LITERATURA-NOVELA

«La ladrona de libros» es la historia de la niña que robó las palabras a Hitler

"La ladrona de libros" es la historia de la niña que robó las palabras a Hitler

Nadie mejor que la Muerte para narrar una historia en la Alemania nazi de la Segunda Guerra Mundial como la que cuenta «La ladrona de libros», una novela sobre el extraordinario poder de las palabras escrita por el australiano Markus Zusak a partir de los recuerdos familiares.La novela se convirtió en un fenómeno editorial tras su aparición en inglés y a los pocos días de ser editada en español por Lumen figura ya entre los libros más vendidos en España, país que visita estos días su joven autor.

Rebajas

Zusak (Sydney, 1975) decidió escribir una novela sobre «ese pequeño porcentaje» de alemanes que se negó a respaldar los postulados de Hitler y que estuvo dispuesto a arriesgar su vida y la de sus familiares por ocultar a un judío en su vivienda, explicó hoy en una entrevista con Efe.

Y es este el perfil que comparten los pequeños héroes que protagonizan la novela, encabezados por Liesel, una niña que vive en una pequeña localidad cercana a Munich con sus padres de acogida, Hans y Rosa, y un judío, Max, refugiado en el sótano de la casa familiar.

«Gente como ésta existió de verdad», asegura Zusak, a quien han acompañado «desde niño» las «increíbles» historias de sus padres, que vivieron su infancia en la Alemania de la Segunda Guerra Mundial y que han inspirado en parte los personajes del libro.

Liesel, que comparte sus juegos con Rudy -un muchacho inconformista que llega a pintarse de negro con carbón para parecerse al atleta Jesse Owens ganador de cuatro medallas de oro olímpicas en Berlín 1936-, descubrirá el poder de las palabras cuando su padre le enseñe a leer en un libro que la niña robó en el cementerio donde fue enterrado su hermano.

A partir de ese momento, Liesel irá construyendo un mundo paralelo, empleando otros libros que va robando poco a poco y las páginas que escribe para ella Max, quien llega a blanquear las hojas de «Mein Kampft» para poder llenarlas de palabras nuevas.

«La idea de poder escapar a través de las palabras me gustaba. Y eso es algo que descubre Liesel», explicó Zusak, quien publicó con éxito varias novelas juveniles antes de afrontar la elaboración de «La ladrona de libros».

El poder de las palabras que salva la vida a la protagonista del libro es el mismo que emplea Hitler para manipular las mentes de los alemanes, según cuenta uno de los relatos que Max escribe para Liesel, en el que la niña acaba robándole las palabras al Führer.

Las palabras que lee Liesel confortan a sus vecinos durante las noches de bombardeos y son las mismas que aparecen en los escaparates destrozados de las tiendas de los judíos; y las que ardían dentro de los libros consumidos en las piras durante los actos de exaltación nazi.

«En cierto modo, sí, es una novela sobre el extraordinario poder de las palabras», afirma Markus Zusak al ser preguntado al respecto.

¿Le costó mucho a Zusak convencer a la Muerte para que narrara su novela? «Tuve muchos problemas», responde el autor australiano, quien confiesa que no lograba dar con un tono adecuado que estuviera alejado de los estereotipos y que fuera creíble.

El resultado -uno de los mayores logros del libro- es, en palabras del autor, «una Muerte que se parece a nosotros, pero que está un poco más a la izquierda…o a la derecha».

Es la Muerte la que se pregunta durante los bombardeos aliados cuántos alemanes persiguieron a otros «de forma activa, ebrios de la mirada penetrante de Hitler, repitiendo sus frases, sus párrafos, su obra». También se pregunta si merecían morir los niños alemanes atrapados bajo los escombros de sus casas.

La Muerte resulta ser «una narradora compasiva», que a veces llama la atención del lector con carteles que parecen lápidas -el primero que aparece en la novela dice «Un pequeño detalle: morirás»-, y que conduce en sus brazos las almas que recoge hasta «la cinta transportadora de la eternidad».

«Una de las cosas más agradables que me han dicho mis lectores es que ya no tienen tanto miedo a la muerte. Y yo digo, qué suerte…», afirma Zusak, quien, puesto a elegir otro mundo, se decanta por «el mundo que crean los libros».

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