José Antonio Ullate, periodista y autor de La verdad sobre El Código Da Vinci

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«Nadie se hubiera atrevido a hacer una novela en la que el Jesucristo de El Código Da Vinci hubiera sido Mahoma»

Periodista Digital, Lunes, 11 de abril 2005

“La reacción de la Iglesia ha sido tardía”. Es la opinión crítica de José Antonio Ullate, periodista, católico reconocido y autor de La verdad sobre El Código Da Vinci, obra que intenta desmontar la interpretación del cristianismo del best seller de Dan Brown. Ullate, con la pasión del que ha trabajado un periodismo de investigación y doctrina muy personal, critica, sin embargo, que sea ahora, después de más de 25 millones de ejemplares vendidos de El Código Da Vinci cuando reacciona la Iglesia.

Lo ha hecho, por el momento, en boca de los arzobispos de Barcelona y de la ciudad italiana de Genova. ¿Boicot? “No me escandaliza, pero no vale decir que esto es una falsedad, hay que ir más lejos.” Y pronto, si es cierto que como advierte Ullate: “cuando millones de personas que se declaran cristianas sienten tambalear su fe por la lectura de una novela, los pilares de la religión en el mundo Occidental están quebrándose”.

FICHA
José Antonio Ullate
- Nació en Pamplona en 1968
- Licenciado en Derecho por la Universidad de Pamplona
- Redactor jefe de Alfa & Omega
- Redactor de La Razón
- Ha trabajado como creativo en Agencias de Publicidad
- Ahora se dedica al periodismo institucional

El Código Da Vinci desvela una nueva interpretación del cristianismo. La verdad sobre El Código Da Vinci, que usted ha publicado, rebate la obra de Dan Brown. ¿En qué plano queda la fe cristiana con estas lecturas?

A la estricta doctrina cristiana no le afecta. Afecta a la fe de muchos creyentes que quedan perplejos. Porque se hayan vertido en torno a la iglesia un montón de falacias, manipulaciones, engaños y semiverdades y luego haya algunos que hayamos intentado poner algo más de claridad donde el libro de Brown no hace más que arrojar sospechas, dudas y sombras, la doctrina no queda afectada. Ha habido mucha gente que con una alegría pasmosa se ha zambullido en las páginas del libro de Dan Brown con la pretensión de que se trataba de un entretenimiento. Pero creo que hay un error de fondo en la mezcla de géneros que utiliza Dan Brown. Podemos distinguir una novela de tesis y otra de ficción perfectamente imbricados en El Código Da Vinci.

¿Por qué este tipo de relatos son considerados con tanta seriedad por los lectores?

Soterradamente y al socaire de la trama ficticia, el autor nos está introduciendo en una novela de tesis en la que habla de revelaciones maravillosas y tremebundas sobre las mentiras de la Iglesia y las estrategias que ha utilizado para ocultar la auténtica doctrina de Cristo. Además, en la primera página del libro, Dan Brown dice que es una obra de ficción, pero que los datos son reales y están contrastados. Ahí hay una primera falta de honradez. El lector no sabe si las descripciones que se hacen del cuadro de La última cena de Leonardo o la relación supuesta entre Jesús y María Magdalena son verdaderas. Muy mal tiene que estar nuestra sociedad cuando una novela se convierte en referencia doctrinal a la hora de juzgar temas como la Historia, Arte o Religión. 

¿Son los pilares de la fe cristiana tan poco seguros?

En un creyente no es posible tener fe y dudar las verdades de esta fe. Cuando millones de personas que se declaran cristianas sienten tambalear su fe por la lectura de una novela, nos avisa de que los pilares de la religión en el mundo Occidental están quebrándose. Otra clave del éxito es la temática. No hay que ignorar que Dan Brown es un escritor hábil, no vamos a decir que es un escritor bueno, pero no me voy a enseñar. Porque yo siento como escritor un respeto hacia aquel que es capaz de atraer la atención del público. Muchos han intentado hacer lo que él ha hecho y sólo él ha conseguido el éxito de ventas. Ahora bien, si no hubiera utilizado a personajes como Jesucristo o la historia de la Iglesia, si hubiera utilizado la vida de Buda es muy poco previsible la sensación que ha causado esta novela.

