Enfermedades de la A a la Z

La hepatitis E también puede volverse crónica y derivar en cirrosis y cáncer de hígado

La hepatitis E también puede volverse crónica y derivar en cirrosis y cáncer de hígado
Hepatitis C. SL

El doctor Gerardo Clemente, hepatólogo del Rosario del Hospital Nuestra Señora de Madrid, ha advertido de que la hepatitis E, con cuatro genotipos diferentes, también puede volverse crónica, pudiendo derivar en cirrosis y cáncer de hígado.

«La hepatitis E era hasta hace unos años la gran desconocida. Los genotipos 1 y 2 se producen por el consumo de agua contaminada (contagio oral-fecal) y, en menor medida, por contacto persona a persona. Son típicos de zonas en vías de desarrollo como Africa, Asia y Sudamérica. Sin embargo, los genotipos 3 y 4 se producen por vía oral y son más característicos en los países occidentales, cuya principal vía de infección es el consumo de carne de cerdo o jabalí poco cocinados infectados con el virus», explica el experto.

Clemente señala que las zonas en las que todavía se produce la típica matanza o se consume carne de caza son «más proclives» a ser infectados por este tipo de jepatitis, siendo el paciente tipo en España un hombre con una edad media de 50 años.

Tal y como recuerda el doctor, los pacientes VIH, trasplantados y con linfomas son los más sensibles a la hepatitis E ya que pueden provocarles una hepatitis crónica. «También se ha detectado que en las mujeres embarazadas puede, incluso, ser todavía más grave provocándoles la muerte. Sin embargo, son casos muy aislados porque la gran mayoría de estas no pueden tomar este tipo de carne al no haber pasado la toxoplasmosis», añade.

SINTOMAS Y TRATAMIENTO

La personas infectadas por el virus de la hepatitis E tienen un periodo de incubación medio de 5-6 semanas. Posteriormente, se empiezan a evidenciar los síntomas, que son los mismos que una hepatitis aguada de cualquier tipo.

En la fase inicial, explica Gerardo Clemente, se presenta fiebre leve, disminución del apetito y náuseas y vómitos que duran pocos días, unos síntomas que también pueden ir acompañados por dolor abdominal. En la icteria, la piel y los ojos se tornan amarillentas, y la orina se vuelve oscura. El hígado también aumenta su tamaño, una hecho que solo se detecta con una exploración médica ya que produce dolor en la palpación.

«Cuando existe cronificación, los pacientes deben ser tratados con Interferón y Ribavirina y la tasa de curación es del 80 por ciento. Las tasas de prevalencia han aumentado en Europa, al haber una mayor tasa de pacientes con VIH y trasplantados, llegando a ser de aproximadamente el 25 por ciento, un porcentaje mayor que el de personas con hepatitis A, pero en la mayoría de los casos la enfermedad tiene un curso benigno y no precisan tratamiento y en un periodo de 4-6 semanas la enfermedad desaparece», concluye el hepatólogo del Hospital Nuestra Señora del Rosario.

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