Han pasado muchas cosas en el primer capítulo de la octava y última temporada de ‘Juego de tronos’. Ha sido el episodio de los reencuentros, de los guiños, de las revelaciones, de momentos gloriosos y otros que rozan el ridículo. OJO, SPOILERS.
La temporada siete de ‘Juego de tronos’ fue polémica porque sus creadores decidieron pisar el acelerador y saltarse el lenguaje narrativo que habían llevado hasta la fecha- con esas elipsis tan poco sutiles y esos saltos temporales que no venían a cuento. Lo irónico es que los mismos que se quejaban de que en cada temporada no ocurría gran cosa hasta los dos últimos capítulos, en la séptima se ofendieron por lo contrario.
Visto el 8X01 se puede concluir que los responsables de ‘Juego de tronos’ han optado por fusionar ambas modalidades. En este arranque (el principio del fin) han pasado muchas cosas pero no se han atragantado. Casi no ha habido escenas contemplativas o de relleno. Cada secuencia contenía un significado, un avance, pero siempre atendiendo a los personajes y no a la trama- (ellos son, al final, lo único que importa de la serie).
Este ha sido el capítulo de los encuentros. Y los ha habido gloriosos. El de Sansa y el de Daeneyres pasará a la historia como la pelea de gatas más sibilina y disfrutable (Sansa: «A todo esto, ¿qué comen los dragones?. Daenerys: «Lo que quieren»).
Los Stark están juntos. Por fin. Bueno, los que quedan. Jon Nieve se ha reencontrado con todos sus hermanos e incluso con Arya, ya convertida en psicópata profesional, quien le ha advertido de que lo único que importa es la familia.
Sansa, le ha dejado muy clarito al que fue su esposo, Tyrion, que ya no es el más listo del lugar, que es tonto si se cree que su hermana (Cersei) va a ayudarles en la guerra contra los caminantes blancos. (Qué pena da la evolución del mejor de los Lannister. Ha pasado de ser el ‘puto amo’ a convertirse en un fantasma tristón).
Momentos para aplaudir: Khalesi presentándose a Sam y diciéndole-con toda la frialdad de este mundo- que ha ejecutado a su familia. Y ese final. Oh dios, ese final que supone el cierre de un círculo. Jaime Lannister y Bran Stark cara a cara. El primero tiró al segundo de lo alto de un torreón y le dio por muerto, siendo ese el conflicto que lo arrancó todo, la lucha entre casas, la guerra, el juego. Han pasado tantas cosas y han vuelto a verse. Jaime se ha pasado al otro lado, ha traicionado a su hermana-amante y se ha unido a la lucha del norte. Bran ya no es Bran, es el cuervo de tres ojos, el que todo lo ve.
Y Jon, aparte de darle «calor» a la madre de Dragones, ha descubierto la verdad sobre su origen de boca de su amigo Sam: Jon es en realidad, Aegon Targaryen, hijo de Lyanna Stark y Rhaegar Targaryen, y que es el heredero del Trono de Hierro. Es decir, que puede haber guerra con su amada Khalesi.
Pero también ha habido momentos que han rozado la vergüenza ajena y que ya son objeto de memes. Esa escena al estilo de ‘Cómo entrenar a tu dragón’ con Jon Nieve a lomos de uno. O, ya en Desembarco del Rey, Cersei, divina, quejándose de que la Compañía Dorada no le ha traído sus ansiados elefantes.20.000 hombres y 2000caballos pero ningún elefante. Pobre Cersei. Pobre reina malvada. Eso sí, ha ‘disfrutado’ (o no) de la compañía sexual de Euron. Ese sí que da pena.
Pensándolo bien, ha habido sobrecarga de reencuentros pero era necesario. Se han vuelto a ver Arya y el Perro y Arya y Gendry. Theon, por su parte, ha rescatado a su hermana Yara y esta le ha enviado al norte para luchar con los Stark. Mucha tela que cortar pero, al menos, ya están todas las cartas sobre la mesa. Son sólo seis capítulos. No hay tiempo que perder.