SerGordo / Diario de una reducción de estómago

En la vida de todo gordo llega un momento que…

... tienes que plantearte un punto y aparte

En la vida de todo gordo llega un momento que...
Stop. Flickr / Heiden

El bypass me va a traer una estabilidad de la que hasta ahora no he disfrutado y que no había podido alcanzar por distintos motivos de oportunidad, económicos y anímicos

En la vida de todo gordo llega un momento en que tienes que plantearte un punto y aparte: en mi caso, mi vida hasta los cincuenta; mi vida a partir de los cincuenta, y mi vida tras el bypass.

Como ven, no es que el corte lo haya hecho muy pronto –no realmente–; lo he efectuado cuando he podido, cuando las circunstancias me lo han permitido.

Como la generalidad de las personas, pertenezco a la mass media. Primero he sobrevivido a mis circunstancias, adversas y favorables, con bastante tesón y trabajo. Nunca me he dejado arrastrar por la adversidad y he tenido mis motivos, como todos, para decir «no puedo mas y aquí me quedo».

Creo que el trabajo, en mi caso el ejercicio profesional de la abogacía, ha sido la pieza del puzzle que junto a mi familia y amigos me ha permitido continuar a flote y no tirar la toalla.

Además de ser gorda, he tenido que enfrentarme a una enfermedad crónica, como es el lupus eritomatoso sistémico, que me ha traído y me trae numerosos problemas; sobre todo, en mi caso, de estabilidad anímica.

Con todo lo anterior quiero poner de manifiesto, por si alguien no le hubiera quedado claro todavía, que mi vida no es una vida fácil ni muelle; que todo, incluido el bypass, me ha costado sangre, sudor, esfuerzo… como a tí lector.

Pienso que el bypass me va a traer una estabilidad de la que hasta ahora no he disfrutado y que no había podido alcanzar por distintos motivos de oportunidad, económicos y anímicos.

Para conseguir algo, primero hay que pensarlo, desearlo y luego asumirlo. Como vengo reflejando a lo largo de decenas de artículos en SerGordo, los efectos del bypass no son todos estupendos, como ya sabía; y como es todo en la vida, los vicios adquiridos en cuanto a la comida no desaparecen por un tajo en el estómago, si no que permanecen en tí y te van saliendo.

Por ejemplo: comes con los ojos; como un día te sientes bien, pues tratas de ingerir algo que no está en la parca lista del segundo mes. Y lo haces, y entonces, inmediatamente, y creo sin que pase del esófago, te entra un retortijón y empiezas a devolver. ¡Ojo con las probatinas! El daño es inmediato.

La autora de este blog, después del breve intermedio en el balneario, se va a pasar sus vacaciones al pueblo de sus ancestros (Molinaseca [Ponferrada, El Bierzo, León]).

Ya ven, nada glamuroso, ni sofisticado, pero al alcance de todo el que tenga una familia tan fantástica como la mía –menos pija de lo que algunos pensaban, eh–.

Por cierto, para mí es una opción perfecta: andar, leer, disfrutar de un buen clima y que alguien me controle la comida, amén de poder hablar y estar con la familia, ya que tengo la suerte de pertenecer a una muy extensa y bien avenida a la que le encanta charlar, estar reunida y comer –yo solo de lo permitido, ellos disfrutaran de los caldos y viandas bercianas que no son pocas–.

Hace unos días, una amiga argentina me remitió un texto sobre la amistad, que voy a transcribir:

Es una puerta que se abre, una mano extendida, una sonrisa que te alienta, una mirada que te comprende, una palabra que te anima, y una critica que te mejora. Es un abrazo de perdón que te estimula, un encuentro que te regocija, un favor sin recompensa, un dar sin exigir, una entrega sin calcular y un esperar sin cansancio. La amistad es mas sublime que el amor.

Se lo dedico a mis amigos sean mis familiares o mis amores. buenos días y buena suerte.

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Autor

Concha Páez

Licenciada en derecho por la Universidad de Granada (1977-82).

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