La historia, los secretos, los vicios y las virtudes de los corresponsales

REPORTERO DE GUERRA: La plaza de toros de Badajoz y el bombardeo de Guernica (LII)

La primera víctima, como en todo conflicto humano, es siempre la verdad

REPORTERO DE GUERRA: La plaza de toros de Badajoz y el bombardeo de Guernica (LII)
El 'Guernica' de Pablo Picasso. PD

En la España actual, como escribió en noviembre de 2015 Enric González en una columna del diario ‘El Mundo’, hay quienes creen que en la Guerra Civil española hubo un bando intrínsecamente bueno y otro intrínsecamente malo.

Hay quienes creen que el franquismo fue una continua ebullición de la resistencia democrática; hay también quien cree que fue la salvación de España porque creó una clase media, sin preguntarse por qué en toda Europa occidental ocurrió exactamente lo mismo en las dos décadas gloriosas (1950-1970) sin necesidad del Generalísimo Franco.

Hay, por fin, quien piensa que la transición hacia el régimen constitucional fue modélica en todo y los hay que la ven como una pringosa traición, perpetrada bajo la amenaza de las pistolas de los uniformados del Estado Mayor.

«Somos, los españoles en general, un pueblo incapaz de encararse con su propia historia. Un pueblo sometido a la vergüenza de los cadáveres aún en las cunetas, del revanchismo tardío, de la opacidad, de la ignorancia;  que pasa página antes de leerla, y luego se inventa el texto. Y aún así vamos tirando».

La urticante realidad es que en la Guerra Civil de 1936, todos eran españoles y ambos bandos cometieron fechorías repugnantes.

A los 12 obispos, 4184 curas y 2365 monjas ejecutados por el bando republicano sólo por ser católicos, correspondieron otros tantos escritores, maestros y sindicalistas pasados por las armas por el nacional.

Cadáveres de nacionales, ejecutados tras tomar los republicanos el Cuartel de la Montaña de Madrid.

Matanzas como las perpetradas en el Cuartel de la Montaña de Madrid o en Paracuellos, torturas como las que se hicieron moneda común en las checas o sacas de presos, tuvieron del otro lado su equivalente en fusilamientos masivos, violaciones y castigos espantosos.

Captura de prisioneros en la Guerra Civil de 1936.

Entre las historias de crueldad hubo muchas inventadas y otras tantas ciertas.

De estas últimas, una de las mas célebres fue la masacre de prisioneros republicanos en la plaza de toros de Badajoz, realizada por los patibularios soldados del Ejercito de África, que acababan de cruzar el estrecho de Gibraltar y avanzaban impetuosamente hacia Madrid.

El general Yagüe toma Badajoz y fusila decenas de defensores republicanos.

La carnicería, consumada el 14 de agosto de 1936, fue revelada por Jay Allen, corresponsal del Chicago Tribune, quien tuvo la clarividencia de salir de Lisboa y acercarse a Extremadura a investigar in situ.

En ‘The First Casualty’, el exhaustivo libro sobre los corresponsales de guerra escrito por Phillip Knightley, el autor asevera que, así como en el caso de Badajoz lo único cuestionable es la cifra exacta de víctimas, sobre la versión oficialmente admitida del bombardeo de Guernica -la otra atrocidad renombrada de la contienda española atribuida al bando franquista- hay muchos aspectos susceptibles de debate.

Las tropas moras de Franco.

LA LEGIÓN CONDOR Y LOS REPORTEROS

El general Emilio Mola había comenzado su campaña en el norte de España emitiendo el 31 de marzo de 1937 un turbador mensaje a los vascos:

«Si la sumisión no es inmediata, voy a arrasar toda Vizcaya hasta sus cimientos, comenzando por sus industrias militares.»

Franco con el general Mola.

Mola concluyó su anuncio advirtiendo que contaba con medios para cumplir su amenaza. Entre sus recursos se incluía la Legión Condor, un escuadrón de aviones alemanes.

Adolf Hitler, a sugerencia del jefe de la Luftwaffe, Hermann Göring, y con la intención de probar el arma aérea alemana en una guerra convencional, ofreció a Franco de forma secreta apoyo desde el cielo para su ejército terrestre.

La legión Condor alemana en España.

Los aparatos fueron Junkers Ju 52, que fueron muy eficaces en el transporte de las tropas africanas a la Península y algunos cazas Heinkel He 51.

Estos últimos dieron un momentáneo control de los cielos a los sublevados, pero se revelaron, a medida que fue avanzando el conflicto, mucho más pesados y lentos que sus homólogos rusos, que llegaban a los republicanos desmontados, en barcos soviéticos que atracaban en los puertos de Cartagena, Alicante y Valencia.

El 26 de abril de 1937 los requetés de Mola avanzaron hasta posicionarse a solo quince kilómetros de Guernica.