¿Qué efecto hubiera ocasionado una novela en la que se hubiera puesto en tela de juicio la hégira de Mahoma?

La reacción hubiera sido distinta porque, a mi juicio, los fundamentos racionales de la fe cristiana son incomparablemente superiores a los de la religión musulmana. Eso sobre la fe. Pero teniendo en cuenta el vigor de los creyentes en el mundo musulmán y en el cristiano queda patente que nadie se hubiera atrevido a hacer una novela en la que el protagonista análogo al Jesucristo de Da Vinci hubiera sido Mahoma porque el temor a las reacciones físicas es muy disuasorio.

Algo tendrá la obra para funcionar tan bien

Me parece que El Código Da Vinci, como instrumento intelectual es absolutamente tramposo. Mezcla despiadadamente dos géneros que se repugnan, la historia intelectual y la ficción. Pero además hay una intencionalidad por parte de Dan Brown de comunicar una verdad religiosa o cuasi religiosa.

¿Por qué tercia ahora la Iglesia contra la obra de Dan Brown y no lo ha hecho antes?

Hay que distinguir la legitimidad de la Iglesia, indiscutible, a la hora de instruir a sus fieles como institución que custodia una doctrina relativa a la salvación de las personas y que merece un cuidado escrupuloso. Ha habido en este sentido un cierto escándalo farisaico a la hora de juzgar la actitud de la Iglesia. En segundo lugar me parece que se podría haber hecho de otra manera, más cargada de razones. Es una reacción tardía: 25 millones de ejemplares vendidos, una película hollywoodiense en ciernes... Es un fenómeno que no sólo requiere reacciones sino también razones. No vale decir que esto es una falsedad, hay que ir más lejos. El Código Da Vinci es un termómetro de una sociedad aparentemente cristiana pero que es más frágil de lo que parece.

Pero en este “ir más allá”, ¿llegarías al punto de pedir el boicot en las librerías?

Que la Iglesia prevenga a sus fieles de hacer cosas que puede perjudicarles no me parece mal, sino todo lo contrario. En cualquier otro colectivo, con menos legitimidad que la Iglesia, se está adoctrinando sobre lo que hay qué leer y lo que hay qué hacer. La conclusión que yo saco es estamos ante un producto muy poco honrado. La verdad y error no tienen los mismos derechos. En ese sentido no me escandaliza la Iglesia, aunque la palabra boicot suena muy fuerte. Pero lo único que se está haciendo es decir ¡ojo! que esto no puede conducir a nada bueno.

En tu trabajo has llegado -pongo por ejemplo-, a desmentir que la pirámide del Louvre tenga 666 losetas (número bíblico del anticristo) como indica Dan Brown...

Ha sido una mezcla de investigación periodística y doctrinal. El caso de las losetas del Louvre fue topar con una referencia de un artículo que me llevó a la página web del museo Louvre que fue una fuente de información amplísima. Ahí aparece la descripción de la obra de la pirámide de cristal. La información oficial del museo desmiente las afirmaciones de Brown. Si decimos 666 estamos induciendo a pensar que tienen alguna conexión con un culto satanista, con la masonería y François Mitterand (presidente que encargó la pirámide y reforma del Louvre)... Creamos enigma de una forma fraudulenta y facilona.

¿Quién sale más perjudicado con El Código Da Vinci? La Iglesia, el Opus Dei, los creyentes...

Probablemente la Iglesia en general. Los ataques al Opus Dei son más bien cómicos. Donde se centra el ataque de Dan Brown es en el historicismo del cristianismo: que Jesucristo nunca se pretendió hijo de Dios, que era un hombre corriente que tuvo una relación carnal con María Magdalena, que la Iglesia había inventado de forma original para asegurarse el poder... El objetivo es la Iglesia. Y estamos hablando de cosas que el gran público no tiene por qué conocer, pero que están al alcance de cualquiera en una enciclopedia.


Más ira divina contra Dan Brown

(El PaísEnric González,Roma.

