El "efecto Francisco" nos ha ayudado a sintetizar: es suficiente con el "Amaos unos a otros", las bienaventuranzas, y el "Mateo 25"
(Jesús Bastante).- Hoy nos acompaña Lázaro García, paulino al que hace tiempo no veíamos. Coordinador de la Formación de la Sociedad de San Pablo, estás de celebración: ochenta años de presencia paulina en España y el centenario de su creación como congregación, por parte del Beato Alberione.
-Así es, unas efemérides significativas: cien años tampoco son tantos para una institución. Equivale casi a la adolescencia de una persona. Pero nos alegra poder celebrarlo, y dentro del centenario, la presencia de los paulinos en España.
-¿Quiénes son los paulinos?
-Una institución religiosa, una congregación. Allá por los primeros años del siglo XX (1914), un sacerdote italiano, Santiago Alberione, estaba, como Don Bosco, en el Piamonte…
-Es que hay momentos y sobre todo lugares que hacen surgir personajes… No sé si imbuidos por el terruño o por qué cosa, pero es muy curioso y en la Iglesia hay muchos ejemplos.
-En España sucedió en Ávila… «Tierra de santos y tierra de cantos».
Pues eso, un muchacho de quince años había intuido, en el cambio de siglo, al entrar en el XX, cuando era seminarista, que él haría algo por los hombres de su tiempo. Y el espíritu le guió para que lo hiciera a través de los medios de comunicación. Era un reto casi apocalíptico: en el campo lo moderno se creía obra del demonio en aquel momento. En un primer momento, pensó en apoyarse en hombres y mujeres, pero después le pareció más oportuno que fuesen religiosos y religiosas, que hoy en día continúan: somos cinco congregaciones religiosas (paulinos, paulinas) además de los institutos seculares y los «cooperadores paulinos», que son una especie de tercera orden.
-¿Cuántos sois en el mundo?
-En total unos mil ciento y pico religiosos con voto y viviendo en comunidad. En las instituciones femeninas nos duplican: hay más hijas de San Pablo que paulinos.
-Suele ocurrir.
-Sí, pero es bueno. Sobre todo ahora que obviamente todos estamos decididos a promocionar a la mujer en todas las facetas de la vida eclesial. ¡Bienvenido sea! Santiago lo tuvo claro hace un siglo: escribió un libro llamado La mujer asociada al celo sacerdotal.
-Muy sugerente. Eso sí que es adelantarse al tiempo de uno. El año de la Fundación fue el del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Vosotros que habéis estudiado la vida del propio beato Alberione y de su Fundación, ¿qué impacto creéis que tuvo?
-Fue un impacto muy grande, pero pese a las dificultades salió adelante. Los chavales tenían que irse a la guerra y él dijo que, si no fallecía ninguno de sus «hijos» en la guerra, erigiría un santuario. Actualmente tiene cripta, sotocripta…
Al margen de la guerra, ya eran tiempos de escasez. Como ha sido en España veinte años después…Pero a Alberione nunca le faltaron, por decirlo así, bienhechores: para comprar una máquina, para construir un edificio, siempre contó con la ayuda de señores como Ferrero (el de los bombones, como anécdota curiosa…), que le daba créditos que el fundador nunca conseguía pagar… Pero es que la gente, cuando te entregas, te ve y apoya tu causa. También hoy día hay gente de esa.
-¿Y sigue habiendo profetas?
-El profeta de la actualidad es el papa. Pero además de él, hay mucha gente de Iglesia y mucha gente laica. Vosotros mismos, desde esta cátedra, ejercéis un profetismo de garra.
-Ahora que le has nombrado, ¿qué te parece el papa?
-Pues tuve ocasión de verle hace poco en una de las audiencias de los miércoles en la Plaza de San Pedro, y me impactó verle a cuatro o cinco metros. Pasó con el coche y, cuando estaba dando la catequesis del credo, nos hizo repetir a cincuenta mil personas que si practicábamos la misericordia no teníamos que tener miedo ni a la muerte ni a nada. No sé si lo hace otro sacerdote, pero él consigue que te lo creas a pies juntillas… Es un párroco, de una parroquia inmensa pero con una catequesis muy sencilla. Cada semana saca un eslogan que llega la gente, y eso es lo que queremos todos: trabajar para que la Iglesia se acerque a la gente, a los pobres, a la vida misma.
