CRIMEN Y CASTIGO

A los 14 años, Elizabeth Smart fue secuestrada y violada diariamente durante 9 meses, a los 30 revive la pesadilla

A los 14 años, Elizabeth Smart fue secuestrada y violada diariamente durante 9 meses, a los 30 revive la pesadilla
Elizabeth Smart ahora, con 30 años, a los 14 cuando fue secuestrada por Brian David Mitchell y su mujer Wanda Barzee. EP

«Cuando la vi… perdí la esperanza».

El 5 de junio de 2002, a sus 14 años, Elizabeth Smart fue secuestrada por Brian David Mitchell a punta de cuchillo en su habitación de la casa de la familia en Salt Lake City, Utah.

Pensó que entonces se acabaría todo, que el hombre iba a violarla y a matarla. Camino al lugar adonde la llevaba, él le dijo que lo esperaba su mujer, y ella sintió un alivio, porque si allí había una mujer…

Hasta que llegó y la vio.

«¿Por qué usted perdió la esperanza en ese momento?», le preguntó la periodista de CBS News Gayle King.

«No sé por qué, si acaso la sensación que ella irradiaba: era oscura, malvada», respondió Smart.

«Y supe que ella no estaba allí para ayudarme, que ella no estaba allí para protegerme».

Ella se llama Wanda Barzee.

El hombre se pudrirá en la cárcel. Sobre él pesan dos condenas de cadena perpetua por haber secuestrado y violado durante nueve meses a una niña. Pero Smart no puede creer que ella, que fue su cómplice durante todo ese tiempo y ahora tiene 72 años, acaba de quedar en libertad.

«¿Por qué ella es un peligro ahora?», le preguntó la periodista.

«Bueno, antes de que la encarcelaran yo sabía de lo que ella es capaz».

«Entonces, ¿qué cree usted que ella podría hacer?»

«No lo sé, y quizás sea eso lo que me preocupa, porque sé cuán mala puede ser».

Pero sí está preocupada, insiste, por la comunidad, por la gente; «tan preocupada por los demás como lo estoy por mí misma».

En la entrevista de CBS News, Smart ofrece detalles de las cosas que hacía Wanda Barzee mientras la tuvieron secuestrada y Mitchell la violaba a diario.

«Lo animaba a violarme, se sentaba junto a mí mientras él me estaba violando y un lado de su cuerpo tocaba el mío. Así que no había ningún secreto, ella sabía lo que estaba pasando. Era torcida, malvada».

Estos días han sido para ella, comenta, una montaña rusa de preocupaciones, de emociones, de preguntarse qué va a pasar.

«Y al final, de lo que me he dado cuenta es de que he pasado los últimos 15 años de mi vida tratando de seguir adelante».

«Y seguir el consejo de mi madre al día siguiente de mi rescate: no dejar que esta gente me robara ni un minuto más de mi vida».

Su desaparición se hizo conocida nacional e internacionalmente. En todas partes circulaban imágenes de la muchacha, que estaba bajo amenaza de muerte si intentaba escapar. Luego se supo que sus secuestradores la habían llevado incluso a fiestas, como atestigua una foto.

Hasta que, poco después de que saliera al aire su caso en el programa America’s Most Wanted (Los Más Buscados en Estados Unidos), la policía recibió una llamada de alguien que la había visto en una calle de Sandy, también en el estado de Utah, a 29 kilómetros de su casa, y la rescataron el 12 de marzo de 2003.

En menos de dos meses Smart cumplirá 31 años, el 3 de noviembre. Entre finales de 2009 y principios de 2011 pasó más de dos años como misionera mormona en Francia, y a su regreso a Utah se hizo activista y compareció ante el Congreso en apoyo a leyes como la que creó la alerta AMBAR en casos de niños desaparecidos.

Ahora está embarazada de su tercer hijo en su matrimonio con el escocés Matthew Gilmour, también misionero mormón a quien conoció en París. Los dos hijos anteriores nacieron en 2015 y el año pasado.

Siempre debe recordarse que, al caer en manos de Brian David Mitchell y Wanda Barzee, Elizabeth era una niña.

«Cuando [mi secuestrador] me dijo que ya yo era su esposa y que había llegado el momento de consumar nuestro matrimonio, yo no sabía de qué él estaba hablando, me preguntaba qué podía significar aquello».

Y luego la violó todos los días, varias veces al día. No quedó embarazada, explica, porque aún no había llegado a la pubertad.

«Recuerdo cuando me obligaban a tomar alcohol».

«Una vez me hicieron tomar tanto que vomité, perdí el conocimiento, y ellos me dejaron tirada allí toda la noche, y cuando me desperté a la mañana siguiente todavía tenía la cara y el pelo pegado al suelo, y se reían, y ella se reía tanto como él, si no más que él».

Dice no saber cuáles son las condiciones de la excarcelación de Barzee, pero le han dicho repetidas veces que van a vigilarla muy de cerca. Ya le informaron quién es el agente federal que va a estar a cargo de esa vigilancia.

«Tengo fe en él, pero no tengo fe en ella».

Ha encontrado una manera de contar su historia para que la conozca el mayor número posible de personas, porque si lo hace con mucha furia no le prestan atención, y si la cuenta con demasiada tristeza no le sale bien y eso hace que la gente se sienta incómoda.

Wanda Barzee, su secuestradora, tiene seis hijos. Según Smart, Barzee puede haberlos parido, pero no se merece el título de madre.

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