Si Pablo VI no hubiera suprimido el Índice de Libros Prohibidos por el Vaticano, El código Da Vinci (publicado en España por Umbriel y Círculo de Lectores) figuraría en primer lugar de la lista.

El best seller de Dan Brown, que fantasea sobre una hipotética descendencia de Jesús, atribuye a la Iglesia católica el papel de gran encubridora de la verdad y otorga a un dirigente del Opus Dei el papel de "malvado", sigue causando, a los dos años de su publicación, un malestar profundo en la Curia.

El cardenal Tarcisio Bertone, arzobispo de Génova y colaborador del cardenal Joseph Ratzinger en la Congregación para la Doctrina de la Fe (antigua Inquisición), descargó ayer su ira sobre un libro que calificó como "castillo de mentiras". "No compren ni lean El código Da Vinci", recomendó Bertone a los católicos.

El cardenal Bertone, de 70 años, gran aficionado a las armas y popular comentarista deportivo (retransmite los partidos del Génova y el Sampdoria para una televisión local), goza de cierta fama de personaje heterodoxo. Pero en cuestiones de moral católica es considerado una de las máximas autoridades eclesiales.

 Fue catedrático de Teología Moral y Derecho Canónico y secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe e incluso ha figurado, en una posición discreta, en las quinielas de posibles sucesores de Juan Pablo II. Su ataque contra la novela de Dan Brown, desde los micrófonos de Radio Vaticano, no era el primero, pero sí uno de los más virulentos.

Lo que más lamentó fue la difusión de la obra entre los jóvenes, "un hecho verdaderamente doloroso y terrible". "Se ha creado un estereotipo que circula por las escuelas", declaró, "según el cual hace falta leer ese libro para comprender toda la dinámica de la historia y todas las manipulaciones que la Iglesia supuestamente habría cometido". "Creo que existe una auténtica estrategia de mercado tras la difusión de ese castillo de mentiras, y las librerías católicas se quejan de verse obligadas a venderlo para ganar algún dinero", agregó el cardenal Bertone.

La Iglesia católica nunca ha contestado en documentos oficiales las tesis del libro. La ficción de Brown se apoya en un anterior best seller de casi dos décadas atrás que descubrió que el Santo Grial era literalmente la sangre de Cristo, es decir, su descendencia con María Magdalena, llegada por prodigio a Francia y transformada en la dinastía merovingia.

La tesis es un disparate como cualquier otro, pero permite a Brown desarrollar una intriga con los elementos más comerciales hoy en las librerías: contexto histórico, ocultismo, conspiración y trama policial. Dada la inconsistencia del asunto, el Vaticano, como institución, ha preferido ignorar el "castillo de mentiras".

Las declaraciones efectuadas por el cardenal Bertone constituyen, sin embargo, casi una reacción oficial. "Que el Vaticano interfiera en descalificar una obra literaria significa traspasar todas las fronteras de la libertad de creación; además, calificar una obra de creación como "castillo de mentiras" es confundir los planos, porque no se puede juzgar una novela con criterios históricos", manifestó ayer el teólogo español Juan José Tamayo, informa María Cordón.

El Opus Dei, la institución que sale peor parada, ha preferido no hacer del libro un casus belli. En cuanto se publicó El código Da Vinci contactó con Dan Brown para que incluyera en las nuevas ediciones un prólogo con su firma en el que advirtiera de que todo era inventado.

La negociación no funcionó, aunque Brown, que no ofrece entrevistas, explica en su página de Internet que la obra "es una novela y por esencia una obra de ficción", y se esfuerza por "hacer una descripción lo más equilibrada posible del Opus Dei". Para contrarrestar la mala imagen que le confiere un best seller que ha vendido ya más de 20 millones de ejemplares en todo el mundo, el Opus Dei ha optado por exponerse a sí mismo ante la opinión pública, ofreciendo a uno de los más prestigiosos vaticanistas del momento, el estadounidense John Allen, todos sus archivos y documentos internos. Allen, corresponsal en el Vaticano de National Catholic Reporter y católico de orientación progresista, publicará el libro resultante de su investigación dentro de tres o cuatro meses.