Piensen en los cementerios de regiones lejanas, en Asia, en África, en Amazonia... cuántos de ustedes están allí y en la lápida se lee que murieron jóvenes, porque se jugaron, jugaron la vida
(Vatican News).- Confianza, anuncio y hermanos. Son las tres palabras sobre las que el Papa Francisco ha reflexionado durante su discurso a los participantes del 18° Capitulo General de la Sociedad del Verbo Divino, con quienes se reunió en la mañana del viernes 22 de junio en la Sala Clementina del Vaticano.
El lema que acompaña a este 18° Capitulo General es «»El amor de Cristo nos urge»: enraizados en la Palabra, comprometidos en su misión». Lema que tiene «un claro sabor paulino y misionero» ha expresado Francisco, y el cual les invita a que en cada rincón del mundo donde estén presentes, vuelvan «a mirar las raíces», a ver «dónde están arraigados» y «cuál es la savia que da vida a sus comunidades y a las obras que realizan».
Tener confianza en el Señor aporta valentía
Lo primero que pidió el Santo Padre fue tener «confianza en Dios y en su divina Providencia», porque el saber abandonarnos en sus manos – aseguró – «es esencial en nuestra vida de cristianos y consagrados». En este contexto además, citó a San Arnoldo, quien estaba convencido de que en la vida de un misionero no hay nada que pueda justificar la falta de valentía y de confianza en Dios, para auspiciarles a no sentir «miedo y cerrazón» y a no poner «frenos y trabas a la acción del Espíritu».
También les invitó a «renovar la confianza en el Señor», «a salir sin miedo» y a dar testimonio «de la alegría del Evangelio», la cual – puntualizó – «hace felices a muchos». Una confianza en el Señor que, por otro lado, les debe ayudar también a «estar abiertos al discernimiento», para examinar la propia vida, buscando hacer la voluntad de Dios en todas sus actividades y proyectos.
Anunciar la Palabra de Dios te convierte en un verdadero misionero
«Proclamar la Palabra de Dios» es esencial para el misionero. Y es por ello – dijo Francisco – que en el corazón de todo Verbita «deben arder como un fuego que no se apaga las palabras de san Pablo»: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!». «El mandato misionero no conoce fronteras ni culturas – dijo el Papa – todo el mundo es tierra de misión».
Es sólo, «asumiendo la Palabra de Dios como fundamento de sus vidas» y dejando que ésta arda en sus corazones, lo que hará, de cada uno de ustedes «un verdadero misionero». Aunque esto – dijo el Papa saliéndose de su discurso – «es un poco desordenado, pero el asunto es ir, después será el orden, más adelante» – y continuó – «pero la vida del misionero siempre es desordenada. Solamente tiene una seguridad de orden: la oración. Y con la oración va adelante«.
Momento del discurso en el que el Papa también aprovechó para alentarles a vivir y dejarse santificar por la Palabra de Dios: «Vivan y déjense santificar por la Palabra de Dios y vivirán para ella».
Una comunidad que camina unida es la mayor evangelización
«Qué hermoso es ver una comunidad que camina unida y donde sus miembros se aman» expresó el Pontífice a los participantes del Capitulo General del Verbo Divino. «Aunque se peleen, aunque discuten» dijo, «porque en toda buena familia que se ama, se pelea, se discute», pero después – continuó – «hay armonía y hay paz».
Asegurando que vivimos «la cultura de la exclusión, la cultura del descarte», les expresó que sólo «unidos» es como podrán «afrontar cualquier dificultad y la tarea de salir al encuentro de otros hermanos que están fuera«; los cuales – puntualizó Francisco – «se encuentran excluidos por la sociedad, abandonados a su suerte o pisoteados por intereses egoístas».
En este contexto, les pidió como «brújula» que oriente sus pasos de hermanos misioneros, escuchar y dar respuesta «a los gritos de quienes piden pan y justicia», llevar paz y promoción «a los que buscan una vida más digna» y consolar y ofrecer razones de esperanza «a las tristezas y sufrimientos de tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo», porque como misioneros, son enviados para hacer realidad el espíritu de las Bienaventuranzas «a través de las obras de misericordia».
Las palabras «orígenes» y «cementerio» deben ser raíces para el misionero
Por último, Francisco expresó dos palabras: orígenes y cementerio: «Los orígenes no son sólo una historia, no son una cosa, no son una espiritualidad abstracta. Los orígenes son raíces y para que la raíz pueda dar vida hay que cuidarla, hay que regarla. Hay que mirarla y quererla» aseguró, explicando que cuando les dijo que «sean arraigados a los orígenes», se refería a que sus orígenes «sean raíz que los haga crecer».
Después habló de cementerios, – pero no bajo un pensamiento lúgubre – acentuó: «Piensen en los cementerios de regiones lejanas, en Asia, en África, en Amazonia… cuántos de ustedes están allí y en la lápida se lee que murieron jóvenes, porque se jugaron, jugaron la vida». «No se olviden: raíces y cementerio» – concluyó – «raíces y cementerio que también son raíces para ustedes».