Al finalizar el encuentro, Guardiola subió al palco, indignado por los chascarrillos e infundios que ya circulaban sobre su marcha
La salida de Pep Guardiola del Barcelona se ha convertido en un culebrón. Según cuenta Salvador Sostres, se marcha traicionado por su segundo, Tito Vilanova, al que la Directiva pidió que ocultase a su mentor las negociaciones que habían comenzado a principio de año, y amenazando a Sandro Rosell, harto de oir rumores y chascarrillos procedentes del palco presidencial.
Sostres, en un artículo publicado el miércoles 16 de mayo de 2012 en el diario El Mundo—Penúltimas traiciones–asegura que las diferencias entre entrenador y presidente explotaron tras la goleada del Barça al Málaga en el Camp Nou, que en todo caso no sirvió para aplazar el alirón del Real Madrid que horas después se proclamaría campeón de Liga:
Al finalizar el encuentro, Guardiola subió al palco, indignado por los chascarrillos e infundios que ya circulaban sobre su marcha, y le dijo al presidente: «Me iré sin hacer ruido, sin hacer declaraciones, sin dar entrevistas y sin escribir libros. Pero si tú y tus amigos me jodéis, a mí o a los míos, hablaré todo lo que tenga que hablar y ya sabes que querrán escucharme».
¿Quienes son esos ‘amigos’ de Rosell, según Guardiola? Sostres añade que:
Se refería a algunos periodistas de La Vanguardia, que habían comenzado a insinuar, como ya hicieran cuando Pep dejó el club como jugador, una grave enfermedad que explicaría su renuncia, así como una relación íntima con uno de sus colaboradores
La afirmación de Sostres promete levantar una polvareda, poniendo en el punto de mira tanto al periódico del Conde de Godó como a Mundo Deportivo:
Rosell tiene ya fuera del Barça al hombre íntegro que le impedía trapichear y podrá, por fin, fichar a todos los brasileños que quiera; e igualmente La Vanguardia y Mundo Deportivo tendrán vía libre para hacer sus negocios con promociones de camisetas, calzoncillos y lo que convenga hasta volver a convertir al Barça en la cueva de siniestros personajes que solía ser antes de que Laporta iniciara su era de prosperidad, rigurosa gestión y transparencia.