Crisis de la primera portátil

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Leica se hunde

La Vanguardia, Lunes, 18 de abril 2005
Hay quien la llama "el Rolls de las cámaras". Para otros, como el legendario Henri Cartier-Bresson, recientemente fallecido, era una prolongación del ojo. Tal vez, como decía una vieja publicidad, Leica es "más que un nombre". "Más que una cámara", podría decirse, parafraseando la frase aplicada, algunos años después, al Futbol Club Barcelona.

La Leica, la cámara portátil inventada a principios de siglo por Oskar Barnack, ingeniero en una empresa óptica en el oeste de Alemania, contribuyó al nacimiento del reporterismo gráfico y a masificar una práctica que, hasta entonces, era cosa de elite. En pocos años, se convirtió en objeto de culto.

Ahora, cuando se cumplen 80 años de la presentación de la Leica I, la primera cámara que salió al mercado, la firma se halla en una situación crítica. Pérdidas millonarias, derrumbe de las acciones en la bolsa, acreedores decididos a cerrar el grifo... El mito de la Leica está vivo y los miles de coleccionistas capaces de dejarse el sueldo en un ejemplar rarísimo dan fe de ello, pero la marca corre el riesgo de quedar en eso: más un mito que una marca competitiva en el mercado.

{ladillo}Una marca en declive {/ladillo}
El viernes, el consejo de administración de la empresa, propiedad en un 31,5% del grupo francés de productos de lujo Hermès, adoptó un plan que el 31 de mayo presentará a los accionistas para salvar el negocio. El mismo viernes, Ralf Coenen, presidente de la compañía desde enero, abandonaba el cargo, sin que se difundiesen los motivos.

"No tenemos dificultades de pago, de liquidez", dice desde Solms, el pueblo donde se encuentra la actual sede de la empresa, el portavoz de Leica, Gero Furchheim. "Creemos que superaremos las dificultades económicas", añade.

Nadie niega las dificultades a las que se enfrenta esta sociedad, que salió a la bolsa en el año 1996, donde no ha dejado de perder valor desde entonces, y que en los últimos años ha eliminado más de un centenar de empleos. Los más pesimistas temen que la empresa, que cuenta con 1.296 empleados, desaparezca.

¿Cómo ha llegado una marca de lujo a este declive? ¿Acaso no sigue los mejores fotógrafos del mundo apreciando la Leica?

Hay motivos inmediatos para la crisis, como la alta cotización del euro, que encarece las exportaciones. Pero existe una causa más profunda. Leica llegó tarde a la última revolución que ha vivido la fotografía: la introducción, en la pasada década, de la tecnología digital. Una tecnología democrática, que permite al usuario ver sus fotos de forma inmediata, en una pequeña pantalla, sin esperar al revelado.

Mientras que fabricantes japoneses como Canon o Nikon se lanzaban sin titubeos a la fotografía digital, Leica, más prudente y también más pequeña, tenía dificultades para abandonar la tradicional fotografía analógica, y tardaba en desembarcar en un mercado que ya estaba ocupado.

{pag}A Axel Rosswog, empresario alemán de 64 años, nunca se le ocurriría comprarse una Leica digital. Y no por falta de amor a la marca. Su esposa, explica Rosswog, sí utiliza cámaras digitales, pero japonesas.

Él sólo utiliza Leicas. Pero todas analógicas, claro.

"Las colecciono desde 1979. En 1978 me compré mi primera Leica. Siempre me había querido comprar una, pero era demasiado cara. Para permitírsela, uno debía tener el sueldo de un empleado cualificado. La Leica tenía una aureola... duraba toda la vida", dice Rosswog, quien preside Leica Historica, una asociación que reúne amedio millar de coleccionistas alrededor del mundo.

"Desde joven quería una Leica. Primero quise una antigua. Era una maravilla mecánica. Después quise otra. Y con el tiempo llegué a tener unas cuantas", prosigue. ¿Cuántas? "Tengo 55 Leicas. Pero algunos tienen muchas más. Mi colección es pequeña. Hay gente que tiene dos casas familiares y una sólo es para cámaras. Yo no llego tan lejos".

