Queridísimos discípulos del Señor en China, la Iglesia universal reza con vosotros y por vosotros, para que incluso en medio de las dificultades podáis seguir confiándoos a la voluntad de Dios
(José M. Vidal).- Tras hablar de la confirmación en la catequesis, el Papa Francisco saludó especialmente a los católicos chinos, pidió que puedam «vivir su fe con generosidad y serenidad» y les invitó a realizar «gestos concretos de concordia y reconciliación, en plena comunión con el Sucesor de Pedro».
Lectura del Evangelio de Lucas: «En aquel tiempo fue Jesús a Nazaret…entró en la sinagoga y se puso en pié para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrrollándolo, leyó el pasaje donde está escrito: ‘El Espíritu del Señor está sobre mí, porue Él me ha ungido y me ha enviado a evangelizar a los pobres'».
Algunas frases de la catequesis del Papa
«Tras la catequesis sobre el bautismo, estos días después de Pentecostés nos invitan a reflexionar sobre el testimonio que el Espíritu suscita en los bautizados»
«Sois la sal de la tierra y la luz del mundo»
«Imagenes que hacen pensar en nuestro comportamiento…de ser sal y luz en las dosis adecuadas»
«El Espíritu es el don que recibimos en la confirmación»
«La confirmación confirma el bautismo»
«Sin la fuerza del Espíritu Santo no podemos hacer nada. Es Él el que nos da fuerza para ir adelante»
«Es bello cómo Jesús se presenta en la sinagoga de Nazaret»
«El Espíritu del Señor está sobre mí…»
«Jesús se presenta en la sinagoga de su aldea como el Ungido por el Espíritu»
«Está lleno del Espíritu»
«Pentecostés es el impulso misionero»
«En el momento de ir a misión, el obispo dice: ‘Recibe el Espíritu Santo que se te dió como don»
«El Espíritu lo llevamos dentro: Está en nuestro corazón y en nuestra alma y nos guía para que seamos sal y luz en dosis adecuadas»
«Me pregunto: ¿Cómo se ve que hemos recibido el don del Espíritu? Si cumplimos las obras del Espíritu»
Texto íntegro del saludo del Papa en español
Queridos hermanos:
Después de las catequesis sobre el bautismo, reflexionamos ahora sobre la confirmación. Este sacramento se llama así porque confirma el bautismo y robustece la gracia bautismal. Se llama también crismación, porque con la unción del crisma se recibe al Espíritu Santo, para que el cristiano se conforme cada vez más a Cristo y se comporte siempre como hijo de Dios.
Cristo fue ungido por el Espíritu Santo, y toda su vida estuvo animada por el Espíritu; de la misma manera, la vida de la Iglesia, y de cada uno de sus miembros, ha de estar guiada por el mismo Espíritu. El Espíritu descendió con su fuerza sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, y recibieron el impulso misionero de entregar sus vidas por la santificación de los hombres, para gloria de Dios. En la confirmación, Cristo nos colma con su Espíritu y nos consagra como testigos suyos, nos hace partícipes de su misma vida y misión. El testimonio cristiano consiste en hacer todo lo que el Espíritu de Cristo nos pide, dándonos su gracia para cumplirlo.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española provenientes de España y América Latina. Con el recuerdo todavía reciente de la pasada fiesta de Pentecostés, pidamos a la Virgen María que nos ayude a ser dóciles al Espíritu Santo, para que sepamos dar a nuestro alrededor un testimonio vivo de santidad y amor, entregándonos en todo momento al bien de los demás. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.
Saludo en italiano
Saludo en italiano
«Mañana, 24 de mayo, es la fiesta de la Virgen María Auxilio de los cristianos, especialmente venerada en Shangai en el santurio de Shesshan (China). La fista nos invita a estar unidos espiritualmete a los fieles católicos que viven en China. Oramos a la Virgen para que puedan vivir la fe con generosidad y serenidad, y para que sepan realizar gestos concretos de fraternidad, concordia y reconciliación, en plena comunión don el Sucesro de Pedro».
«Queridísimos discípulos del Señor en China, la Iglesia universal reza con vosotros y por vosotros, para que incluso en medio de las dificultades podáis seguir confiándoos a la voluntad de Dios. La Virgen nunca os dejará de prestar su ayuda y os custodiará con su amor de madre»
Exhorta a rezar el santo rosario.
