Francisco reclama "la autoridad de la humildad, de la mansedumbre", frente a la ambición

El Papa pide «pastores cercanos a la gente, no a los grupitos de los poderosos, de los ideólogos»

"Lo que dio autoridad a Jesús como pastor fue su humildad, su cercanía con las personas, su compasión"

El Papa pide "pastores cercanos a la gente, no a los grupitos de los poderosos, de los ideólogos"
Francisco, hoy en Santa Marta Vatican News

Cuando la gente insultaba a Jesús el Viernes Santo, él permanecia en silencio: tenía compasión de aquellas personas engañadas por los poderosos del dinero, del poder

(J. B./Vatican News).- «También nosotros, pastores, debemos estar cerca de la gente, no de los poderosos o los ideólogos que envenenan nuestras almas«. Francisco continúa denunciando, en Santa Marta, las tentaciones de los malos pastores, los «doctores de la ley», que acusan al inocente movidos por rencor o venganza.

Y, siempre, poniendo el ejemplo de Jesús. «Lo que dio autoridad a Jesús como pastor fue su humildad, su cercanía con las personas, su compasión», señaló. Y cuando las cosas iban mal, como en el Calvario, «estaba en silencio y rezaba».

Francisco comenta el pasaje del Evangelio de Lucas propuesto por la liturgia, el del milagro de la resurrección del hijo único de una madre viuda, y subraya que Jesús tenía autoridad ante el pueblo, no por la doctrina que predicaba, que era casi la misma que las otras, sino porque era «humilde y amable de corazón». «Él no regañaba, no decía ‘Yo soy el Mesías’ o ‘Yo soy el Profeta’; no hacía sonar la trompeta cuando estaba sanando a alguien o predicaba a la gente o hacía un milagro como la multiplicación de los panes. No. Él era humilde. «Él hacía». Y era «cercano a la gente».

Los doctores de la ley, sin embargo, «enseñaban desde la cátedra y se alejaban de la gente». No estaban interesados en las personas, o simplemente para dar mandamientos, que «multiplicaban hasta más de 300». Pero no eran cercanos de la gente.

 

 

En el Evangelio, cuando Jesús no estaba con la gente, estaba con el Padre, orando. Y la mayor parte del tiempo en la vida de Jesús, en la vida pública de Jesús, Él la pasó en la calle, con la gente. Esta cercanía: la humildad de Jesús, es lo que le da autoridad a Jesús, lo acerca a las personas. Él tocaba a la gente, abrazaba a la gente, miraba a la gente a los ojos, escuchaba a la gente. Cercano. Y esto le daba autoridad.

San Lucas, en el Evangelio, enfatiza la «gran compasión» que tuvo Jesús al ver a la madre viuda, sola y al niño muerto. Él tenía «esta capacidad para sufrir«. No era teórico». Se puede decir que «pensaba con el corazón, no separaba la cabeza del corazón».

Y hay dos rasgos de esta compasión que me gustaría enfatizar: la mansedumbre y la ternura. Jesús dice: «Aprended de mí que soy humilde y amable de corazón»: amable de corazón. Esa mansedumbre. Él era amable, no regañaba. No castigaba a la gente. Era amable. Siempre con mansedumbre. ¿Se enfadaba Jesús? ¡Sí! Pensemos a cuando vio la casa de su padre convertida en un negocio, para vender cosas, cambiar monedas … allí se enfadó, tomó la fusta y mandó fuera a todos. Pero porque amaba al Padre, porque era humilde ante el Padre, tenía esta fortaleza.

Ternura, entonces. Jesús no ha dicho «No llores, señora», estando distante. «No. Se ha acercado, tal vez le ha tocado por la espalda, tal vez la ha acariciado. ‘No llores’. Éste es Jesús. Y Jesús hace lo mismo con nosotros, porque es cercano, está en medio de la gente, es pastor». El otro gesto de ternura es tomar al niño y devolvérselo a su madre. En resumen, «humilde y amable de corazón, cercano a la gente, con capacidad de simpatizar, con compasión y con estos dos rasgos de mansedumbre y ternura». Éste es Jesús». Y hace con todos nosotros, cuando se acerca, lo mismo que hizo con el niño y la madre viuda.

«Éste es el icono del pastor», subraya el Pontífice, y de él debemos aprender nosotros los pastores: «cercanos a la gente, no a los grupitos de los poderosos, de los ideólogos … Estos nos envenenan el almas, no nos hacen bien». El pastor, por lo tanto, «debe tener el poder y la autoridad que tenía Jesús: la de la humildad, la de la mansedumbre, la cercanía, la capacidad de compasión y la ternura».

Y cuando las cosas le salieron mal a Jesús – se pregunta el Papa – ¿qué hizo?

Cuando la gente lo insultaba, aquel Viernes Santo, y gritaba «crucifíquenlo», él permanecia en silencio porque tenía compasión de aquellas personas engañadas por los poderosos del dinero, del poder … Él estaba en silencio. Rezaba. El pastor, en los momentos difíciles, en los momentos en que se desata el diablo, donde el pastor es acusado, pero acusado por el Gran Acusador a través de tanta gente, tantos poderosos; sufre, ofrece vida y ora. Y Jesús oró. La oración también le llevó a la Cruz, con fortaleza; e incluso allí tenía la capacidad de acercarse y curar el alma del Ladrón arrepentido.

Hoy releemos el pasaje, es la invitación final del Papa Francisco, Lucas, capítulo VII, para ver «dónde está la autoridad de Jesús». Y pedimos la gracia «de que todos nosotros pastores tengamos esta autoridad: una autoridad que es una gracia del Espíritu Santo».

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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