Personas normales, con nombres y apellidos, que huyen de la idea del sacerdote o el religioso como un "superhéroe" o alguien superior al resto. Que falta hacía, la verdad
(Jesús Bastante).- «No somos héroes, ni mucho menos. Cada cristiano tenemos una llamada, con una vocación específica. Para mí es la vida religiosa, y tengo suerte de haber encontrado mi vocación. Pero no soy más ni menos que nadie, todos tenemos ese regalo». Montse Chías es una joven sevillana, profesora de Educación Física, que actualmente profesa en las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Y una de los religiosos que presentaron este mediodía las jornadas de Vocaciones Nativas y la Mundial de Vocaciones, que se celebra el próximo domingo.
El acto, que por primera vez celebran conjuntamente la Conferencia Episcopal y Obras Misionales, contó con la presencia de un seminarista, un sacerdote, una religiosas y una postulante, que ofrecieron, cada uno de ellos, su particular visión acerca de la vida religiosa y de los problema de la vocación, cómo la viven, cómo la trabajan, cómo la incluyen en la vida y en sus relaciones. Personas normales, con nombres y apellidos, que huyen de la idea del sacerdote o el religioso como un «superhéroe» o alguien superior al resto. Que falta hacía, la verdad.
El primero en abrir fuego fue María Jeeva Arulandi, sacerdote de los Misioneros del Verbo Divino, quien nos habló de su vocación en India. «Vengo de un país con minoría absoluta de cristianos, y mucho menos de católicos, apenas somos el 2%.», donde las trabas a los no hindúes son constantes, y van en aumento. «En los últimos meses -reveló- se ha visto más persecución, hasta quieren controlar la natalidad de cristianos y musulmanes. Deben asociar ser cristiano con ser occidental«.
En cuanto a su visión de la Iglesia española, el misionero «esto es una misión bidireccional, ahora venimos nosotros aquí a anunciar el Evangelio en las situaciones difíciles», subraya que «nos cuesta aceptar que somos minoría a nivel eclesial».ç
Por su parte, Kimala Nanga Benjamine (Benjamina), misionera comboniana, nacida en Chad, relató cómo su vocación surgió de pequeña, sin saber. «Fui a ver a la parroquia y les dije que quería ser monja, sin estudiar, y no me dejaban. Tampoco el obipos. Pensé: ‘Esta gente no quiere que me haga monja'». Sin embargo, con el tiempo logró hacerse un hueco, siguiendo el esquema de Daniel Comboni: «Salva África con África. África o muerte».
Javier Cedrón, seminarista de Madrid (Renovación Carismática), explicó cómo su vocación fue gestándose en el seno de la familia y de la parroquia, y explió cómo «Dios se sirve de nosotros, toma lo que él mismo nos ha dado para comunicarse al mundo».
«Al final, es una llamada de amor, y eso fue lo que a mí me pasó«, explica. «Yo no he sufrido mucha oposición por parte de amigos y familia. La vocación no es un heroísmo, sino aceptar la llamada», añade, aunque denuncia una cierta «imagen falsa» que se da a la dimensión espiritual y religiosa, «que se relega a lo privado».