La excepcional vida de un narco que huyó de las drogas

El narco de los cárteles de Cali y del Norte del Valle que estuvo a minutos de la muerte y terminó como escritor y chivato

El narco de los cárteles de Cali y del Norte del Valle que estuvo a minutos de la muerte y terminó como escritor y chivato
Andrés López López YT

No todos tienen la suerte de salir con vida tras un intento de huida del mundo narco, pero el caso de Andrés López López es la excepción a la regla.

Todo comenzó con la rebeldía adolescente. Tenía 15 años cuando se convirtió en uno de los chicos de los laboratorios de procesamiento de cocaína del Cartel de Cali, los del trabajo ‘sucio’. Y terminó siendo socio de otro de los grandes carteles de droga colombianos: el del Norte del Valle.

Sin embargo, la persecución de las autoridades lo agobió y prefirió delatar a los grandes capos con los que una vez trabajó, se volvió el ‘soplón’ de la mafia. Y de eso da cuenta en varios libros que escribió sobre su pasado oscuro, del que dice ya no le queda nada.

Andrés nació en Cali en 1971 en una familia acomodada, no le faltó nada. Pero vivió en la época del auge de la coca, de los ‘mágicos‘, como él llamaba entonces a quienes «fabricaban fortunas en un abrir y cerrar de ojos», y ahí se deslumbró.(Orgullo narco: Incautan 34 kilos de heroina envueltos con fotos de Pablo Escobar)

Lo introdujo al negocio un compañero de clases, Fernando Henaro, el ‘Grillo’, que era hermano de Orlando Henao Montoya, uno de los jefes narcos del momento. Era 1986 cuando le propusieron trabajar en un cristalizadero después del colegio militar. En una entrevista contó que la lealtad que le inculcaron en aquella institución del ejército la practicó en la mafia.

«Era el más flojo del laboratorio, pedía ayuda para levantar contenedores y si me ensuciaba la ropa iba corriendo a limpiarme, cuando ensuciarse la ropa era lo de menos estando metido en el mundo en el que estaba metido», afirmó al diario español El Clarín en 2016.

Ahí se mantuvo hasta que se dio cuenta de que el dinero estaba en comercializar su propia droga, y siguió en la cadena: se hizo dueño de un laboratorio, luego exportó cocaína y finalmente fue distribuidor. A finales de la década de los 80 y principios de los 90 ya le llamaban en el mundo narco ‘Florecita‘, aunque no sabe muy bien de dónde surgió el apodo.

Nació en Cali en 1971 en una familia acomodada

Fue después de que Pablo Escobar, el temido líder del Cartel de Medellín y más grande y sanguinario narcotraficante de la época, fue abatido en el techo de una casa por las autoridades en 1993, que se separó del Cartel de Cali. Lo hizo para conformar junto a Henao y otros narcos un nuevo cartel en el suroeste del país, el del Norte del Valle.(Brasil pone como ejemplo la «labor» de Pablo Escobar para alejar a los jóvenes de las drogas)

En ese momento, todo su séquito se rehusó a colaborar con el gobierno de los Estados Unidos y prefirieron mantenerse en la vida criminal. «Estábamos en el negocio, lo conocíamos y queríamos empezar, no terminar», dijo en El País de España.

Así, el Cartel del Norte del Valle ingresó al país norteamericano más de 544 toneladas de cocaína, el 60 por ciento del mercado de aquel momento. Y quedaron en la mira de la DEA, dentro de su lista de los más buscados.

Para 1996, los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, líderes del Cartel de Cali, habían sido capturados y extraditados, y para evitar las rejas empezaron a colaborar con las agencias estadounidenses. Para el FBI, el cartel del Norte del Valle era el nuevo objetivo de la lucha antidrogas. Como fugitivo, López pasaba entre Panamá, Colombia, México y España, pero la persecución fue mayor.

El 12 de julio de 2001 decidió entregarse ante la justicia, ya después de año y medio de haber empezado a delatar a sus socios. El juez en Estados Unidos lo condenó a 11 años de prisión, pero solo pagó 20 meses por colaborar con la DEA. Sus antiguos socios estaban furiosos, por su cabeza ofrecieron hasta cinco millones de dólares. Pero ya sabía lo que era vivir amenazado, y lo prefirió antes que pasar su días encerrado en un «hueco» en la cárcel.

En 2000, espera en un centro comercial de Ciudad de México a un hombre que le entregaría un dinero, y mientras lo hacía recibió una llamada desde Colombia de un amigo que le advirtió que lo iban a matar. Para escaparse compró ropa nueva en una boutique, se cambió en el baño, recogió su carro en el parqueadero y se fue.

Tiempo después se enteraría que la orden fue de Juan Carlos Ramírez Abadía, alias ‘Chupeta’, quien actualmente paga cárcel en Estados Unidos y fue uno de los testigos en el juicio de Joaquín ‘Chapo’ Guzmán, ex líder del Cartel de Sinaloa. El episodio lo contó en la revista Cromos.(Tres razones por las cuales Pablo Escobar y «El Chapo» Guzmán son «una especie en extinción»)

A diferencia de los otros narcotraficantes, Andrés López encontró en la escritura su catarsis. El poco tiempo que estuvo tras las rejas lo aprovechó con un lápiz y una libreta para escribir su vida en la mafia y la de sus socios del Cartel del Norte del Valle, en el que más adelante sería la novela El Cartel de los Sapos, que en 2008 llegó a la televisión en una exitosa serie del canal Caracol, junto al libretista Juan Camilo Ferrán, donde su personaje es interpretado por el actor colombiano Manolo Cardona.

Estos son los libros que ha escrito y publicado Andrés López López.

De esa forma olvidaba el encierro en una pequeña celda. «Comprendes que han acabado por completo con tu orgullo y te han humillado de todas las maneras que se pueden humillar a un ser humano. Saber que estás ahí a las puertas del infierno, precisamente porque eso es lo que has construido en tu pasado, te hace reflexionar», expresó en El País de España. Y así lo hizo sobre el centenar de muertos que entre 2003 y 2004 dejó la batalla por el control del negocio en ese cartel.

Luego de ese libro siguió Las fantásticas, las mujeres del cartel, sobre las esposas y parejas de los narcotraficantes; y luego El señor de los Cielos, sobre uno de los capos más poderosos de México, Amado Carrillo Fuentes. Y finalmente, en 2015, publicó Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán: El varón de la droga, biografía que comenzó a escribir en 2012 en un proceso en el que tuvo que enfrentar al mismo líder del Cartel de Sinaloa y a sus abogados.

Antes de terminarlo, él mismo buscó al ‘Chapo’ para conocer su opinión, y recibió una sentencia: si lo publicaba era hombre muerto. Pero López siguió adelante. Entrevistó a sus familiares, a personas de su círculo social, a agentes federales, a fiscales, a autoridades mexicanas y hasta a una agente de la DEA que vivió con él en su infancia. Pasado un año fue el capo quien le pidió una reunión para contarle todo sobre su vida y completar el libro. Se negó.

El libro fue todo un éxito, como los demás, y retomó relevancia desde el inicio del llamado ‘juicio del siglo’ en el que un juez de Nueva York encontró al ‘Chapo’ culpable de todo lo que se le acusaba. Mientras sus socios y enemigos están muertos o en la cárcel, Andrés López López es un ciudadano estadounidense liberado en 2006 por buen comportamiento, vive con toda su familia en Miami, se ve entre semanas con sus dos hijos de un matrimonio anterior, y se dedica -entre otras cosas- a su entrenamiento como aficionado al Triatlón.

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