Francisco advierte: "Él nos vence, es más inteligente que nosotros”

«Con el diablo no se dialoga, es un perro rabioso, encadenado, que muerde»

"Es un condenado, un derrotado, que está a punto de morir, pero es capaz de hacer estragos"

"Con el diablo no se dialoga, es un perro rabioso, encadenado, que muerde"
El Papa Francisco, contra el diablo Agencias

Es un seductor. Nos seduce con el paquete sin dejarnos ver qué cosa hay dentro. Sabe presentar sus propuestas a nuestra vanidad, a nuestra curiosidad

(J. Bastante/Vatican News).- «Con el diablo no se dialoga, porque él nos vence, es más inteligente que nosotros». El Papa Francisco advierte, rotundo, sobre los peligros de acercarse al mal, al demonio, durante su homilía en Casa Santa Marta.

«Es un perro rabioso, encadenado, que muerde. Está a punto de morir, pero es capaz de hacer estragos«, subrayó Bergoglio, quien insistió en que «muerde si le haces una caricia». A su vez, explicó cómo luchar y vencer sus tentaciones.

«Podemos decir que está moribundo, pero es, de todos modos, un derrotado«, repitió el Papa, quien recordó que «el diablo es un seductor», que «sabe qué palabras decirnos», y «a nosotros nos gusta ser seducidos»:

«Y él tiene esta capacidad. Esta capacidad de seducir. Por esta razón es tan difícil comprender que es un derrotado, porque se presenta con gran poder, te promete tantas cosas, te trae regalos lindos, bien envueltos. «Oh, ¡Qué hermoso!»; pero tú no sabes qué cosa hay dentro. «Pero, el papel de regalo es lindo…». Nos seduce con el paquete sin dejarnos ver qué cosa hay dentro. Sabe presentar sus propuestas a nuestra vanidad, a nuestra curiosidad».

En efecto, los cazadores dicen que no hay que acercarse al cocodrilo que está a punto de morir, porque con un golpe de cola aún puede matar. Del mismo modo el diablo que «es peligrosísimo»: Se presenta con todo su poder, «sus propuestas son todas mentiras», y «nosotros, tontos, creemos», afirmó el Papa.

 

 

El diablo, efectivamente, «es el gran mentiroso, el padre de la mentira». «Sabe hablar bien», «es capaz de cantar para engañar»: «Es un derrotado, pero se mueve como vencedor». Su luz es fulgurante «como los fuegos artificiales», pero no dura, se desvanece, mientras la del Señor es «suave pero permanente».

Bergoglio insistió, una y otra vez, en que el diablo «nos seduce, sabe tocar nuestra vanidad, nuestra curiosidad y nosotros compramos todo», es decir, «caemos en la tentación». Es, por lo tanto, «un derrotado peligroso». «Debemos estar atentos al diablo», exhortó el Pontífice e invitó, como Jesús, a vigilar, rezar y ayunar. Sólo así – dijo el Papa – se vence la tentación.

Además, el Papa recordó que es fundamental «no acercarse a él» porque como decía un Padre de la Iglesia, es como un perro «enfurecido», «rabioso» y encadenado, pero al cual no se lo debe acariciar porque muerde:

«Si yo sé que si me acerco espiritualmente a aquel pensamiento, si me acerco a ese deseo, si yo voy por ese lugar, o por ese otro, me estoy acercando al perro furioso y encadenado; pero por favor, no lo hagas. ‘Tengo una herida grande…’. – ‘¿Quién te la hizo?’ – ‘El perro’ – ‘Pero ¿estaba encadenado?’ – ‘Y, sí, yo fui a acariciarlo’ – ‘Pero te la fuiste a buscar’. Es así: jamás acercarse porque está encadenado. Dejémoslo allí, encadenado».

Por último, Francisco recordó que debemos estar atentos a no dialogar con el diablo como hizo Eva: «Se creyó la gran teóloga y cayó». Jesús no lo hace: en el desierto, responde con la Palabra de Dios. Expulsa a los demonios, algunas veces les pregunta el nombre, pero no mantiene un diálogo con ellos. De ahí que el Papa haya exhortado firmemente: «Con el diablo no se dialoga, porque él nos vence, es más inteligente que nosotros».

El diablo se disfraza de ángel de luz, pero es «un ángel de sombra, un ángel de muerte»:

«Es un condenado, un derrotado, es uno que está encadenado, que está a punto de morir, pero es capaz de hacer estragos. Y nosotros debemos rezar, hacer penitencia, no acercarnos, no dialogar con él. Y al final, ir a la madre, como los niños. Cuando los niños tienen miedo, van con su mamá: ‘Mamá, mamá… ¡tengo miedo!’, cuando tienen pesadillas… van de su mamá. Ir a la Virgen; ella nos custodia. Y los Padres de la Iglesia, sobre todo los místicos rusos, dicen: en el tiempo de las turbaciones espirituales, hay que refugiarse bajo el manto de la gran Madre de Dios. Ir a la Madre. Que ella nos ayude en esta lucha contra el derrotado, contra el perro encadenado, para vencerlo.

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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