Este mundo es nuestra casa, y tenemos la responsabilidad de mejorarla, cuidando de todos, siguiendo el ejemplo de Jesús de Nazaret, y el de san Juan de Dios, que se 'desvencijó' en el servicio a pobres, enfermos y necesitados
(Jesús Bastante).- «La Hospitalidad, nuestro valor fundamental, es cuidar la fragilidad humana». Con estas palabras, el hermano Jesús Etayo, superior general de la Orden de San Juan de Dios, inauguraba el I Congreso Mundial de Bioética, que desde hoy se celebra en El Escorial. Un encuentro que pretende plantear preguntas, ofrecer respuestas y, sobre todo, abrazar a toda la familia humana.
Más de medio centenar de expertos de todo el mundo hacen del encuentro de El Escorial la capital mundial de la Bióetica. Con todas las voces posibles. El hecho de que esté organizada por una orden religiosa, los hermanos de San Juan de Dios, sólo confirma la experiencia de hospitalidad y cuidados de estos religiosos que, siguiendo el carisma de su fundador, han sido, y siguen siendo, pioneros en el cuidado de la vida y de su dignidad.
Así se planteó desde el principio del evento, que fue presentado con un montaje escénico, «Capaces con alma», llevado a cabo por personas con discapacidad del Centro San Juan de Dios de Valladolid. O, como señaló después el cardenal de Madrid, Carlos Osoro, «personas con capacidades especiales». A través de los gestos, la música, la luz, estos chicos y chicas que cada día se esfuerzan por vivir y expresarse, dieron el marco al congreso con seis palabras: Hospitalidad, Vulnerabilidad, Responsabilidad, Persona, Bioética y Dignidad.
José María Bermejo, presidente del Congreso, destacó la presencia de estos chicos, «que nos han dado la primera conferencia, quizás la mejor y la más importante de las muchas que vamos a escuchar. Ellos no necesitan intérpretes».
Ellos demuestran, explicó Bermejo, que «el mundo, la bióetica, debe tener las puertas abiertas a la libertad, a la cultura, a cualquier opción o creencia». «Estas personas son los preferidos, los destinatarios de nuestra misión, de nuestro carisma. Nos han dado la bienvenida sin discursos, porque el discurso son ellos. Son palabra viva que nos hablan cada día, para decirnos que son personas que tienen dignidad, que quieren vivir, y que lo han demostrado».
Porque esto también es la bioética: aprender a «comunicar lo grande que es la persona, a pesar de su vulnerabilidad, para decirnos que son lo que son gracias a su familia, gracias a tanta gente con valores, que están con ellos a diario, tantas personas que necesitan que nos preocupemos por el ser humano y sus valores».
«Necesitamos dialogar desde la bioética para defender a la persona«, concluyó Bermejo. «Pensarnos juntos, pensarnos mutuamente».
Por su parte, el cardenal Osoro, recién aterrizado de Bogotá, donde acompañó al Papa Francisco en su histórico viaje a Colombia, destacó el título del congreso: «Espiritualidad, Bioética y Persona», y recordó cómo, «desde hace cinco siglos, la orden ha querido estar presente en la sociedad aportando experiencia y conocimiento en el mundo de la salud, el conocimiento y la vida».
Osoro agradeció el acierto de San Juan de Dios por «ofrecer, con este congreso, una plataforma de diálogo, de debate, para reflexionar juntos sobre algo que es muy importante: ningún ser humano somos sobrantes, todos los seres humanos somos necesarios. Y Dios nos permite estar en este mundo porque somos necesarios. Tenemos diferentes capacidades, pero todas son necesarias para construir nuestra vida y nuestro mundo».
El arzobispo de Madrid destacó el interés de la Iglesia católica con todo lo relacionado con la vida y la ética, y recalcó cómo en este congreso «están presentes las dos alas de la reflexión bioética católica, la fe y la razón». Al tiempo, pidió «capacidad de dialogar sobre lo que es bueno y lo que ayuda a crecer en humanismo, en eso que llamamos el verdadero humanismo».
El cardenal concluyó recordando la anécdota vivida, junto al Papa, en la Nunciatura de Bogotá, cuando Francisco se encontró con un grupo de chicos y chicas con esas capacidades diferentes. ¿Quién es el único que no es vulnerable? Dios. «Pues el Dios en quien creemos, también se quiso hacer vulnerable, para identificarse con nosotros. Porque nadie sobra en este mundo, absolutamente nadie«.
Finalmente, Jesús Etayo arrancó con un recuerdo a todas las personas que están padeciendo el impacto de los huracanes en el Caribe y el terremoto en México. «La bioética habla de la vida, y en estos momentos algunos se la están jugando», apuntó.
El superior general de la OHSJD destacó la «necesidad de dar espacio a la ética, en la política, la economía, la educación, la asistencia, el medio ambiente», algo que piden todos, desde las autoridades internacionales o gobiernos, a las universidad o confesiones religiosas. «También la Iglesia católica».
Ante los avances técnicos, «muy valorados en cuanto benefician a la vida humana, plantean importantes dilemas morales, sobre si vulneran la dignidad de las personas, deshumanizan la vida o fomentan las desigualdades». Ante esto, la bioética es fundamental para aprender a discernir desde «la excelencia» y promoviendo «la cultura de la vida a través de la hospitalidad».
En este congreso se hablará, y mucho, de las ‘puntas de la vida’, de aborto y eutanasia. Pero también de acogida, de pobreza, de medio ambiente. Y de refugiados. «Tantas situaciones, hoy, cercenan los derechos de millones de seres humanos, lo que es injusto de raíz. La alternativa a esto es la hospitalidad».
«Este mundo es nuestra casa, y tenemos la responsabilidad de mejorarla, cuidando de todos, especialmente de los más necesitados, siguiendo el ejemplo de Jesús de Nazaret, y el de san Juan de Dios, que se ‘desvencijó’ en el servicio a los pobres, enfermos y necesitados», apuntó Etayo.
«La hospitalidad es global, inclusiva, una vía ancha para el diálogo. Lo contrario despersonaliza y crea una sociedad sin alma. La ausencia de Hospitalidad nos lleva a una sociedad sin alma», concluyó.