En nombre de la democracia y en nombre de Dios se han cometido y se siguen cometiendo muchas barbaridades. La pena de muerte o el fundamentalismo islámico son dos extremos de una realidad que nos exige una reflexión global
(Jesús Bastante/OHSJD).- Este lunes se inaugura el I Congreso Mundial de Bioética, organizado por la Orden de San Juan de Dios. El presidente del comité organizativo, José María Bermejo, uno de los mayores expertos en la relación entre Iglesia y bioética, habla de los objetivos del simposio, en el que se hablará de ética, dignidad, refugiados, eutanasia o conflictos entre legalidad y ética.
¿Por qué este congreso?
Nace dentro de la orden, preocupada por la Bioética. Es algo fundamental, la dignidad, la hospitalidad.. clarificar estos conceptos y luego tomar unas decisiones a la hora de la praxis asistencial y médica. La Bioética es un terreno difícil, pero como Iglesia debemos apostar por ella. Somos una institución católica, abierta al mundo, y tenemos que dialogar con todos… Nosotros no estamos fuera del mundo. La Bioética llega a Europa y a España de la mano de San Juan de Dios. El primer comité de bioética en España se creó en un centro de la orden.
¿Para qué le sirve la bioética al conjunto de la sociedad?
Ante los problemas nuevos que se nos están presentando en muchos aspectos de la vida, los distintos profesionales, que tenemos que tomar decisiones, debemos tener un marco previamente definido, que evite los errores tajantes. Y para ello es imprescindible escuchar y dialogar con el otro, con el deseo sincero de entender su postura. Porque hay zonas difusas donde la razón y la fe se enfrentan. Nadie tiene la verdad absoluta.
¿Cómo analiza Ud. desde la bioética la actual crisis de refugiados?
Desde la Biblia se habla del mandato de ser libres para llevar la palabra de Dios hasta los confines de la tierra. «Os recuerdo, – dijo Dios al pueblo en el Éxodo- que fuiste extranjeros y emigrantes en Egipto». Todos los hombres somos emigrantes y refugiados, de alguna manera. Es propio de la condición humana. Cómo llegar a acuerdos para no perjudicar a los más necesitados de la humanidad, esa es la cuestión a debatir entre los países, entre nuestros gobernantes.
¿Y eso cómo convive con regular el tránsito del flujo migratorio?
Si la bioética intenta defender la dignidad de las personas, al limitarle su movimiento, cuando además está en peligro su propia vida, estás limitando también su dignidad.
Este asunto es de máxima actualidad y sensibilidad atendiendo al trágico ataque terrorista que se ha cobrado la vida de 16 personas en Barcelona.
Por eso es indispensable el diálogo sereno y reflexivo. No todos los terroristas han entrado como refugiados. Los que atentaron en Francia eran hijos de segundas generaciones. Y no podemos condenar a millones de personas por unos cuantos. Es como si a todos los hombres se nos acusara de violencia de género. Es un tema que exige un debate en profundidad en el que enfrentemos lo legal y lo éticamente correcto porque no siempre coinciden. Y sobre todo exige una política común europea en la que se comparta información y se trabaje de forma globalizada.
¿Cómo se superan los conflictos entre la legalidad y la ética?
Con diálogo y con participación social. En nombre de la democracia y en nombre de Dios se han cometido y se siguen cometiendo muchas barbaridades. La pena de muerte o el fundamentalismo islámico son dos extremos de una realidad que nos exige una reflexión global.
¿Cuántos países estarán representados en el congreso?
Se han inscrito congresistas de más de 20 países, muchos de ellos de África y América del Sur que podrán asistir gracias a las becas que se les ha otorgado con las ayudas económicas ofrecidas por distintas instituciones y empresas.