Como bien afirmaba Jean Cocteau: «Un vaso medio vacío de vino es también uno medio lleno, pero una mentiras a medias, de ningún modo es una media verdad». Lo que sucedió se basó en recursos poco sofisticados -algoritmos que hacía prevalecer la información engañosa o polarizadora, porque generaba más interacciones y por ende, más dinero para la plataforma- en comparación con los que son capaces de crear una realidad completamente falsa: «herramientas que se desarrollan a toda velocidad basadas en la inteligencia artificial, el aprendizaje automático y la realidad aumentada», como describió el autor del artículo, Charlie Warzel.
El futuro que ve este experto en tecnología trae un montón de herramientas tecnológicas hábiles, fáciles de usar y sobre todo casi imposibles de detectar «para manipular la percepción y falsificar la realidad», según recoge Infobae.
En una escena virtual vulnerable -«a la propaganda, a la desinformación, a la publicidad oscura de gobiernos extranjeros»- la capacidad de desarrollar, por ejemplo, audios y videos tan realistas que no se pueden distinguir de los reales, dañaría, al punto de cuestionar su relevancia, «una piedra angular del discurso humano: la credibilidad de los hechos», según BuzzFeed.