El XXII Capítulo General en Colombia les deja espacio para hablar de su mundo

Los jóvenes retan a los Hermanos Maristas: «Sigan siendo testimonio de esperanza y caminemos juntos»

"Queremos que salgan a nuestro encuentro en vez de quedarse sentados detrás de un escritorio"

Los jóvenes retan a los Hermanos Maristas: "Sigan siendo testimonio de esperanza y caminemos juntos"
Encuentro de los Hermanos Maristas con los jóvenes Hermanos Maristas

El mundo de hoy nos arrebata la oportunidad de vivir nuestra niñez y juventud, haciéndonos sentir como esclavos en un mundo que se proclama libre

(H. Aureliano García, marista).- Eran 25 pero representaban a miles. Eran latinoamericanos, pero en sus ojos se adivinaban los colores de todas las banderas. Llevaban mucho tiempo preparando este encuentro y recogiendo inquietudes y expectativas de jóvenes maristas de todo el mundo, valiéndose de mensajes grabados en vídeo.

Aún resonaba en nosotros el eco de las palabras que nos dirigió el Papa Francisco hace unos días en Medellín: «¡Dejad de responder a preguntas que ya nadie se hace!». Por eso y porque llenan nuestra vida de sentido, cuando los jóvenes entraron en la sala capitular, en nuestro corazón les estábamos ya esperando. ¡Y deseando escucharles!

Entraron y empezaron. Nos hablaron, denunciaron, propusieron y ofrecieron. Así fue un encuentro con jóvenes para tocar los sueños:

Entraron como quien entra en su casa, dispuestos a hablar de tú a tú. Por primera vez en la historia de los Hermanos Maristas un grupo de jóvenes compartía y dirigía un día entero de un Capítulo General. Por primera vez una mujer coordinaba una sesión capitular. Por primera vez también, 79 capitulares y 17 invitados de todo el mundo se fundían con los jóvenes en cantos y bailes al ritmo de los sueños. No era un gesto de cara a la galería, no era un guiño a nadie ni a nada. Era, sencillamente, la expresión de una realidad que ya se vive en el mundo marista.

Y empezaron los encuentros… de dos en dos, en grupos pequeños, en gran asamblea, con un mensaje escrito y con palabras espontáneas, con mil preguntas, diálogos y conversaciones pausadas, con música y bailes… De mil maneras para expresar su vida, su visión del mundo. De mil maneras para pintar sueños de futuro y novedad.

Nos hablaron de su mundo, de una realidad juvenil sometida a la cultura de la muerte y de una sociedad donde la guerra mutila sus sueños y aspiraciones. Una realidad en progreso y evolución, sin duda, pero también con unas dinámicas que a menudo les hace sentir como esclavos en un mundo que se proclama libre.

Denunciaron la falta de compromiso de las instituciones en el cumplimiento de los Derechos Humanos, convertidos en una utopía que se ha quedado solo en el papel. Nos denunciaron a nosotros, Hermanos Maristas, que nos hemos alejado de su mundo vital y hemos ignorado contextos y realidades que los jóvenes desean impactar con nuestra ayuda para cambiarlos. Denunciaron el racismo, la discriminación, la intolerancia, el desempleo y la degradación del medio ambiente.

Propusieron una nueva forma de evangelización que necesita de nuestra presencia y acompañamiento, de un firme compromiso para salir de nuestra zona de confort y hacernos presentes en los lugares donde se pide a gritos esperanza. Propusieron un nuevo comienzo, desde el servicio al otro y desde la alegría de la fraternidad. Demandaron a gritos la creación de espacios físicos que respondan a las necesidades de los niños y jóvenes desplazados por conflictos bélicos, marginados por la desigualdad, la violencia, el maltrato y el abandono.

Ofrecieron su compromiso para caminar juntos, como Maristas, asumiendo los retos y desafíos de nuestra sociedad. Ofrecieron su juventud y su fuerza, sus deseos de un voluntariado organizado y su disposición para vivir desde una espiritualidad profunda. Y un consejo… un solo consejo: «No se cansen de apostar por la juventud, sigan siendo testimonio de esperanza entre los niños y jóvenes y caminemos juntos, de la mano de María, hacia un nuevo comienzo».

Hemos vivido un encuentro con jóvenes que no será anecdótico en este Capítulo. Un encuentro para caminar juntos hacia un nuevo comienzo. Un encuentro con jóvenes para tocar los sueños.

 

Mensaje en nombre de los jóvenes Maristas del mundo
para el instituto de los Hermanos Maristas de la Enseñanza

Estimados Hermanos capitulares, hermanos y laicos invitados, queridos colaboradores del XXII capítulo general:

Mi nombre es X, tengo X años y el día de hoy no represento ninguna localidad, ningún país o provincia. Hoy estoy frente a ustedes en representación de los miles de jóvenes del mundo Marista: los jóvenes que ustedes acompañan, quienes participan activamente en la labor evangelizadora del instituto, quiénes han sido educados por ustedes y todos los que los esperan en sus lugares de misión y en las periferias a las que el Papa Francisco nos ha invitado a servir, al estilo de Jesús.

