Estrellas del tenis

Nadal ha pasado más tiempo en la enfermería este 2018 que en la pista

Operado ayer del tobillo derecho sin preaviso, el balear echa el cierre a un 2018 notable en lo deportivo, pero nefasto en lo que a lesiones se refiere

Nadal ha pasado más tiempo en la enfermería este 2018 que en la pista
Nadal YT

Rafa Nadal siempre es noticia por sus logros deportivos, pero también, últimamente, por sus repetidas lesiones. Empezó el curso renunciando a competir en Brisbane, arrastrando entonces una lesión en la rodilla derecha que le condicionó ya en el epílogo de 2017, y Rafael Nadal echa el cierre a este extraño 2018 pasando por el quirófano sin preaviso, lo que implica, como es lógico, su ausencia en la Copa de Maestros de Londres que empieza el próximo domingo, según recoge Enrique Yunta en ABC.

Esta vez es el tobillo, una lesión que presumiblemente no reviste gravedad, pero una lesión más al fin y al cabo, demasiado castigo para un tenista de 32 años que esta temporada se ha pasado más tiempo en la enfermería que en la pista. «Tengo un cuerpo libre en la articulación del tobillo (derecho) que tiene que ser removido en quirófano. Es cierto que lo teníamos detectado desde hace tiempo y de vez en cuando me molestaba. Sin embargo, dado que el problema en el músculo abdominal me impide también jugar en Londres, aprovechamos el momento para remover el cuerpo libre y evitar futuros problemas. De esta manera, espero estar en plenas condiciones para la próxima temporada», relató el balear en un comunicado que colgó en sus perfiles de redes sociales. Adiós, pues, a este inestable 2018 y a cualquier posibilidad de terminar como número uno, aunque seguramente eso sea lo de menos para él.

El caso es que Nadal ha entrado en una deriva inquietante porque la campaña ha sido notable cuando ha estado sano y nefasta en lo que a lesiones se refiere. En su hoja de ruta, y después de sentarse con su equipo, programó 19 torneos y únicamente ha podido terminar siete de ellos. Abandonó en otros dos (Abierto de Australia y US Open) y, directamente, se borró en los diez restantes, disputando únicamente 49 encuentros (45 victorias por cuatro derrotas) que se han saldado con cinco títulos. Nada mal.

Porque el Nadal de primavera lució como de costumbre, feliz en la tierra batida hasta el punto de morder en Montecarlo, Barcelona, París y Roma. Patinó en los cuartos de Madrid, pero esa gira por la arcilla recuperó la figura del campeón, que sin embargo presenta números rojos en el resto de superficies.

A medida que pasan los años, la gente se pregunta por la idoneidad de vaciarse en pistas rápidas, pero es verdad que el circuito es el que es y no concede respiros. De los 12 torneos que el ganador de 17 grandes debería haber disputado en suelo duro, únicamente completó el de Toronto, y encima se lo llevó. Por lo demás, ni siquiera saltó a la cancha en Brisbane, Acapulco, Indian Wells, Miami, Cincinnati, Pekín, Shanghái, París-Bercy y tampoco lo hará en el O2 de Londres. En Melbourne y Nueva York, ya se ha mencionado, sacó bandera blanca (en cuartos en Australia, en semifinales en Estados Unidos). «Ha sido un año complicado, muy bueno a nivel tenístico cuando he podido jugar y a su vez muy malo en lo que a lesiones se refiere», acepta el mallorquín.

Primero fue la maldita rodilla derecha y ya en las antípodas, mientras luchaba en el quinto set ante Marin Cilic por alcanzar las semifinales del primer Grand Slam de la temporada, notó que la pierna no estaba en su sitio. Una lesión de grado 1 en el psoas-ilíaco de la pierna derecha le obligó a rendirse y ese mal se prolongó más de la cuenta, pues debían de ser tres semanas de baja y no jugó ni en Acapulco, ni en Indian Wells ni en Miami.

Después del empacho por la tierra batida, renunció a Queens para recuperar energías antes de Wimbledon (ahí llegó a semifinales y perdió ante Djokovic en un agónico y precioso pulso) e hizo lo mismo en la gira por el cemento americano tras el triunfo en Canadá, pues no compitó en Cincinnati y fue directo al último major del año. Después de superar etapas con una dosis descomunal de épica (partidazos para recordar ante Khachanov y Thiem), una tendinitis rotuliana en la rodilla derecha le dejó fuera de combate cuando iba dos sets abajo en las semifinales ante Juan Martín Del Potro. Precisamente por esa dolencia no llegó a tiempo ni a Pekín ni a Shanghái.

En París-Bercy, la semana pasada, fue una sobrecarga en el abdominal lo que le hizo arrojar la toalla a pocos instantes de su estreno ante Fernando Verdasco, y se entiende que por el mismo problema no estará en Londres. De paso, dice, le operan el tobillo («una artroscopia para la extracción de un cuerpo libre intra-articular» que se resolvió sin complicaciones) para acortar plazos y centrarse en 2019. Sabe que, si está en plenitud, puede ganar a cualquiera y siempre será favorito. El problema es que este año se ha lesionado más que nunca jugando menos que nunca. Y eso, a sus 32 años, es más inquietante.

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