es posible hacer crecer el estilo de una auténtica sinolidad, un modo de ser Pueblo de Dios en el que cada uno puede contribuir a una lectura atenta, meditada, orante de los signos de los tiempos, para comprender y vivir la voluntad de Dios, con la certeza de que la acción del Espíritu Santo actúa y hace nuevas cada día todas las cosas.
Los invito a llevar adelante su experiencia apostólica en la parroquia, «que no es una estructura caduca», porque «es presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración». (exhortación apostólica Evangelii gaudium, 28).
Es el espacio donde las personas se pueden sentir acogidas tal y como son, y pueden ser acompañadas a través de un camino de maduración humana y espiritual que los lleve a crecer en el amor por la creación y los hermanos. Esto es válido sólo si la parroquia no se cierra en sí misma, y si tampoco la Acción Católica que vive la parroquia se cierra en sí misma, sino que ayuda a la parroquia a estar «en contacto con las familias y las vidas de las personas, sin convertirse en una larga estructura separada de la gente o un grupo de elegidos que se miran a sí mismos»(ibid).
Queridos miembros de la Acción Católica, que cada una de sus iniciativas, cada propuesta, cada camino sea una experiencia misionera, destinada a la evangelización, no a la autoconservación. Que su pertenencia a la diócesis y a la parroquia se encarnen a lo largo de la ciudad, de los barrios y pueblos. Tal y como ha sucedido en estos ciento cincuenta años, sientan fuerte dentro de ustedes la responsabilidad de lanzar la buena semilla del Evangelio en la vida del mundo, a través del servicio de la caridad, compromiso político, la pasión por la educación y la participación en el desarrollo cultural. Agranden su corazón para agrandar el corazón de sus parroquias. Sean caminantes de la fe, para salir al encuentro de todos, acoger a todos, escuchar a todos, abrazar a todos. Cada vida es una vida amada por el Señor, en cada rostro se ve el rostro de Cristo, especialmente en aquel del pobre, el que está herido de la vida y de quien se siente abandonado, de quien huye de la muerte y busca refugio en nuestras casas, en nuestras ciudades. «Nadie puede sentirse exonerado de la preocupación por los pobres y de justicia social» (ibíd., 201).
Permanezcan abiertos a la realidad que les rodea. Busquen sin miedo el diálogo con quienes viven al lado de ustedes, con quienes piensan diferente pero que como ustedes desean la paz, la justicia la fraternidad. Es con el diálogo como se puede asegurar un futuro compartido. Es a través del diálogo como construimos la paz, cuidando a todos y dialogando con todos.
Queridos chicos, jóvenes y adultos de la Acción Católica: ¡vayan y alcancen todas las periferias! Vayan, y allí sean Iglesia, con la fuerza del Espíritu Santo. La protección materna de la Virgen Inmaculada los sostenga; los acompañe el apoyo y el aprecio de los Obispos, así como mi bendición que imparto de corazón sobre ustedes y sobre la Asociación entera.