Rosswog es uno más entre los miles -desde ilustres fotógrafos hasta simples aficionados- que han que- dado fascinados por las viejas Leicas, cámaras que no cuestan menos de 2.000 euros y, en algunos casos, pueden llegar a los 22.000.

Que Leica sea un mito y despierte tales pasiones se explica, a parte de por su precisión mecánica y su diseño, porque protagonizó la que fue la primera revolución de la fotografía: el paso de una cámara lenta y pesada, difícil de transportar, al pequeño aparato portátil que permitía tomar varias fotos en pocos segundos.

Oskar Barnack (1879-1936), ingeniero en la firma Ernst Leitz, situada en la localidad alemana de Wetzlar, era aficionado al cine y a la fotografía. Algunos historiadores mencionan que el ingeniero era asmático y estaba harto de arrastrar en sus excursiones fotográficas los aparatos de la época, lo que le incitó a buscar una solución más ágil.

En 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Oskar Barnack inventó la primera Leica, la llamada

{pag}Ur-Leica (Leica primigenia), su primer modelo de pequeño formato. Tuvo que pasar un década para que la cámara de pequeño formato se empezase a comercializar.

El pequeño formato era la principal novedad. Se ha dicho también que Barnack fue el primero en utilizar el rollo de película de 35 milímetros, que permitía hacer fotos en serie en vez de sacar y meter las placas una vez tomada la imagen.

En un artículo incluido en Leica. Positionen der Markenkultur,un libro sobre las claves del éxito de la marca, el periodista alemán Hans Michael Koetzle matiza esta versión. "Un tal doctor Alberto Lleó, de Barcelona, registró en Londres la patente de una cámara estática de 35 milímetros en 1908", escribe Koetzle, quien a su vez cita un ensayo del especialista en fotografía y coleccionista Thurman F. Naylor.

Fuese quien fuese el verdadero inventor del formato, fue el ingeniero Barnack quien presentó la primera cámara pequeña fabricada a escala industrial, en la Feria de Leipzig, en abril de 1925. La llamaron Leica: las primeras sílabas del fabricante, Leitz, y de la palabra cámara.

{ladillo}Jazz, radio... y Leica {/ladillo}
El éxito llegó pronto. La Leica llegó en el momento adecuado. Era la cámara de la era del jazz, la radio y el cine. Para los artistas plásticos era un instrumento fácil de manejar. No es casualidad que lo utilizaran algunos miembros de la Bauhaus, el movimiento que nació en la misma República de Weimar donde se inventó la Leica.

Sin la Leica no existiría el fotoperiodismo tal como se entiende hoy día. Con la pequeña cámara, la fotografía se emancipó de los estudios. "Finalmente podía reaccionar con mi cámara tan rápido como con mis sentimientos, sin perderme nada, sin que la técnica sea un obstáculo.De repente sentí que podía expresarme en libertad", escribió en 1928 el fotógrafo André Kertész tras adquirir su primera Leica.

Leica era un emblema de la capacidad tecnológica alemana. "Si miramos la calidad, por ejemplo, de la M3, de 1954, se ve bien que es lo que entendemos por made in Germany", comenta Axel Rosswog. Las turbulencias por las que pasa Leica también tienen mucho que ver con el declive de ese made in Germany,paralelo al parón económico y a la aparición de competidores que fabrican igual de bien y más barato.

¿Todo perdido? No. Quedan las cámaras antiguas que circulan por el mundo. Y los actuales responsables de Leica confían aún en salvar la empresa. Sea como sea, para los aficionados a la cámara, como Rosswog, que la empresa deje de existir o sobreviva tendrá pocas consecuencias. Lo que a él, y a otros, le interesa no es tanto la marca actual, que pugna por hacerse un hueco en el mercado digital, sino el mito.