PERÚ-CONSERVACIÓN

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Dos osos de anteojos buscan refugio en Machu Picchu

Agencia EFE, Sábado, 13 de septiembre 2008
Dos osos andinos, o de anteojos, especie vulnerable por la tala ilegal y la caza indiscriminada, buscan insertarse a la vida salvaje que les ofrece el bosque que rodea la ciudadela inca Machu Picchu, en el sureste de Perú.

Estos dos osos de anteojos (Tremarctos ornatus) viven en cautividad desde hace varios años dentro del exclusivo Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel, situado a los pies de la célebre fortaleza inca.

Pero ahora sus guardianes pretenden, como parte de un proyecto de conservación, que estos especímenes pasen al semicautiverio en una zona cercada de 3.000 metros cuadrados dentro del Santuario de Machu Picchu y que necesita electrificarse.

"Queremos reactivar este cerco", dijo a Efe el jefe de Conservación y Medio Ambiente de Inkaterra, Dennis Osorio, tras precisar que esta iniciativa va acompañada de un generador de energía y la cobertura de los costos de electricidad.

Una vez que los dos osos -que han sido bautizados como "Pepe" y "Yogui"- no para tratarlos como mascotas sino para facilitar sus controles médicos- pasen al refugio, sus cuidadores podrán vigilarlos de cerca hasta que puedan insertarse a la vida salvaje.

Allí se podrá "monitorear el comportamiento (de los osos), si pueden trepar árboles o si registran niveles de estrés más bajo", acotó el representante de Inkaterra.

En 2002 una osa de Inkaterra pasó del cautiverio a la libertad vigilada, pero poco después logró escarbar por debajo del cerco, probablemente en busca de pareja, y hace poco fue vista con crías y completamente reinsertada a la vida salvaje, relató Osorio.

Si bien no se conoce el número exacto de osos de anteojos que viven en Machu Picchu en estado salvaje, desde 2005 se han realizado diversos avistamientos de estos ejemplares en la zona.

El más curioso fue el de un oso andino en el jardín central de Machu Picchu, aunque después este animal omnívoro y de naturaleza tímida regresó asustado al bosque, relató Osorio.

El oso de anteojos tiene un pelaje grueso y oscuro y con dos grandes manchas amarillentas en la cara, lo que le da su nombre común: oso de anteojos.

Este es el único miembro de la familia de los úrsidos que existe en Sudamérica, y puebla los bosques de las estribaciones andinas, entre los 1.000 y 3.000 metros, desde Venezuela hasta Argentina.

Con el calentamiento global, la tala indiscriminada de los bosques por fines agrícolas y madereros, así como la caza descontrolada, ya sea por su piel o porque su voracidad amenaza a algunos cultivos, la población de estos animales se encuentra en situación vulnerable, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

Se calcula que actualmente existen 6.000 ejemplares de osos de anteojos o "pandas criollos", la mitad de ellos en Perú, donde además, forman parte de la dieta de algunos de los pobladores de este país o son capturados por su uso en la medicina tradicional, relató el representante de Inkaterra.

El oso de anteojos tiene un papel crucial en la conservación de los llamados "Bosques de nubes" de los Andes, llamados así por la acumulación de nubes en estas altas zonas, ya que el pelaje de estos úrsidos "acarrean el polen de las flores y favorecen a la polinización" así como a la "dispersión de semillas", dijo Osorio.

Este animal de 1,5 metros y unos 150 kilos de peso forma además parte del imaginario popular del mundo andino. Por ejemplo, en fiestas populares de la región peruana de Cuzco, donde se encuentra Machu Picchu, está presente en leyendas y ritos bajo el nombre de "ukuku", "ukumai" o "Pablito".

El la Festividad del Señor de Coylluriti, en Cuzco, que se realiza a principios de mayo, los osos de anteojos son representados como jueces armados de látigos que castigan a todo aquel que "no tiene un comportamiento respetuoso durante la fiesta patronal", relató Osorio.