Si no sales a la calle, no podrás transmitirlo. Jesús estuvo en camino tres años. Parecía que vivía en la calle
(Jesús Bastante/Vatican News).- «El sexo, la sexualidad, es un regalo de Dios. Sin tabúes». El Papa Francisco habló sin tapujos de sexo, compromiso y ayuda a los más necesitados durante un diálogo con jóvenes cristianos de Grenoble, que tuvo lugar el pasado lunes pero que hasta ahora no se ha hecho público.
En la conversación, Bergoglio y varios chicos y chicas tocaron muchos temas: de los males que afligen a la Iglesia a la cercanía a los pobres, pasando por la sexualidad y el compromiso de los cristianos en la sociedad.
Sobre el sexo, el Papa recalcó que se trata de «un regalo que Dios nos da», y que tiene «dos propósitos: amar y generar vida. Es una pasión, es amor apasionado y te lleva a dar tu vida por el otro para siempre».
Por ello, es necesario «darlo en cuerpo y alma». «El hombre, y también la mujer, dejarán a su padre y a su madre y se unirán y se convertirán en una sola carne: esta es la grandeza de la sexualidad. Y así tienen que hablar de la sexualidad», subrayó Francisco.
En otro orden de cosas, el Papa planteó la importancia del testimonio frente a las palabras sin experiencia. Así, invitó a los jóvenes que quieran transmitir la fe a «no decir, no hablar, sino escuchar y hacer, caminando siempre por las vías de la cercanía con el prójimo»
Este es el marco del mensaje cristiano: «Escuchar, hacer y después decir y hablar», señaló Francisco, incluso a aquellos que -como preguntó Mathieu, de 16 años, al Pontífice- «critican a la Iglesia, la señalan con el dedo, estigmatizándola por la homosexualidad y la pedofilia».
A su vez, animó a «estar siempre en camino«, pues «el mensaje cristiano no puede ser transmitido en un sillón». «Si no sales a la calle, no podrás transmitirlo. Jesús estuvo en camino tres años. Parecía que vivía en la calle», añadió el Papa.
«Servir a los pobres no es comunismo, sino Evangelio«, recalcó Francisco, quien animó a los jóvenes a «ponerse a su servicio, sin menospreciarlos, sino inclinándose hacia ellos, porque cuando se toca la ‘enfermedad’ de un pobre, se tocan las heridas de Cristo y se logra vivir concretamente la caridad».
Por otro lado, el Papa animó a los jóvenes a ser «custodios de sus hermanos«, no vivir aislados sino hacer comunidades, «a ser un cuerpo que se ayuda a sí mismo en el camino, dispuesto a ensuciarse las manos».
En este punto, Francisco advirtió a los chicos y chicas de dos «enemigos feos» del compromiso cristiano: el egoísmo, es decir, «mirar sólo las cosas propias»; y la corrupción, «tanto la material que te ataca con el dinero, como la del corazón, que corta todos los ideales y encierra tus sueños».
Finalmente, y cuestionado sobre la disminución de los cristianos en Europa y el papel que ocupa la Iglesia en el mundo de hoy, Bergoglio sólo dio una receta: «Seguir siempre a Cristo, tanto cuanto la Iglesia florece como cuando está en crisis«.
«La Iglesia -concluyó- ha salido adelante impulsada siempre por los santos; no por grandes organizaciones, grandes partidos políticos ni grandes instituciones. Son los santos los abren el camino delante de nosotros».