Un envejecimiento imparable de la población

La Bomba Demográfica: España está en peligro de muerte

En los últimos 10 años la tasa de fecundidad ha disminuido de 1.37 a 1.19

España sufre la tormenta demográfica perfecta: emigración, envejecimiento y baja natalidad

España es un país sin nacimientos.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó este 17 de agosto de 2022 los últimos datos de nacimientos del primer semestre del año.

El informe detalla que entre enero y junio de este año han nacido 159.705 bebés, una cifra inferior a la del año 2021, donde hubo 160.681 nacimientos.

Se trata de la cifra más baja desde el año 1941.

El invierno demográfico es una realidad implacable e inevitable en España.

Los datos demográficos son una bomba de relojería. En 2050, los mayores de 65 años serán un tercio de la población.

El gasto en ayudar a mujeres embarazadas es diez veces menor que en el negocio del aborto

Las administraciones públicas, comunidades autónomas, ayuntamientos y diputaciones dedican menos de ocho euros anuales por cada mujer embarazada en situación de vulnerabilidad en nuestro país.

Así lo señala el Mapa de la Maternidad del año 2020 elaborado por la fundación RedMadre y publicado el pasado diciembre.

En España, las ayudas a la maternidad son casi inexistentes.

Desde 2018, el gasto en madres gestantes por año ha crecido dos euros, de 5,96 a 7,97 euros, pero continúa siendo insuficiente.

En total, se dedican a las mujeres embarazadas un total de 3.392.333 euros, pero las ayudas para abortar ascienden hasta los 32.218.185.

De cada 18 euros que España dedica a gastos sociales, solo uno va para las familias

Mientras que la media europea del PIB destinado a la familia es del 2,2 % según el informe Evolución de la Familia en España en 2021 del Instituto de Política Familiar, en nuestro país esta cifra baja hasta el 1,3 %, lo que coloca a España en uno de los países del continente que menos ayudas monetarias otorga.

De cada 18 euros que se dedican a gastos sociales, solo 1 va para las familias.

A nivel comunitario, Malta y España compiten por ser los que peor tasa de natalidad tienen, pero a nivel internacional, nos colocamos como el cuarto país del mundo con peor índice de fecundidad.

El retraso de la maternidad por anteponer una trayectoria profesional es un causa posible de este fenómeno, pero no la única.

Y aunque el objetivo de las ayudas ofrecidas por el Gobierno es el fomento de la natalidad, los datos apuntan a que los nacimientos no paran de caer, y en el primer semestre de 2022 han bajado hasta cotas históricas.

En comparación con otros países europeos, España se encuentra a la cola en ayudas a la maternidad.

SERIE HISTÓRICA

En España en los años 70 había una media de 2,8 hijos por mujer. No fue hasta el 1975 cuando la fecundidad comenzó a caer en picado. En los años 90 se alcanzó el valor más bajo de fecundidad en el mundo junto con Italia, donde se vieron datos de 1,13 hijos por mujer.

Cuando entraron los años 2000 se vio un crecimiento e incremento de la fecundidad que duró hasta el año 2008, cuando la crisis financiera llegó a España.

La crisis de 2008 se arrastró hasta la mitad del 2010, tras esto, comenzó a repuntar un poco la fecundidad, pero seguíamos en niveles bajos, hasta que llegó 2020 y con él la pandemia de la covid.

Lo que ocurrió en 2020 fue una situación sin precedentes, vivimos un confinamiento a nivel mundial, estrés del sistema hospitalario y una situación económica y social no vivida con anterioridad.

Por ello, las parejas durante el periodo de confinamiento –marzo, abril y mayo– decidieron que no era momento de tener hijos.

Estos datos y la elección de las parejas de no tener hijos los primeros meses de la pandemia provocó que nueve meses después se registrase una gran caída de los nacimientos reflejada en los meses de noviembre, diciembre, enero y febrero de 2021.

En especial en diciembre y enero que el porcentaje de nacimientos cayó alrededor de un 20 %.

Nos encaminamos a una sociedad española que, básicamente, crecerá en número y que estará compuesta por menos jóvenes, más inmigrantes y más personas de edad, sobre todo mujeres.

Y ante ese panorama evolutivo ya está tardando el establecimiento de una política demográfica que, de modo integral, trate de acoger y encauzar la llegada de inmigrantes, de afrontar los desafíos del envejecimiento y, por encima de todo, mejore la natalidad.

Porque de nada vale hacer equilibrios entre inmigrantes y ancianos si no hay un plan de rejuvenecimiento. Aunque se nos olvide, no existe futuro para una sociedad si no llegan a ella nuevos individuos, que son a la vez los ciudadanos, productores y consumidores que le dan sentido.

Las políticas del Gobierno, desgraciadamente, no van en esa dirección: se estigmatiza la maternidad, como si fuera una enfermedad incompatible con el progreso femenino; se prioriza la cultura de la muerte, con leyes nihilistas como la del aborto o la eutanasia; se ignora al medio rural aunque se hable mucho de la «España vaciada» y al respecto de los mayores no se hace nada salvo intentar manipularles con la gestión de las pensiones, como si fueran meros objetos electorales carentes de otras expectativas e ilusiones.

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