Inicialmente queremos agradecerles por permitirse escuchar nuestra voz en este momento tan importante para el instituto Marista. Así mismo, gracias por apostarle a la juventud en estos 200 años de recorrido, en los que la vida marista ha experimentado alegrías y tristezas, aciertos y desaciertos, decisiones difíciles y oportunidades, y en general 200 años en los que el espíritu ha guiado la labor de nosotros, los Maristas de Champagnat, permitiéndonos evaluar el camino y soñar juntos los retos que supone «un nuevo comienzo».

Nuestra realidad como jóvenes nos está sometiendo a una cultura de muerte, una sociedad en dónde la guerra mutila nuestros sueños y aspiraciones, dónde muchos de nosotros no estamos teniendo oportunidad de alzar nuestra voz ante las injusticias. El mundo de hoy nos arrebata la oportunidad de vivir nuestra niñez y juventud, haciéndonos sentir como esclavos en un mundo que se proclama libre. La dinámica social nos arrincona en un juego donde perdemos el protagonismo de nuestra propia historia, dónde la pobreza socava nuestro potencial de construir y dónde las adicciones se han convertido en la salida de los problemas cotidianos que nos aquejan. Sentimos que la garantía de los Derechos Humanos se ha convertido en una utopía que se ha quedado solo en el papel, alejándose cada vez más de un mundo de igualdad y oportunidades para nosotros.

 

Frente a las realidades anteriormente mencionadas ¿Qué necesitamos y qué exigimos de ustedes los Hermanos?

Creemos que, para educar y evangelizar al joven, la herramienta principal debe ser el acompañamiento. Sentimos que ustedes se han alejado de nuestro mundo vital, ignorando los diferentes contextos y las realidades que queremos impactar con su ayuda para cambiarlos. Proponemos una nueva forma de evangelización para el joven marista o quien lo necesite, dónde sintamos su presencia entre nosotros y que salgan a nuestro encuentro en vez de quedarse sentados detrás de un escritorio; haciendo referencia nuevamente al llamado del Papa, de salir de su zona de confort para hacer presencia en los lugares donde se pide a gritos esperanza. Por ello proponemos la posibilidad de crear comunidades mixtas como una posible solución para la problemática delegando responsabilidades administrativas a los Laicos.

En este sentido, observamos que se ha perdido el símbolo de La Valla, el cual nos invita a vivir el servicio al otro desde la alegría de la fraternidad. Estamos plenamente seguros que una de las formas de motivar las vocaciones a hermanos dentro del instituto, es que ustedes sean testimonio, entre los niños y jóvenes, de la alegría de hacer vida el sueño de Champagnat. La fraternidad entre ustedes, Hermanos, no debe radicar solo en el servir, sino en el vivir como una verdadera Comunidad. Respecto a este tema solo cuestionamos: ¿Podemos decir que los hermanos realmente se aman como lo soñó Marcelino?

A partir de la educación nos preguntamos, al igual que el padre Champagnat: «¿Cuantos niños morirán, sin saber que Dios los ama?», en la actualidad existe un llamado muy grande sobre cómo se ha venido perdiendo la vivencia de la espiritualidad entre los jóvenes maristas, consecuencia del abandono de las obras por parte de los hermanos, lo que ha traído como resultado la ausencia del sentido de vida entre las juventudes, crisis de valores al interior de la familia y la falta de orientación vocacional.


Partiendo de lo anterior, proponemos la creación de espacios físicos que respondan a las diversas necesidades y acojan a los niños y jóvenes que están siendo desplazados por conflictos bélicos internos y externos en sus países, que han sido marginados por la desigualdad, la violencia, el maltrato y el abandono, que han perdido sus sueños por guerras. Estos espacios tendrían como fin el brindar a los niños y jóvenes oportunidad para capacitarse y formarse, con el objetivo de superar las realidades que enfrentan, para ser parte de la sociedad en la cual crearán vida.

Requerimos lineamientos sólidos frente a las situaciones y problemáticas que vive el mundo moderno, en temas tales como, la homosexualidad, el aborto, embarazos precoces, el suicidio, el racismo, la discriminación, la intolerancia, el desempleo y la degradación del medio ambiente.

Reforzando ideas anteriores, se propone el voluntariado como una medida que necesita tener mayor promulgación y promoción dentro del instituto; por ende, se plantea crear o ampliar la opción por un voluntariado juvenil junto a un acompañamiento de vida antes, durante y después del mismo.

Pensamos que se debe reevaluar el papel de la mujer dentro del instituto marista, en este orden de ideas, surgen preguntas como ¿Qué respuestas puede dar la congregación frente a mujeres con llamadas vocacionales religiosas al estilo de los maristas de Champagnat?

Finalmente, queridos hermanos, reiteramos nuestro compromiso como jóvenes y laicos, con los retos actuales y futuros de la sociedad y sobre la respuesta que como Maristas debemos dar para construir un mundo mejor. No se cansen de apostarle a la juventud, sigan siendo testimonio de esperanza entre los niños y jóvenes y caminemos juntos, de la mano de María, hacia un nuevo comienzo.

– Rionegro, 14 de septiembre de 2017


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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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