Rice advierte a la UE sobre el peligro de romper el embargo de armas a Pekín

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El rearme chino inquieta a EEUU

La Vanguardia, Lunes, 21 de marzo 2005

"Es Estados Unidos, y no Europa, quien está defendiendo el Pacífico", dijo ayer en Seúl Condoleezza Rice. La secretaria de Estado norteamericana lo dijo con la irritación que le produce la certeza de que el embargo de venta de armas de la UE a China tiene los días contados. No es un problema de armas, sino de disciplina.

El presidente francés, Jacques Chirac, lo dijo con toda claridad el año pasado: "El levantamiento del embargo significa un hito en el que Europa debe elegir entre los intereses estratégicos de Estados Unidos y de China, y elige China". Ése es el problema, y esa indisciplina había tenido el viernes otro disgusto: la cumbre ruso-europea de París. El encuentro de Zapatero, Chirac y Schröder con Putin en la capital francesa recreó el fantasma de lo que la política de Washington intenta evitar a toda costa en el Viejo Continente desde el fin de la guerra fría: la emergencia de una Europa integradora de Rusia, frente a la Europa atlantista, comparsa del hegemonismo estadounidense.

El levantamiento del embargo de armas a China forma parte de la general apuesta por la multipolaridad. De Brasil, a India, de la UE a China, de Rusia a Irán y Canadá, todos los que cuentan en el mundo, en América, Asia y Europa, menos EE.UU. e Israel, apuestan por ella, lo que incluye el diálogo de civilizaciones como alternativa a su conflicto.

Rice lo ve de otro modo. "Existe inquietud sobre el alto gasto militar chino, así como por el potencial poder militar que pueden alcanzar y su grado de sofisticación", dijo ayer. Para la secretaria de Estado, la UE "no puede contribuir a que la modernización militar china se aproveche de la tecnología europea".

Su expresión "defender el Pacífico", encierra toda una mentalidad. El funcionario de la Casa Blanca que el día 13 informó en Washington a la prensa de la gira asiática de Rice, la retrató: "Hemos estado ayudando a Asia durante mucho tiempo, hemos librado allá tres guerras y queremos mantener nuestras garantías de seguridad".

La secretaria de Estado se presenta como moderadora de los conflictos y desaguisados que la política de Washington agrava. Sólo el 19%de los coreanos del sur, los primeros amenazados, apoyan la política norteamericana de cambio de régimen en Corea del Norte.

 Asia ya no es zona colonial, sino la fábrica del mundo. Más de 1.800 empresas surcoreanas quieren producir en Corea del Norte e invertir allí. El desmoronamiento del régimen norcoreano sembraría de problemas la región, comprometería el crecimiento en el nordeste de China y costaría 600.000 millones de dólares durante diez años a Corea del Sur, según el cálculo de su Gobierno.

En la penúltima jornada de su gira asiática de ocho días por seis naciones, Rice llegó ayer a Pekín pisando terreno resbaladizo. El mundo está en otra sintonía. Hoy, Asia Oriental no quiere más de esa ayuda, no quiere otra guerra de Corea, ni tampoco una guerra contra China por Taiwán.

Rice se entrevistó ayer con el presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao. Para los chinos, la relación con Estados Unidos es demasiado importante, y su situación interna demasiado crítica y frágil, como para armar escándalos, pero, en su última declaración sobre Taiwán, el primer ministro Wen subió el tono: "No deseamos ver ninguna interferencia extranjera allí, pero tampoco tememos que ocurra", dijo.

Mientras en Occidente los titulares son sobre el pujante militarismo chino y sus amenazas hacia Taiwán, y la crisis nuclear norcoreana, la realidad va por otro lado. La Administración Bush está tejiendo una ilusa estrategia de guerra contra China,con Japón de eje.

"Desde el fin de la guerra fría, y especialmente con George W. Bush, Estados Unidos ha venido haciendo todo lo posible para inducir y acelerar el rearme japonés", dice Chalmers Johnson, uno de los grandes especialistas norteamericanos en Asia. Esa política "promueve la hostilidad entre China y Japón, las dos superpotencias regionales, sabotea la posible solución pacífica de los problemas de Taiwán y Corea del Norte y crea las bases de un posible conflicto chino-norteamericano". El proyecto de EE.UU. es convertir Japón en "la Gran Bretaña de Asia", es decir, en el chico de los recados en la región, siempre dispuesto a participar en las aventuras militares del jefe.

Hasta hace dos años, Japón fue el mayor socio comercial de China, pero, desde el 2004, la UE y Estados Unidos le han superado y el plan de Corea del Sur es relegar a Tokio al cuarto puesto. "La prosperidad de Japón depende en gran parte de China, pero la de China puede sobrevivir sin Japón", dice Johnson.

La situación interna en Japón es alarmante. Frente a la realidad de su declive vital, económico y demográfico, su actual Gobierno pretende avanzar hacia atrás. El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, visita regularmente desde el año 2001 el santuario de Yasukuni de Tokio, un monumento a la gloria del imperialismo japonés. Koizumi también ha colocado en su Gobierno a todo un rosario de antichinos y amigos de Taiwán, como el ministro de Exteriores, Nobutaka Machimura, y el de Defensa, Yoshinori Ono. Con su Gobierno, se corrigen los libros de texto y se califican de "leyendas" crímenes como la matanza de decenas de miles de personas en Nanking, lo que enfurece a los chinos y a todo aquel que recuerde a los, aproximadamente, 23 millones de chinos matados por los japoneses en la II Guerra Mundial.

Taiwán es el único lugar de Asia en que los japoneses son queridos, y Estados Unidos ha implicado a Japón en su padrinazgo militar del independentismo taiwanés. Con una declaración conjunta firmada en Washington en febrero, Japón se unió, por primera vez, a Estados Unidos al identificar la seguridad en el estrecho de Taiwán como "objetivo estratégico común".

Un estudio oficial americano sobre la valoración del poderío militar chino concluyó el año pasado que la correlación de fuerzas militares, tanto global como en Asia, continuará siendo favorable a Estados Unidos los próximos veinte años. Eso no impide continuas declaraciones de altos funcionarios sobre el "peligro militar chino".

Rice habló ayer de que "Estados Unidos preparará y modernizará sus fuerzas para asegurar el equilibrio en Asia, de manera que la región pueda continuar una vía pacífica hacia la democracia y la prosperidad económica". Y ya han empezado. Además de las bases en Japón y Corea del Sur, se ha incrementado la potencia en Guam -una isla arrebatada a España en el siglo XIX desde donde en los setenta se bombardeaba Vietnam-, destacando allá bombarderos y submarinos estratégicos. Además de las bases obtenidas en Kirguistán, Tadjikistán, Afganistán y Uzbekistán, se intenta obtener nuevas bases y presencias en el sur de Asia, fortaleciendo relaciones militares con Tailandia, Malasia, Sri Lanka, India y Singapur.

Parece una contradicción si te tiene en cuenta que China, con el grueso de sus reservas colocadas en bonos del tesoro americano, es el segundo sostenedor mundial del dólar y de la deuda americana.

El nombramiento de John Bolton como embajador en la ONU es una especie de último chiste. Bolton es un conocido partidario de la independencia de Taiwán y fue consultor a sueldo del gobierno de Taipei. Desde el 2001, Bush presiona para vender a Taiwán armas de última generación. Rice hablará hoy de la ley antisecesión china, del peligro norcoreano y de la estabilidad en el estrecho de Taiwán, pero la realidad va por otra parte.