-Para los que os dedicáis al mundo de la comunicación en cristiano un papa tan carismático y comunicativo tiene que resultar un acicate, ¿no?
-Sin duda alguna. Las editoriales difunden los documentos, pero es que el papa los siente. Siente el apostolado y lo utiliza. Es un papa muy paulino. De hecho, el otro día que estaba rebuscando en el libro que hicimos para la beatificación de nuestro fundador, encontré una carta que mandó Bergoglio, que estaba en Argentina, ya sintonizado con el apostolado…
-Es un papa curioso, porque tiene mucho de jesuita pero también de franciscano, de paulino, de salesiano… De religiosos que a lo mejor en las anteriores épocas del papado os habéis sentido un poco desplazados. ¿Se reconocía igual la labor de la vida religiosa?
-Nosotros nos encontramos muy a gusto desde las aprobaciones del Concilio Vaticano II. Y ahora estamos mejor, porque tenemos nuevos púlpitos: las redes sociales, Internet en general… Todo ayuda. Algunos obispos lo apoyan incondicionalmente, otros tienen sus diferencias. Pero en general la jerarquía está convencida a todos los efectos de estas nuevas maneras de comunicar.
-Poco a poco, porque la propia realidad se irá imponiendo.
Hablábamos de que el beato Alberione fundaba la Sociedad en 1914. Entró en España, además, cuando iba a arrancar la Guerra Civil, en 1934. Si se pudiera hacer bromas con esto, diría que os va la marcha… ¿Cómo fue aparecer en el albor de nuestra guerra?
-Fue muy duro. Es más, hasta los años sesenta que Mújica, el obispo de Vitoria, firmó, no se tuvo el permiso de formar la Sociedad, entre la refriega de la guerra. El grupo de muchachos, unos catorce, tuvieron que emigrar un año a Francia, porque en París ya había paulinos. Estuvieron contentos, les trataron muy bien: la sociedad estaba a otro nivel.
-¿Dónde surgen los paulinos en España?
–En Bilbao, en la ribera de Deusto. Allí surgieron los primeros aspirantes al noviciado. Luego ya vinieron a Madrid, al general Coslada, y se fueron extendiendo, de los pequeños pueblecitos a los grandes colegios, un poco mausoleónicos, de más de doscientas personas… Y las imprentas ya editaban significativamente desde los años cuarenta o cincuenta. La guerra no la sentimos en carne viva, pese a los contratiempos inevitables.
-¿Y cómo ha ido evolucionando la Historia de San Pablo en España?
-Obviamente, donde tiene que estar un paulino es donde está la gente. Por eso nos vinimos a imprimir a Madrid. Primero folletitos de catequesis, luego empezamos a distribuir libros. Entramos en el cine con películas significativas. Sevilla, Valencia, Barcelona…ya tenían nuestros colegios. Los domingos por la tarde, los que no iban al fútbol venían a ver el cine parroquial.
-Tuvo que ser un apostolado importante, en esos tiempos donde la sociedad española sólo veía qué pasaba fuera a través de las películas, de los cine-clubs de entonces.
-Nos seguimos reuniendo en las iglesias pero desarrollando en las librerías. San Pablo está ya incluso en Palma de Mallorca. Nuestros brazos crecen para llegar al público, como las otras veinte y pico editoriales católicas. Hay que traducir la Biblia y el Evangelio al «cada día»: libros de niños, de pedagogía…No solamente catecismos.
-Cuéntame tu experiencia personal, Lázaro. ¿Cómo es tu vocación? ¿Por qué te metes a paulino?