Al día siguiente entró en juego la Legión Condor, que demolió la localidad, dejando un saldo aproximado de dos mil muertos y destruyendo casi todo excepto la Casa de Juntas, donde estaban los archivos históricos y el antiguo roble ante el que juraban los fueros vascos todos los reyes españoles.

La noticia del bombardeo de Guernica en la prensa anglosajona.

Cuando la noticia apareció en los periódicos extranjeros, se desató una ola de indignacion cuyas vibraciones todavía se perciben de vez en cuando.

Guernica se convirtio para siempre en el primer ejemplo de guerra total, en el modelo de lo que iba a ser el bombardeo deliberado de un objetivo civil con la finalidad de provocar terror en el enemigo.

El pintor Pablo Picasso utilizó el desastre como motivo de su cuadro-mural más afamado. La obra maestra, pintada en sólo 33 días por el gran artista, fue adquirida por el Gobierno republicano en 1937.

El pintor Pablo Picasso.

Debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial, Picasso decidió que la pintura quedara bajo la custodia del Museum of Modern Art de Nueva York hasta que finalizara el conflicto bélico.

En 1958, Picasso renovó el préstamo del cuadro al MoMA por tiempo indefinido, hasta que se restablecieran las libertades democráticas en España, regresando la obra finalmente a nuestro país en el año 1981.

En la actualidad está expuesto en el Museo Reina Sofía, en Madrid.

Dentro de las tradiciones de la izquierda mundial, el nombre de Guernica se transformó desde 1937 en el símbolo del fascismo en acción.

Los nacionales, con muchos requetés navarros, entran en Bilbao.

La leyenda de Guernica comenzó con George L. Steer, corresponsal del Times, quien la tarde del bombardeo se dirigía en coche hacia el pueblo en compañía de Christopher Holme, periodista de la Agencia Reuter.

A la altura de Arbacegui vieron pasar sobre sus cabezas seis Heinkel-51. Los pilotos alemanes avistaron el vehículo de los periodistas y le soltaron unas ráfagas, aprovechando el sobrante del ametrallamiento a la villa vasca.

Guernica bombardeada.

El incidente duró un cuarto de hora, que los corresponsales consumieron agazapados en el fondo de un crater.

Cesado el fuego, Steer y Holme retornaron a Bilbao, donde esa noche, mientras cenaban con otros periodistas, escucharon el rumor de que Guernica había sido desmenuzada.

Al principio pensaron que era una exageracion, pero decidieron aproximarse a comprobarlo.

En su libro ‘El árbol de Guernica’, el reportero Steer reseña que divisaron una enorme columna de humo negro cuando todavia estaban veinte kilometros al sur de la villa.

eorge L. Steer, corresponsal del Times.

En la crónica que se publicó a la mañana siguiente en el Times y el New York Times se precisa que el bombardeo duró tres horas y cuarto, que los aeroplanos eran Junker y Heinkel, y arrojaron bombas de quinientos kilos y más de tres mil proyectiles incendiarios. Quedaba claro que la Casa de Juntas y el roble habian quedado intactos.

Añadía que existía una fábrica militar en las afueras que no había sido destruida, y que el ataque «tenía como objetivo aparente desmoralizar a la poblacion civil y arrasar la cuna de la raza vasca».

Guernica, tras el bombardeo.

La preliminar y torpe respuesta del bando franquista fue negar categóricamente los hechos, insistiendo en que no habia habido aviones nacionales en el aire en el momento del ataque.

«Guernica fue destruida por las hordas rojas con petróleo y granadas incendiarias», proclamaba el desatinado comunicado oficial.

Se puntualizaba que el alegato sería plenamente probado una vez tomada la localidad por los feroces requetés navarros del general Mola, lo que ocurrió tres días después.

La burda maniobra de intoxicación intentada por los nacionales a partir de ese momento, con periodistas de cámara trasladados ex profeso al lugar, solo hizo que incrementar la indignación ciudadana.

La noticia del bombardeo de Guernica en The New York Times.

Era innegable la intervención de los aviones germanos, así como la asolación de la villa, aunque la supervivencia del roble y de la simbólica Casa de Juntas induce a pensar que los atacantes podían no albergar la aviesa intención que se les ha achacado durante ocho décadas.

En opinión de Phillip Knightley, la villa vasca de Guernica fue bombardeada por razones puramente estratégicas:

«Alemanes y nacionales consideraron que era un objetivo militar, ya que podia servir como centro de reagrupamiento de las fuerzas que defendían el cinturon de Bilbao».

Proclama Knightley, hasta en su título el brillante libro sobre los reporteros, que la primera víctima de toda guerra es la verdad.

Es cierto, pero lo mismo es aplicable a casi todos los conflictos humanos: en la vida siempre hay tres versiones de la rencilla, la de un bando, la del otro y la que más se aproxima a la realidad (Si no es cerca, no es verdad (XIV)).

Te puede interesar

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Alfonso Rojo

Alfonso Rojo, director de Periodista Digital, abogado y periodista, trabajó como corresponsal de guerra durante más de tres décadas.

Lo más leído