Hasta ahora, los obispos siempre animaban a votar, aunque fuera en blanco

clipping

El episcopado español justifica la abstención

RD, Sábado, 5 de febrero 2005
Los obispos rompen sus costumbres (leyes en la Iglesia) y, por vez primera, "bendicen" la abstención y la consideran una opción moralmente válida. Es la primera vez que lo hacen. Hasta ahora, el episcopado siempre animaba a votar, aunque fuera en blanco. Por responsabilidad ciudadana.

En una decisión que, como reconocía el padre Martínez Camino, «tiene su miga». Porque, como dice la nota, son admisibles «el voto en blanco y la abstención, en el caso de que no sea posible superar la perplejidad o no se pueda aceptar en su raíz el planteamiento de la consulta».

 Dos circunstancias que los propios prelados reconocen que se dan en el actual referéndum. «No son pocos quienes manifiestan su perplejidad ante la dificultad de poder conocer responsablemente el contenido de un largo y complejo texto legal, como es el Tratado que se presenta a consulta». Y matizan: «La dificultad es objetiva y el tiempo es escaso».


«El sí, el no, el voto en blanco o la abstención son posibles opciones legítimas». Son palabras de la nota del episcopado sobre el referéndum de la Constitución Europea. La Iglesia admite cualquier opción que el cristiano tome en conciencia. Incluso la abstención, algo que bendice moralmente por vez primera.

Como subrayaba en rueda de prensa el portavoz del episcopado, Juan Antonio Martínez Camino, «la Conferencia Episcopal nunca ha dicho a los católicos lo que tienen que votar. Y tampoco lo hace ahora». Es decir, que «todas las opciones son igualmente legítimas».

Hasta ahora, en todas las elecciones, los obispos invitaban siempre a votar responsablemente y, a lo máximo, aceptaban el voto en blanco. Pero nunca la abstención, que, como explica el propio secretario del episcopado, «puede identificarse con la pereza y la irresponsabilidad».

El 14 de febrero de 1986, el episcopado publicaba también una nota titulada Actitudes éticas ante el próximo referéndum de la OTAN. Hay párrafos calcados, pero en la nota de entonces no se admiten, en ningún momento, todas las opciones posibles, incluido el voto en blanco y la abstención. A lo máximo que se llega es a decir que «ninguna de las decisiones posibles puede, por tanto, presentarse legítimamente como la única compatible con la conciencia cristiana».

En cambio, en esta ocasión, la nota de la secretaría general «por encargo recibido de la Comisión Permanente» da un paso más y admite también como moralmente aceptable la abstención. En una decisión que, como reconocía el padre Martínez Camino, «tiene su miga». Porque, como dice la nota, son admisibles «el voto en blanco y la abstención, en el caso de que no sea posible superar la perplejidad o no se pueda aceptar en su raíz el planteamiento de la consulta».

Dos circunstancias que los propios prelados reconocen que se dan en el actual referéndum. «No son pocos quienes manifiestan su perplejidad ante la dificultad de poder conocer responsablemente el contenido de un largo y complejo texto legal, como es el Tratado que se presenta a consulta». Y matizan: «La dificultad es objetiva y el tiempo es escaso».

Dicho de otra forma, al estilo del portavoz del episcopado: «La abstención no es legítima, cuando el ciudadano se va de vacaciones a la playa o a una estación de esquí. Es legítima, cuando no es posible superar la perplejidad o en el caso de las personas que no están de acuerdo con el planteamiento del referéndum».Porque el voto no puede tener «otras consecuencias políticas distintas de las que se someten explícitamente a consideración de los ciudadanos».

La razón por la que la Iglesia acepta cualquier postura ante el referéndum radica en que «la Constitución presenta elementos positivos y negativos». Entre los primeros, se señalan la paz, el desarrollo, la cooperación y hasta el «reconocimiento de las Iglesias como realidades sociales de valor específico».

Pero, en la balanza, pesan también los negativos. Entre ellos, los prelados reprochan al texto constitucional el que no excluya ni el aborto, ni la eutanasia, ni los matrimonios gays, amén de lamentar «profundamente la omisión deliberada del cristianismo como una de las raíces vivas de Europa y de sus valores».

A nivel de principios, en cambio, la jerarquía católica asegura que «la Iglesia apuesta por Europa», porque ha estado «entre los primeros en alentar el gran proyecto de unificación europea».Y, además, advierte con orgullo que «los llamados padres de la Europa comunitaria fueron grandes hombres de Estado cristianos, entre ellos Robert Schuman, hoy camino de los altares».

Respecto al plan Ibarretxe, Martínez Camino subrayó en dos ocasiones que la nota publicada el pasado 7 de enero por la Oficina de Información de la CEE «recuerda la doctrina de posible aplicación en este caso. Pero no se ha hecho un juicio explícito sobre este plan político». Un plan que preocupa mucho al episcopado, pero que, sin embargo, no abordó ni en su Permanente ni abordará en su Plenaria del 7 de marzo.