Tres jueces del Tribunal Supremo de
Estados Unidos, sin ningún asomo de pánico escénico, se sumaron al
tenor español Plácido Domingo para celebrar a lo grande medio siglo
de la Opera Nacional de Washington (WNO).
Celebridades del ámbito cultural, funcionarios de alto rango del
Gobierno de EEUU y diversos representantes del cuerpo diplomático se
dieron cita anoche en el Kennedy Center para festejar los éxitos que
ha cosechado la Opera Nacional de Washington desde que fue fundada
en 1956.
El programa cultural, en el que se multiplicaron los elogios a
Plácido Domingo como artista y director general de la WNO desde hace
diez años, comenzó bajo la dirección del maestro Heinz Fricke, con
la obertura "El rapto del serrallo", de Wolfgang Amadeus Mozart, la
misma con que la WNO abrió sus puertas hace cinco décadas.
La primera aria de la noche, "O mio babbino caro" de la obra
"Gianni Schicchi" de Giacomo Puccini, estuvo a cargo de Anna
Netrebko, quien más adelante cantaría con Plácido Domingo un
apasionado dueto de "El gato montés", de Manuel Penella.
Tras un repaso de las presentaciones de la WNO en su medio siglo
de vida, algunas de las actuaciones incluyeron al violinista ruso
Vadim Repin.
El toque de humor lo puso Alan Held, quien, con una enorme guía
telefónica en la mano, cantó sobre las numerosas conquistas amorosas
de "Don Giovanni", de la obra "Madamina" de Mozart.
Durante un acto satírico, "La audición", Kristin Chenoweth
interpretó el papel de una cantante desesperada por conseguir un
espacio en la compañía Domingo-Cafritz, creada por el propio Plácido
para fomentar el talento de jóvenes artistas.
Chenoweth no sólo logró la contratación sino que su novio, el
barítono Trevor Scheunemann, le propuso matrimonio. Pero para la
boda se requieren testigos y es cuando aparecieron sobre el
escenario tres jueces del Tribunal Supremo de EEUU, Ruth Bader
Ginsburg, Stephen Breyer y Antonin Scalia.
Ninguno de los magistrados pronunció palabra alguna -más bien
parecían parte del decorado en el escenario-, pero su presencia fue
suficiente para arrancar los aplausos y las risas de la audiencia.
"Me pareció muy buena", dijo a EFE el fiscal general de EEUU
(cargo equivalente en este país al de ministro de Justicia), Alberto
Gonzales, a manera de comentario sobre la actuación de los jueces.
Una fuente diplomática bromeó que la próxima vez Ginsburg, Breyer
y Scalia tendrán que cantar.
Dos grandes ausentes por enfermedad fueron Denyce Graves y
Salvatore Licitra, catalogados como dos de las grandes estrellas de
la WNO.
No obstante, la gala, a la que asistieron unas 2.200 personas
-que pagaron cada una 1.000 dólares por el concierto y la cena-,
logró recaudar poco más de cuatro millones de dólares para la WNO,
según los organizadores.
A juzgar por los críticos, la WNO ha cumplido la profecía de 1956
de ser el lugar "para ver y ser vistos" en la capital
estadounidense.