El Gobierno ha hecho en este caso todo lo posible dentro de los protocolos existentes. Es una pena que no hayan podido venir otras personas que lo necesitaban tanto como el Hno. Miguel y la Hna. Juliana
(José Manuel Vidal).- Fue superior general de los Hermanos de San Juan de Dios durante una década. Pascual Piles es ahora presidente de la Fundación Juan ciudad, provincial de Aragón y uno de los máximos referentes de la orden. Sorprendido por la virulencia del Ébola, asegura que hay pánico en África, da gracias al Gobierno por la gestión del caso y siente que no se hayan podido expatriar a las demás personas afectadas.
Pero reconoce que «el coste del traslado es muy alto», al tiempo que defiende que la enfermedad «no es un castigo de Dios», como dicen algunos líderes religiosos de Liberia.
Parece que el Padre Pajares está fuera de peligro. En medio de lo dramático de la situación, ¿es un consuelo?
Pensamos que sí, es una gran alegría que esté fuera de peligro. El intento de traerle a España, es un hecho que lo veíamos necesario porque no encontrábamos la posibilidad de aplicar el tratamiento necesario en Monrovia. Estamos contentos de que va respondiendo al tratamiento que, si no es sintomático, es el que poco a poco irá siendo efectivo. Esta mejoría, aunque pequeña, pensamos se va a dar cada día.
De hecho la enfermedad ha creado el pánico en los cinco países africanos donde conocemos que existe. Nosotros hemos comprobado ese pánico en el hospital de San José que la Orden tiene en Monrovia. En dicho hospital además de otras personas, ha fallecido nuestro Hno. Patrick que era el Director del Centro. Tenemos otro Hno. afectado, George, y las dos Hermanas afectadas que se han quedado sin poder venir, una de las cuales, la Hna. Chantal, acaba de morir.
¿Agradecen al Gobierno la repatriación del padre Pajares y de la hermana Juliana?
Rotundamente sí, pienso que el Gobierno ha hecho en este caso todo lo posible dentro de los protocolos existentes. Es una pena que no hayan podido venir otras personas que lo necesitaban tanto como el Hno. Miguel y la Hna. Juliana. También tenemos que entender que si no se hacen las cosas bien podemos traer la infección a nuestro país.
¿Le hubiera gustado que se hubiese repatriado al menos a las otras dos hermanas infectadas de Ébola?
Nos hubiera gustado que hubiesen venido las dos hermanas que estaban infectadas. Una de ellas ya murió. Nos hubiera gustado que hubieran podido venir el Hno. George, que está infectado. Y nos hubiera gustado poder llevar la curación a todos los infectados muchos de ellos ya fallecidos.
¿Considera moralmente aceptable que, en un primer momento, se dijese que se iba a cobrar a la orden el coste de la repatriación de dos personas que estaban entregando sus vidas por los más desfavorecidos?
No tengo conocimiento de donde ha podido salir esa opinión del pago que se nos iba a pedir. Hemos encontrado muy buena colaboración con el Gobierno. Es verdad que este traslado tiene un costo muy alto, pero nosotros, que estamos haciendo campañas para luchar contra el Ebola, pensamos que deben más bien estar orientadas a mejorar las condiciones de los países donde está la pandemia y ojalá ayudásemos a eliminarla con el esfuerzo de todos.
¿La prioridad, ahora, es garantizar el mejor funcionamiento de sus hospitales en Liberia y en Sierra Leona, y aliviar la pandemia?
Uno quisiera hacer el bien en todas partes, pero somos limitados. Nuestros dos hospitales de Monrovia (Liberia) y Mabeseneh (Sierra Leona) pueden hacer mucho, pero necesitan personas y medios que no siempre podemos afrontar. Nos gustaría que ambos fuesen hospitales que puedan hacer, en este momento, un gran servicio a las personas que viven en el entorno, con los recursos y los técnicos suficientes para que no sucumbiera por el Ébola ninguna más. Vamos a intentar aportar nuestro grano de arena. Nuestra ONG Juan Ciudad, como brazo de la Orden Hospitalaria, es la que está liderando cuanto estamos realizando para el apoyo a estos dos hospitales
¿Está el mundo suficientemente concienciado de la peligrosidad del Ébola?
Creo que no lo estábamos. Creo que no teníamos conciencia de que esto podía ocurrir. Lo que ha sucedido en este último periodo ha hecho que todos nos hayamos puesto las pilas y que nos movamos a ayudar y a preservarnos del peligro existente de una forma diferente. Mil personas afectadas y víctimas de este virus en tan poco tiempo son muchas personas.
Algunos líderes religiosos de Liberia dicen que se trata de una plaga y de un «castigo de Dios».
Mi criterio, respetando a los líderes religiosos que hayan podido hablar de esta forma, es que Dios no nos castiga de esa manera y mucho menos a personas y pueblos que están marcados por la pobreza y la necesidad. El virus del ébola era desconocido para muchos hasta hace poco tiempo, y nos hemos visto afectados por su virulencia casi sin darnos demasiada cuenta. La concienciación que tenemos todos desde hace unas semanas, desde hace unos días, va a hacer que tengamos mucho más cuidado en quedar infectados por él y en emitir juicios tan fuertes sobre un mal que se nos ha venido encima y para el que no estábamos preparados.
¿El Papa Francisco, con su autoridad moral planetaria, podría ayudar a movilizar el mundo para detener la epidemia y socorrer debidamente a los afectados?
El Papa Francisco está demostrando que es muy valiente y que tiene una conciencia social muy grande. Por suerte, la autoridad moral planetaria hoy la tiene. Pero hay muchas cosas que están sucediendo en nuestra sociedad que, habiendo dado el Papa un testimonio profético, no siempre consigue lo que le hubiera gustado que ocurriese: Lampedusa, Israel y Palestina, las relaciones entre las dos Coreas, etc. Son ejemplos que no siempre, por mucho que se empeñe, el Papa Francisco consigue aquello por lo que apuesta. Pero su testimonio hace que el mundo, las personas, las culturas, la Iglesia, estén cambiando y que exista hoy una nueva conciencia, en la que se tiene que avanzar mucho más.
¿Es en estos momentos cuando se palpa la entrega absoluta y hasta heróica de tantos misioneros y misioneras en África y en todo el mundo?
Podemos afirmar que sí. La iglesia ha tenido sus debilidades, pero tiene también una gran conciencia social. Son muchos los misioneros que se lanzan a ser testigos del Evangelio y son tantas personas del entorno afectado por el virus las que se implican y se entregan con mucho entusiasmo por una causa que consideran justa y heroica. En la Orden tuvimos un hermano santo, San Juan Grande, que murió afectado por la peste cuando cuidaba a los enfermos en 1600 en Jerez, y cuya santidad fue reconocida por la Iglesia. Actualmente tenemos el Hno. Patrick Shamdze, Director del hospital de Monrovia que fallecía el 2 de agosto último afectado por el virus del Ebola. Para nosotros ha sido un testigo en su propio continente, camerunés de nacimiento y fallecido en el hospital «Saint John of God» de Monrovia. Entrega ha existido en los dos casos, entrega que nos debe llevar a ser menos egoístas y a darnos con generosidad en cualquier situación, cuidándonos en la medida de lo posible, pero sabiendo dar lo mejor de cada uno. Nuestra sociedad necesita un cambio de visión, nuestra sociedad necesita un crecimiento de solidaridad de los unos para con los otros, preocupándonos por las personas y las situaciones más necesitadas.