-Yo entro en el 55, ¡fíjate si no ha llovido! Entonces, si eres el sexto de siete hermanos, ibas al colegio pero no tenías posibilidades de estudiar en la universidad. Lo normal era que fuésemos a un seminario. A mí, concretamente, me gustaba. Pero ibas de rebote, sin saber casi nada. Poco a poco ya ibas conociendo la institución…y yo, cuando me creí enterado, hice el noviciado (aquí en Coslada). Me gustó. Empiezas dándote cuenta y terminas planteándote estudiar Teología y ordenarte sacerdote. Pero creo que nunca acabas de madurar, que yo por lo menos cada día tengo que ir renovando el compromiso, saltando charquitos… Las dificultades de cualquier joven.
Sí que es verdad que hoy en día el proceso ya no es así. Yo, que ahora me encargo un poquito de la animación pastoral, me doy cuenta de que es de otra manera: ahora los jóvenes se centran en otras cosas, los colegios son muy pequeños.
-Pero probablemente los que entran lo hacen más convencidos.
-Sí, traen un bagaje personal distinto y el acompañamiento que se les da es más personal, porque ya no ingresan anualmente grupos de treinta o cuarenta personas como antes…
-¿Eso es bueno o malo para la vida sacramental?
-Yo personalmente pienso que el ingreso de preadolescentes en seminarios no es bueno. ¿Dios toca a un niño o un preadolescente igual que a un joven o a un adulto? No lo excluyo, pero es mi parecer. Todavía hay seminarios menores, pero con los tiempos que corren prácticamente no hay ingresos.
-¿Cuál es tu visión de la «comunicación en cristiano»? ¿Cómo estamos hoy?
-Hemos dado muchos pasos. Ahora somos transparentes, aunque la claridad acarree que a veces salte la liebre por algún lado y nos escandalicemos. También hemos progresado en ofrecer un Evangelio actualizado: hubo un Concilio que nos enseñó que no todo es doctrina, dogma y sabiduría, sino que la fe hay que vivirla. Anunciar la Buena Noticia como el papa Francisco. Él nos ha ayudado a sintetizar: «Amaos unos a otros», las bienaventuranzas, Mateo 25, y de sobra.
Sin embargo, lo fácil siempre ha sido predicar y lo complicado practicar esta sencillez. Incluso lo de dar trigo. Pero vamos, yo creo que en ese sentido la situación es muy prometedora, aunque seamos menos y casi no tengamos seminaristas. El germen del Evangelio está ahí y puede florecer en cualquier parte. A nosotros, de momento, lo que nos toca es ir sembrando.
-Con la alegría del Evangelio (volviendo a Francisco) vendrán tiempos mejores. Y los viviremos juntos, espero, y tal vez con otro libro del centenario de San Pablo en España esta vez.
-En ello estamos. ¡No vamos a poner puertas a la providencia!
-¿Cómo se puede conseguir este libro?
-Está en nuestras librerías y yo mismo lo puedo facilitar a quien tenga interés: formació[email protected]. Hemos hecho también algunos productos de merchandising paulino, para recordar. Un vídeo documental que mezcla imágenes antiguas y nuevas… La película San Pablo, el último viaje… Ahí estamos, entre iniciativas para darnos a conocer, que es una de nuestras tareas. No hay que ir amontonando medios, sino aprovecharlos con carisma para divulgar el Evangelio. Tampoco somos una «casa Editorial» de las que hacen negocios: estamos para ponerle pies al Evangelio con los que llegue a la gente.
-Pues ojalá que os veamos seguir haciendo ese trabajo. Muchísimas gracias, Lázaro, como siempre es un placer.
-Para mí también, Jesús. Seguimos en la brecha.
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La Era Digital le ha dado a la institución nuevos púlpitos, como las redes sociales
Un paulino tiene que estar donde esté la masa y sus problemas
Empezamos a hacer películas cuando la tarde del domingo o ibas a ver el fútbol, o venías a ver el cine parroquial
Pienso que el ingreso de preadolescentes en seminarios no es bueno, aunque Dios llame a la hora que quiera
El «efecto Francisco» nos ha ayudado a sintetizar: es suficiente con el «Amaos unos a otros», las bienaventuranzas, y el «Mateo 25»