Texto completo de la catequesis del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Después de la catequesis sobre el Bautismo, estos días que siguen a la solemnidad de Pentecostés nos invitan a reflexionar sobre el testimonio que el Espíritu suscita en los bautizados, poniendo sus vidas en movimiento, abriéndolas al bien de los demás. Jesús confió a sus discípulos una gran misión: «Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo» (Mt 5, 13-16). Estas son imágenes que nos hacen pensar en nuestro comportamiento, porque tanto la falta de sal como su exceso vuelven poco apetecible la comida, así como la ausencia y el exceso de luz nos impiden ver.
El que puede hacernos realmente sal que da sabor y conserva de la corrupción y luz que ilumina el mundo es solo el Espíritu de Cristo. Y este es el don que recibimos en el Sacramento de la Confirmación o Crismación, sobre el que deseo detenerme y reflexionar con vosotros. Se llama «Confirmación» porque confirma el Bautismo y refuerza su gracia (véase Catecismo de la Iglesia Católica, 1289); así como «Crismación», porque recibimos el Espíritu a través de la unción con el «crisma» -aceite mezclado con fragancias consagrado por el obispo – un término que se refiere a «Cristo,» el ungido del Espíritu Santo.
Renacer a la vida divina en el Bautismo es el primer paso. Por lo tanto es necesario que nos comportemos como hijos de Dios, es decir, que nos conformemos al Cristo que obra en la santa Iglesia, dejándonos involucrar en su misión en el mundo. Esto es lo que otorga la unción del Espíritu Santo: » Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro» (véase Secuencia de Pentecostés). Sin la fuerza del Espíritu Santo no podemos hacer nada: el Espíritu es el que nos da fuerzas para ir adelante. Como toda la vida de Jesús estuvo animada por el Espíritu, así también la vida de la Iglesia y de cada uno de sus miembros está bajo la guía del mismo Espíritu.
Concebido por la Virgen por obra el Espíritu Santo, Jesús emprende su misión después de que, salido del agua del Jordán, es consagrado por el Espíritu que desciende y permanece sobre Él (cf Mc 1,10; Jn 1:32). Él lo declara explícitamente en la sinagoga de Nazaret. ¡Es hermoso como se presenta Jesús, cual es el carnet de identidad de Jesús en la sinagoga de Nazaret! Escuchemos como hace: «El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva»(Lc 4, 18). Jesús se presenta en la sinagoga de su pueblo como el Ungido, El que ha sido ungido por el Espíritu.
Jesús está lleno del Espíritu Santo y es la fuente del Espíritu prometido por el Padre (Jn 15, 26; Lc 24, 39; Hch 1, 8, 2.33). En realidad, en la noche de Pascua el Resucitado sopló sobre los discípulos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo» (Jn 20,22); y en el día de Pentecostés, la fuerza del Espíritu desciende sobre los Apóstoles de forma extraordinaria (véase Hechos 2: 1-4), como sabemos.
El «Respiro» de Cristo resucitado llena los pulmones de la Iglesia de vida y, en efecto, las bocas de los discípulos, «llenos del Espíritu Santo», se abren para proclamar a todos las grandes obras de Dios (véase Hechos 2: 1-11).
Pentecostés – que celebramos el domingo pasado- es para la Iglesia lo que para Cristo fue la unción del Espíritu recibida en el Jordán; es decir, Pentecostés es el impulso misionero a consumir la vida por la santificación de los hombres, para gloria de Dios. Si en todo sacramento obra el Espíritu, de manera especial es en la Confirmación en el cual «los fieles reciben como don el Espíritu Santo » (Pablo VI, Const. ap., Divinae consortium naturae).
Y en el momento de efectuar la unción, el obispo dice estas palabras: «Recibe al Espíritu Santo que te ha sido dado en don»: es el gran don de Dios, el Espíritu Santo. Y todos nosotros llevamos al Espíritu dentro. El Espíritu está en nuestro corazón, en nuestra alma. Y el Espíritu nos guía en la vida para que nos convirtamos en sal justa y luz justa para los hombres.
Si en el bautismo es el Espíritu Santo quien nos sumerge en Cristo, en la Confirmación es el Cristo quien nos llena de su Espíritu, consagrándonos como testigos suyos, partícipes del mismo principio de vida y de misión, según el diseño del Padre celestial. El testimonio que dan los confirmados manifiesta la recepción del Espíritu Santo y la docilidad a su inspiración creativa. Yo me pregunto: ¿Cómo vemos que hemos recibido el Don del Espíritu? Si realizamos las obras del Espíritu, si pronunciamos palabras enseñadas por el Espíritu (véase 1 Cor 2:13). El testimonio cristiano consiste en hacer solo y todo lo que el Espíritu de Cristo nos pide, otorgándonos la fuerza para hacerlo.