La certeza no matemática, pero aún más fuerte, interior, de haber encontrado la Fuente de la Vida, la vida misma hecha carne, visible y tangible en la mitad para nosotros
(J. Bastante).- «A lo largo de los siglos, el mundo ha definido a Jesús de diferentes maneras: un gran profeta de la justicia y el amor; un sabio dueño de la vida, un revolucionario; un soñador de los sueños de Dios…». Sin embargo, la respuesta para un cristiano es la «confesión de Pedro«, simple, clara: «Tú eres el Cristo, el hijo de Dios».
En el Angelus con motivo de la festividad de los santos Pedro y Pablo, patrones de Roma, Francisco volvió a recordar la importancia de volver a «las raíces de la fe», como en estos días hacen miles de peregrinos en San Pablo Extramuros o San Pedro. En búsqueda de la verdad, y del camino.
«Jesús parece decir que una cosa es seguir la opinión actual, y otra es encontrarse con él y abrirse a su misterio: allí descubre la verdad», señaló el Papa, quien apuntó que la opinión «contiene una respuesta verdadera, pero parcial», mientras que Pedro, «y con él la Iglesia de ayer, hoy y siempre, responde, por la gracia de Dios, la verdad: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente»».
Esa es la confesión de Pedro en mitad «de la babel de éstas y de otras hipótesis». La confesión de «un hombre humilde y lleno de fe», cuya afirmación da la clave de la fe. «Jesús es el Hijo de Dios: por lo tanto, Él está perennemente vivo ya que su Padre está eternamente vivo».
«Esta es la novedad que la gracia enciende en el corazón de quienes se abren al misterio de Jesús: la certeza no matemática, pero aún más fuerte, interior, de haber encontrado la Fuente de la Vida, la vida misma hecha carne, visible y tangible en la mitad para nosotros», subrayó el Pontífice.
«Que el Señor conceda a la Iglesia ser fiel siempre al Evangelio, a cuyo servicio los santos Pedro y Pablo consagraron su vida», concluyó el Papa. Tras el rezo del Angelus, Francisco recordó a los fieles la Eucaristía celebrada esta mañana con los nuevos cardenales, así como la bendición de los palios arzobispales.
«Renuevo mi saludo y mis felicitaciones a ellos (los cardenales), y a cuantos les han acompañado», señaló Bergoglio, quien pidió a los nuevos purpurados «que vivan con entusiasmo y generosidad su servicio al Evangelio y la Iglesia«.