Los bosques y el agua, claves

Los cuatro mandamientos del Papa Francisco sobre el medio ambiente

"Carrera insensata del hombre hacia el progreso a toda costa"

Los cuatro mandamientos del Papa Francisco sobre el medio ambiente
Francisco, Papa del medio ambiente RD

Los impactos ambientales podrían afectar a miles de millones de personas, pero es previsible que el control del agua por parte de grandes empresas mundiales se convierta en una de las principales fuentes de conflictos de este siglo

(Francesco Gagliano, corresponsal en el Vaticano).- 21 marzo, Día internacional de las bosques. 22 marzo, Día internacional del agua … No es casualidad que ambas fechas se celebren tan cerca una de la otra. Sin embargo, son dos ocasiones de reflexión que pasan inadvertidas, indicadas solo marginalmente o bien son temas de intervenciones de científicos, ambientalistas o biólogos.

A veces, demasiado a menudo, pareciera que el cuidado del planeta Tierra, o como dice Papa Francisco nuestra casa común, sea considerado una materia para especialistas de la que se deben ocupar otros, y no una preocupación de todos.

La carrera insensata del hombre hacia el progreso a toda costa se ha realizado dañando el ambiente y la bioesfera, una realidad paradójica, pues la vida, y en particular la gumana, dependen precisamente de este ambiente y de esta bioesfera, dependen del equilibrio maravilloso y frágil del planeta.

Los llamamientos e iniciativas destinados a crear conciencia sobre la necesidad de invertir la marcha de la contaminación irrefrenable, de la deforestación y de los cambios climáticos, concitan grandes consensos en lo inmediato pero luego, desgraciadamente, con el pasar del tiempo, se debilitan o simplemente se olvidan, sobre todo cuando se apagan los reflectores de la prensa; en otras palabras, cuando el tema ya no está de moda.

 


En lo que se refiere a las bosques, es suficiente citar algunos datos para comprender la gravedad de la situación: el 96% de la deforestación afecta a dos de las áreas más boscosas del planeta: Indonesia y la Amazonia. Greenpeace confirma que en el origen de estos fenómenos está siempre la mano del hombre, y casi siempre vinculada con sistemas ilegales como los cultivos intensivos del aceite de palma, los tráficos ilegales de madera o las explotaciones mineras, que provocan una grave contaminación del aire, de las superficies y de las fuentes hídricas.

La FAO recuerda que perder los árboles (en Italia se calcula que existen 11.000 millones, es decir 200 por cada habitante) significa renunciar al futuro y a la vida. Los árboles son reguladores esenciales del clima y permiten ahorrar entre el 20 y el 50 % de la energía usada para la calefacción. Si estos árboles se plantan en las grandes ciudades con criterios científicos estratégicos es posible bajar las temperaturas neutralizando en un 30% la necesidad de aire acondicionado o climatizadores. Los árboles capturan los llamados polvos sutiles y absorben grandes cantidades de CO2 y por ello son el mejor y más eficaz instrumento que el hombre posee para contrarrestar el cambio del clima.

Esta realidad ha hecho crecer enormemente la conciencia sobre la importancia de la protección de las áreas verdes y de la lucha contra la deforestación. Un compromiso que trae ventajas económicas, como demuestran estudios de la State University de New York, en colaboración con la Università de Nápoles (Italia), que confirman que un km cuadrado de superficie forestal en una ciudad, está valorado en un millón de euros..

Por otro lado está la cuestión del agua. Son muchos los que citan a Papa Francisco y los párrafos de la encíclica Laudato si, donde en 4 puntos Jorge Mario Bergoglio desarrolla y expone las idas principales sobre el problema. Estas son las 4 ideas principales:

 

 

1) El agua potable y limpia representa una cuestión de primera importancia, porque es indispensable para la vida humana y para sustentar los ecosistemas terrestres y acuáticos.

Las fuentes de agua dulce abastecen a sectores sanitarios, agropecuarios e industriales. La provisión de agua permaneció relativamente constante durante mucho tiempo, pero ahora en muchos lugares la demanda supera a la oferta sostenible, con graves consecuencias a corto y largo plazo. Grandes ciudades que dependen de un importante nivel de almacenamiento de agua, sufren períodos de disminución del recurso, que en los momentos críticos no se administra siempre con una adecuada gobernanza y con imparcialidad. La pobreza del agua social se da especialmente en África, donde grandes sectores de la población no acceden al agua potable segura, o padecen sequías que dificultan la producción de alimentos. En algunos países hay regiones con abundante agua y al mismo tiempo otras que padecen grave escasez.

 

2) Un problema particularmente serio es el de la calidad del agua disponible para los pobres, que provoca muchas muertes todos los días.

Entre los pobres son frecuentes enfermedades relacionadas con el agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias químicas. La diarrea y el cólera, que se relacionan con servicios higiénicos y provisión de agua inadecuados, son un factor significativo de sufrimiento y de mortalidad infantil. Las aguas subterráneas en muchos lugares están amenazadas por la contaminación que producen algunas actividades extractivas, agrícolas e industriales, sobre todo en países donde no hay una reglamentación y controles suficientes. No pensemos solamente en los vertidos de las fábricas. Los detergentes y productos químicos que utiliza la población en muchos lugares del mundo siguen derramándose en ríos, lagos y mares.

3) Tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado.

Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado. En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la supervivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable. Esa deuda se salda en parte con más aportes económicos para proveer de agua limpia y saneamiento a los pueblos más pobres. Pero se advierte un derroche de agua no sólo en países desarrollados, sino también en aquellos menos desarrollados que poseen grandes reservas. Esto muestra que el problema del agua es en parte una cuestión educativa y cultural, porque no hay conciencia de la gravedad de estas conductas en un contexto de gran inequidad.

 

4) Agua, alimentos y conflictos.

Una mayor escasez de agua provocará el aumento del coste de los alimentos y de distintos productos que dependen de su uso. Algunos estudios han alertado sobre la posibilidad de sufrir una escasez aguda de agua dentro de pocas décadas si no se actúa con urgencia. Los impactos ambientales podrían afectar a miles de millones de personas, pero es previsible que el control del agua por parte de grandes empresas mundiales se convierta en una de las principales fuentes de conflictos de este siglo.

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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