"No tengo ninguna fe en esta persona", confiesa el emérito de Hong Kong

El cardenal Zen acusa a Parolin de tener una «mente envenenada» sobre China

El Secretario de Estado "cree en la diplomacia, y no en nuestra fe"

El cardenal Zen acusa a Parolin de tener una "mente envenenada" sobre China
El cardenal Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong Agencias

El Papa Francisco no conoce el verdadero partido comunista en China... Necesita a alguien que lo tranquilice y que calme su entusiasmo

(Cameron Doody).- «Con todos mis años de experiencia directa, tengo que hablar». El cardenal Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong, no se cansa nunca en denunciar los giros que percibe como equivocados en la diplomacia que prosigue la Santa Sede con China. El último: que el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, tiene «una mente envenenada» en lo que se refiere a las relaciones de la Iglesia con el gigante asiático, fruto de una preocupación más con «la diplomacia, y no con nuestra fe».

En una entrevista con Crux, el purpurado chino ha vuelto a acusar al Papa Francisco y a Parolin, su «número dos», de un «entusiasmo» excesivo respecto a la posibilidad de llegar a cualquier acuerdo con el régimen de Pekín.

«El Papa Francisco no conoce el verdadero partido comunista en China», alega Zen, «pero Parolin debe conocerlo. Ha estado [en el Secretariado de Estado] tantos años que debe conocerlo. Puede que esté contento animando el Papa a ser optimista sobre las negociaciones [con China]… pero esto es peligroso. El Papa Francisco necesita a alguien que lo tranquilice y que calme su entusiasmo».

Pero ¿cuál es el motivo, esta vez, por esta cautela que ha mostrado una vez más el purpurado respecto a las negociaciones con China? Zen precisa que no es que esté en contra de un diálogo con Pekín, como muchos observadores han deducido, sino que simplemente reconoce que el diálogo siempre «tiene límites».

«No se puede empezar un diálogo con la idea de que tiene que haber una conclusión. Eso puede que no sea posible», explica el obispo emérito de Hong Kong. En este caso, por ejemplo, sobre el principal escollo para que Roma y Pekín disfruten de una relación más estrecha: el de si debe ser el Papa o las autoridades chinas quien da el placet final a los nombramientos de obispos. En un diálogo, prosigue Zen, «si la otra parte no es razonable, no puede haber una solución razonable: hay que decir ‘Disculpen, hemos fracasado y volvemos a casa'».

A diferencia de este prisma realista sobre el diálogo, alega el cardenal Zen, el que maneja el cardenal Parolin es más parecido a el de ganar a toda costa. «Parece que el Secretario de Estado quiere cualquier solución. Es tan optimista. Es peligroso», puntualiza el purpurado, que tiene tan mala percepción del diplomático italiano que hasta la compartió con el pontífice. «Le dije al Papa que él [Parolin] tiene una mente envenenada. Es muy simpático, pero no tengo ninguna fe en esta persona. Cree en la diplomacia, y no en nuestra fe».

Lo cierto es que, para el cardenal Zen, lo que está en juego entre China y el Vaticano es más que mera política. Se trata para él de las condiciones de la vida de la Iglesia en el país. «La evangelización siempre es posible», explica, «pero en el caso de que se llegara a un mal acuerdo, puede que sea un impedimento para la evangelización y que dé una impresión equivocada de la Iglesia«. Dicho de otra forma: es de vital importancia para el cardenal que la Iglesia no capitule ante Pekín, ya que cualquier concesión de Roma en materia de derechos humanos o libertad religiosa «sería el suicidio» para la comunidad católica en el país.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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