Estamos llamados a hacer las paces (...). No debemos permitir que nada ni nadie nos impida que se cumpla este imperativo misionero
(Jesús Bastante).- Francisco ya vuela de regreso a Roma, adonde llegará pocos minutos antes de las diez de la noche. Concluye así el viaje ‘relámpago’ a Ginebra, en el que el Papa ha apostado decididamente por el ecumenismo de acción, de vida, junto al Consejo Mundial de las Iglesias, órgano al que la Iglesia católica todavía no pertenece como miembro de pleno derecho. Todavía.
En su despedida, antes de dirigirse al aeropuerto internacional de Ginebra, Bergoglio invitó a los suizos «que el Señor les acompañe en su camino ecuménico». Al tiempo, el Papa agradeció «sinceramente al Gobierno de la Confederación Suiza por la amable invitación y la exquisita colaboración. Hasta la próxima vez».
Francisco se dirigió también a los habitantes de esa hermosa ciudad, donde – recordó – «hace 600 años residió el Papa Martín V, y que es sede de importantes instituciones internacionales, como la Organización Internacional del Trabajo«, a la vez que destacó que el año que viene conmemorará su centenario de su fundación.
El viaje papal deja algunas frases para la historia, especialmente durante el encuentro con los responsables del resto de iglesias cristianas. «Estamos llamados a hacer las paces (…). No debemos permitir que nada ni nadie nos impida que se cumpla este imperativo misionero», subrayó el Papa antes de tomar el avión de regreso a Italia, y de responder a algunas cuestiones de los periodistas acreditados en el vuelo de Alitalia.
