Kenzo hablará de amor el próximo verano, y
durante la primavera que le precederá, según anuncio hoy el modisto
Antonio Marras, en su colección pret-a-porter para una mujer
romántica, barroca y ante todo esteta.
Dos días antes de que concluya la intensa semana de desfiles de
París, el artista italiano ofreció, como es su costumbre, uno de los
grandes momentos de belleza de la temporada, tanto por sus
creaciones indumentarias como por el escenario elegido.
Siempre diferente, para el verano 2006 Antonio Marras llevó a su
público a Indochina, de la mano de "El amante", de Marguerite Duras.
La despedida fue triunfal, con nubes de polvo plateado, mientras
descendían de un paquebote "felliniano" recién llegado al escenario
todas las modelos que previamente habían desfilado sobre su pasarela
portuaria.
Sobre este escenario teatral, cuyo telón de fondo fueron las
olas, las nubes y las gaviotas, el primer modelo fue masculino: un
traje pantalón oscuro sobre camisa blanca, portado por una mujer, al
son de la célebre canción que a principios del siglo pasado cantaba
Josephine Baker "J"ai deux amours" (Tengo dos amores, mi país y
París").
El gusto por el disfraz masculino, muy presente en las
colecciones de París, cerró también ésta, con un esmoquin portado
con la pajarita desecha.
Justo antes, Antonio Marras acababa de presentar su modelo más
aplaudido, un vestido largo beige de amplia falda con bordados de
azabache.
El resto del desfile fue para las mezclas más osadas de
estampados floreados y/o cuadros escoceses, con rayas, líneas,
pastillas y figuras geométricas, en blanco, rojo, verde, crudo, azul
metálico, rosa nacarado y chocolate.
Bordados de tapicería o de minerales preciosos, puntillas
transparentes, trabajo de ganchillo y "jacquards", en algodón, tul,
crepe de China o muselina dieron una ecléctica y barroca visión de
lo que será la elegancia estival de Kenzo.
Los bolsos fueron piezas magistrales y también fundamentales en
la estética de cada conjunto, al igual que las medias y los zapatos,
estampados con motivos similares a las prendas que acompañaban.
La inspiración marina de Marras fue memorable, en sus conjuntos
largos, de noche, pero rayados a la marinera, o en sus vestidos
cortos y calados de ganchillo, en bandas crudo y marino.
En Nina Ricci, Lars Nilsson, quiso ante todo dar "un aire de
emoción", mediante asociaciones de blanco y azul, sobre popelina,
para crear vestidos ligeros pero estructurados a la vez.
Anchos tirantes gráficos, estampados de guirnaldas de flores y
lluvia de estrellas, éstas últimas más o menos apreciadas por el
público, algunos toques de rojo y de rosa boreal, no impidieron al
modisto sueco darle a una parte de sus modelos el toque náutico que
se revela ya imprescindible para el verano próximo.
De noche, el objetivo aéreo continuará, en vestidos de muselina y
jersey de seda, plisados y vaporosos.
En conclusión, el de Nina Ricci será un estilo muy dulce, pero
con muchas líneas, estructurado, a menudo con vestidos de talle
alto, muy en la corriente de "mujer-niña" tan en boga también para
la primavera-verano 2006.
Aquí con abundancia de nudos, en ocasiones cruzados en la
espalda, y detalles muy gráficos, en contraste con la fluidez de las
materias.
Hervé L. Leroux, para Guy Laroche, optó por ir en busca de una
elegancia segura en la que el plisado y el vestido de tirantes,
tanto de día como de noche podrá dar grandes resultados.
Gabardinas cortas color berenjena, pantalones blancos cortos
portados con sahariana a juego, vestidos plisados de talle alto,
cortos, o largos, también plisados, blancos, o blancos y negros,
darán el toque Laroche a la mujer que lo desee.
Para Junko Shimada otro de los modistos que hoy presentó sus
ideas en París junto con Yoichi Nagasawa, Lutz, Chloe, Hermes,
Barbara Bui y John Galliano, el blanco se ribeteará de negro,y los
pantalones cortos se llevarán con amplios guardapolvos y camisas en
idénticos tejidos.
Los cuadros blancos y con verdes, rojos o azules metalizados
fueron una de sus bellos hallazgos. El ombligo al aire y los escotes
profundos, también.