Era previsible. ‘Cuatro al día’ el regreso de Cuatro a la información (aunque con un matiz más desenfadado) se estrenó el 18 de febrero de 2019 con un triste 2,3% de cuota de pantalla. Fue un gran arranque, el programa es impecable pero tiene un problema (o problemón); que ya está todo el pescado vendido.
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Mes y medio antes, Paolo Vasile sorprendió a propios y a extraños reduciendo a unos anecdóticos 8 minutos al día los informativos de Cuatro. Una cadena sin noticias es un lienzo en blanco (para mal). Con esta estrategia, Mediaset admitía que su segundo canal era un desierto, un fracaso sin identidad propia que ha terminado convertido en un cajón desastre de refritos.
Pero Paolo Vasile tenía un as en la manga: Carme Chaparro, referente de informativos Telecinco, llevaría la batuta de un nuevo programa de actualidad en Cuatro. La idea era hacer información con un matiz más desenfadado y cercano.
Le dieron la producción de ‘Cuatro al día’ a Unicorn (El programa de Ana Rosa’, ‘Ya es medio día), la mejor opción para este tipo de magacín. Esta empresa es impecable en casi todo lo que se propone y esta vez no ha sido una excepción .
‘Cuatro al día’ se estrenó bien desde un punto de vista televisivo. Es un programa con ritmo, interactivo, con mezclas temáticas y formales pero que se ve bien. Te hablan de sucesos, política o de dramas sentimentales siempre desde el corrillo y la relajación. Sin aspavientos. Chaparro lo hace bien, es profesional sin ansias de protagonismo.
El problema es que ya lo hemos visto. ‘Cuatro al día’ refleja los problemas que tiene la cadena en sí. La falta de posicionamiento, de identidad. Compite con ‘Más vale tarde’ en laSexta, que es lo mismo pero con un público más fiel.
Luego, esa decisión de dividir ‘Cuatro al día’ en dos, a las 14.15 y a las 17.15, es un error, confunde y no sirve de nada (aunque la primera entrega registró el doble que la de tarde, un 4,4 frente a un 2,3%).
Pero tranquilos, hay solución. ¿Cuál? El tiempo. Hay que dejar respirar ‘Cuatro al día’, verlo crecer, que encuentre su voz y su lugar. Pero que la encuentren. La audiencia pide posicionamientos. La era de la información blanca ya no existe.