Netflix tiene nuevo fenómeno social: ‘Elite,’ la serie española destinada a ser un éxito rotundo. Una revisión de los arquetipos adolescentes de toda la vida, cuajada de temas controvertidos y polémicos. No es una obra de arte ni lo pretende, cumple con lo que promete y deja con ganas de más. Eso sí, hay cosas que se pueden mejorar.
Tras ‘La casa de papel’,’‘Élite’ tiene todas las papeletas para convertirse en el referente mundial de series españolas. Creada por dos genios en la materia, Darío Madrona (‘Los protegidos’) y Carlos Montero (‘Física o Química’), la ficción es un placer culpable de primer calibre. Un culebrón adolescente de fácil digestión que eleva el nivel de lo que suele hacer Netflix en castellano.
A priori, la idea original de ‘Élite’ no es muy alentadora. La lucha de clases de toda la vida con personajes absolutamente estereotipados y tramas previsibles. Además, las fuentes de las que bebe son muchas y muy obvias (Desde ‘Gossip Girl’ a ‘Big Little Lies’ pasando por la mencionada ‘Física o química’, ‘Skins’ y la película noventera ‘Crueles intenciones’).
Los personajes y las situaciones resultan, a primera vista, insultantemente tópicas. ¿Por qué todos los padres millonarios son unos castradores? ¿No hay ricos que eduquen de forma sana y liberal? ¿En serio hay gente que todavía dice cosas como «tú no sabes con quién hablas» o «con esa gente no podemos mezclarnos»? Los habrá, pero son los menos. La lucha de clases existe, claro, pero no es tan evidente.
El problema que tiene Netlix es que, al ser una plataforma global, hace series encorsetadas en el modelo más popular, el americano. El universo que propone ‘Élite’ es muy poco español, se piensan que así va a venderse mejor por todo el mundo pero es todo lo contrario. Cuanto más localista sea, más interesante es una propuesta (y menos tópica también).
Pero pasados un par de capítulos, ‘Elite’ se desquita de todas sus ataduras y se revela como una novedosa vuelta de tuerca a lo ya visto. Sus creadores son lo suficientemente inteligentes como para revertir los tópicos con los que trabajan y darles matices. Así se proponen temas como el VIH, la homosexualidad o las drogas desde una visión más moderna y debatible. Además, lo que damos por hecho de los personajes, se convierte en ambigüedad moral y esa es su gran virtud.
Cierto es que hay tramas o personajes desaprovechados (la ‘villana’, por ejemplo, interpretada magistralmente por Danna Paola , se queda en la superficie) y la parte thriller del relato no termina de funcionar hasta ese último capítulo; revelador, emocionante y digno de la mejor de las ficciones. Todo lo que sucede ahí, la sorpresa y, sobre todo, el dilema moral que plantea te deja con muchas ganas de más. Lástima que la excusa dramática (ese macguffin en forma de reloj) sea tan floja.
Hay que mirar ‘Élite’ no sólo como un entretenimiento o un culebrón adolescente , merece ser discutida en clase o con los hijos. Hay que ver más allá de sus golpes de efecto, de sus orgías, sus drogas y sus despelotes.
Además, el empaque visual de la serie engrandece el resultado final. Es un producto muy bien hecho, perfectamente producido y fotografiado. Se nota que todos los implicados han ido a favor de obra, incluyendo a los actores. Casi todo el cast es perfecto aunque aún queda mucho para encontrar intérpretes jóvenes que sepan volcalizar.