Este 13 de marzo de 2018, ‘Sálvame’ volvió a olvidarse de sus habituales contenidos rosas para centrarse, por segunda jornada consecutiva, en el crimen de Gabriel Cruz. Lo hicieron por la audiencia, obviamente, pero quizá deberían frenar. ¿Por qué?
El domingo 11 de marzo de 2018 se descubrió el cuerpo del niño de 8 años Gabriel Cruz y se detuvo a su ya asesina confesa, Ana Julia Quezada. Las televisiones se volcaron con lo sucedido y la audiencia respondió. Al día siguiente, ‘Sálvame’, que ya había tocado el tema brevemente la semana anterior, hizo un especial sobre el crimen que se saldó con un gran 21,3% de cuota de pantalla.
El sobecogedor mensaje de despedida de Patricia, la madre de Gabriel: «La bruja ya no existe, sacadla de vuestras cabezas»
¡Para qué queremos más! El programa enseña de Mediaset se puso entonces la bandera de Gabriel y de los sucesos, pero se estrelló estrepitosamente con el programa del lunes 12. Se veía que los responsables del programa no estaban preparados para un tema así, resultaba ridículo ver a Paz Padilla como presentadora de sucesos (no sabía qué decir o qué hacer) y el enfoque (morboso y especulativo) no era el acertado.
Entendemos, sin embargo, que ese lunes ‘Sálvame’ quisiera centrarse en el caso Gabriel. La audiencia tenía hambre de información y todos los programas hablaban de lo mismo. Lo incompresible llegó al día siguiente, el 13 de marzo, cuando el espacio de ‘La fábrica de la tele’ repitió la jugada. ¿Era necesario?
En esta ocasión, Carlota Corredera se puso al frente del debate acompañada de Mila Ximénez (¡Mila Ximénez!) y del periodista de sucesos, Javier Negre; el abogado Marcos García Montes, el subinspector de la Policía Nacional, Alfredo Perdiguero, el psicólogo clínico Iñaki Piñuel y la coach Cristina Soria.
El problema real es que este contenido no debería estar relacionado con ‘Sálvame’. Telecinco debería haber hecho un especial informativo, con rostros relacionados con este tipo de temas y un enfoque más serio. Seguir explotando el tema en el contexto de ‘Sálvame’ es ridículo.