Estamos llamados a cuidar el bien común, a cuidar a nuestros hermanos, especialmente a los más débiles y marginados
(Jesús Bastante).- «Verdaderamente, el Señor ha resucitado». Este fue el grito de las primeras comunidades cristianas. El mismo que este mediodía quiso reivindicar, una y otra vez, el Papa Francisco durante el rezo del Regina Coeli este Lunes de Pascua. Lunes de fraternidad, de construir comunidad.
En su reflexión, el Papa recalcó cómo «la Pascua de Cristo ha hecho estallar en el mundo la novedad del diálogo y de la relación», una novedad «que se ha convertido en una responsabilidad para los cristianos«.
Amarse unos a los otros, ese es el nuevo mandamiento. «Es por eso -explicó el Papa- que no podemos confinarnos en lo privado, en nuestro grupo: estamos llamados a cuidar el bien común, a cuidar a nuestros hermanos, especialmente a los más débiles y marginados. Solo la fraternidad puede garantizar una paz duradera, puede vencer la pobreza, puede extinguir las tensiones y las guerras, puede erradicar la corrupción y el crimen».
Este Lunes de Pascua, llamado también el «Lunes del Ángel», recuerda cómo fue un ángel quien avisó a las mujeres de que Jesús no estaba allí. «Por primera vez se pronuncian las palabras ‘Ha resucitado'», señaló el Papa. «Hay un significado para esta presencia angélica. Así como para anunciar la Encarnación del Verbo, para anunciar la Resurrección no era suficiente una palabra humana, se necesitaba un ser superior para comunicar una realidad tan sorprendente, que quizás ningún hombre osaría pronunciar».
Y es tras este primer anuncio cuando «la comunidad de los discípulos comienza a repetir: Verdaderamente el Señor ha resucitado«. Una frase que Francisco pidió a los fieles repetir en varias ocasiones.
«El día de hoy es un día fiesta y de participación, que suele vivirse en familia. Se advierte la necesidad de reunirse una vez más con los seres queridos y los amigos, para festejar que la fraternidad es el fruto de la Pascua de Cristo, que con su muerte y resurrección ha vencido el pecado que separaba al hombre de Dios, el hombre de sí mismo y de sus hermanos», insistió el Papa, quien añadió que «el pecado siempre separa, siempre genera enemistad«.
Por contra, Jesús, con su resurrección, «ha derribado el muro de separación entre los hombres y ha restablecido la paz, tejiendo una red de fraternidad», que es vital para entender a las primeras comunidades cristianas. «Es importante redescubrir la fraternidad, cómo dar espacio a Jesús, que jamás separa«. Porque, explicó, «no puede haber una verdadera comunión y un compromiso con el bien común y la justicia social sin fraternidad y sin compartir. Sin un intercambio fraterno, no se puede crear una auténtica comunidad eclesial o civil: solo hay un grupo de individuos motivados por sus propios intereses».
En los saludos, el Papa saludó especialmente a los que hoy celebran la Jornada Mundial del Autismo, y volvió a «invocar el don de la paz para todo el mundo», especialmente en «las poblaciones que más sufren a causa de los conflictos». Del mismo modo, renovó su llamamiento para que «las personas secuestradas o injustamente privadas en libertad puedan regresar a sus casas«.