Un tahúr en el ala oeste de La Moncloa (*)

Lo suyo es engañar al personal. Mentir compulsivamente y sin descanso. Jugar con ventaja, engatusar, confundir, distraer, mentir sin pausa y sin límite utilizando los medios públicos a su alcance -o sea, todos- para conseguir sus objetivos personales. Es decir, el Poder.

Un tahúr en el ala oeste de La Moncloa (*)
Reunión del Comité de Coordinación para el seguimiento de la situación en Cataluña durante la jornada de reflexión (09/11/2019)

A los muchos alias que por méritos propios acumula el aún presidente Sánchez -Falconeti, Okupa de La Moncloa, Profanador, Cum Fraude…- habrá que añadirle uno más. El de trilero. O quizás mejor el de tahúr.

Y es que lo suyo es engañar al personal. Mentir compulsivamente y sin descanso. Jugar con ventaja, engatusar, confundir, distraer, mentir sin pausa y sin límite utilizando los medios públicos a su alcance -o sea, todos- para conseguir sus objetivos personales. Es decir, el Poder, así, con mayúsculas. La tiranía disfrazada de voluntad popular para más inri.

Su último trile tuvo lugar ayer mismo, en la jornada de reflexión. Perdida su bolita en el cubilete de la exhumación de Franco, la nueva bolita del tahúr de La Moncloa, el nuevo trile, fue convocar en plena jornada de reflexión al Comité de Coordinación para el seguimiento de la situación en Cataluña. No tanto porque el Tahúr se ocupe de estos hechos -algo deseable, de ser cierto- sino porque no lo es. Porque, como buen tahúr, lo de Sánchez es puro teatro. Acciones vacuas de cara a la galería. Buscar el rédito electoral en su papel de estadista ejemplar, entregado y responsable, aún en la jornada de reflexión -ahora España-, convocando a la prensa obediente para abrir telediarios mientras el resto de partidos deben permanecer callados. Otra desvergüenza más.

Como buen tahúr, lo de Sánchez es puro teatro. Acciones vacuas de cara a la galería. Buscar el rédito electoral en su papel de estadista ejemplar, entregado y responsable

Sin embargo, cuando hace un mes estallaron los gravísimos disturbios que paralizaron Cataluña, con las turbas independentistas quemando y arrasando cuanto encontraban a su paso, el Ejecutivo estaba ausente. Inexistente. Nada de aplicar el artículo 155 o la ley de Seguridad Nacional. Ni siquiera convocó el manoseado Comité de Coordinación. Incluso llegó a quitar importancia a la extrema violencia independentista que inundaba Cataluña: apenas algunos incidentes aislados de orden público, mentía con su habitual desfachatez Grande-Marlaska. Todo con el objetivo de contemporizar con ERC, JxCat y el resto de partidos independentistas -también el PSC- y no enfrentarse al sedicioso Torra y sus acólitos. Otra bolita perdida. Y eso, a pesar de la miserable hoja de ruta de Sánchez, que impuso al Supremo la infame sentencia exculpatoria de rebelión para los golpistas del procés. Luego, como quien visita a las víctimas de un accidente de tráfico, el todavía presidente en funciones se fue a ver a los policías nacionales heridos (uno muy grave) ingresados en diversos hospitales de Barcelona, víctimas de los besos y las flores con que les obsequiaron la chusma de los CDR y de la CUP en las jubilosas y pacíficas manifestaciones independentistas que asolan Cataluña.

Para escenificar el trile de la jornada de reflexión, y los venideros -será por dinero- el Tahúr en funciones ha ampliado el faraónico complejo de La Moncloa. Sus instalaciones –Palacio de la Moncloa, ministerio de la Presidencia, edificios del Portavoz del Gobierno, de la Vicepresidencia y del Consejo de Ministros, entre otros-, se le quedan cortas. No basta que el búnker subterráneo que comunica los edificios del complejo acoja una sala de prensa y un estudio de radio con el fin de garantizar la comunicación del Gobierno en cualquier eventualidad, por grave que esta sea. Y todos los sistemas de seguridad imaginables. Sánchez ha ubicado también en el búnker la Sala del Comité de Coordinación, una especie de Sala de Seguimiento de Crisis, a imagen y semejanza de la existente en el ala oeste de la Casa Blanca.

Un Comité de Coordinación con un staff impresionante. A la altura -al menos sobre el papel- de su homólogo estadounidense. Presidido por Sánchez, está integrado por el Gabinete de la Presidencia del Gobierno; Vicepresidencia del Gobierno; Ministerio del Interior (Guardia Civil, Policía Nacional), Gabinete del Ministro, Gabinete de Planes de Coordinación, Subdirección de Sistemas de Información y Comunicación para la Seguridad y Centro Nacional de Protección de Infraestructuras Críticas (CNPIC), así como representantes del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación (Secretaria de Estado de España Global y gabinete del Ministro), Ministerio de Defensa (Ciberseguridad), Ministerio de Justicia, Ministerio de Economía, Ministerio de Fomento, Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y de la Secretaria de Estado de Comunicación, etcétera.

Esto, nada más y nada menos, reúne el Comité de Coordinación. El poder del Estado. Un derroche descomunal de medios humanos y materiales para que Torra y sus secuaces sigan actuando impunemente. Para permitir que partidos golpistas, separatistas y terroristas participen en las instituciones, atropellen la libertad, destruyan la convivencia y quemen y paralicen las ciudades. Para que la unidad y soberanía de España esté en gravísimo peligro. Para que en España la ley no obligue a todos por igual, y que no sea una nación de ciudadanos libres e iguales. O para que el golpista Puigdemont -de vacaciones pagadas en Bélgica- y el resto de fugados se sigan riendo de España y de los españoles.

El poder y grandeza del Comité de Coordinación me maravillan. Pena que, como el valentón en los versos de Cervantes, sólo se quede en estrambote:  «Y luego, incontinente, caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada»

Post Scriptum (*)

Cuando publico este artículo, Sánchez el Tahúr acaba de perpetrar sorpresivamente su último y más espectacular trile, su engaño más descomunal, ninguneando, además, a Felipe VI: la firma -de nuevo luz y taquígrafos obedientes- del preacuerdo de gobierno de coalición con el marqués de Galapagar, alias el Coletas, posible vicepresidente del Gobierno y puede que hasta director de los servicios de inteligencia del Estado: el CNI, Centro Nacional de Inteligencia. Dios nos coja confesados.

(Continuará)

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Autor

Antonio Cabrera

Colaborador y columista en diversos medios de prensa, es autor de numerosos estudios cuantitativos para la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) y la Secretaría de Estado de la Defensa (SEDEF) en el marco del Comercio Exterior de Material de Defensa y Tecnologías de Doble Uso y de las Relaciones Bilaterales con EE.UU., así como con diferentes paises iberoamericanos y europeos elaborando informes de índole estratégica, científico-técnica, económica, demográfica y social.

Antonio Cabrera

Colaborador y columista en diversos medios de prensa, es autor de numerosos estudios cuantitativos para la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) y la Secretaría de Estado de la Defensa (SEDEF) en el marco del Comercio Exterior de Material de Defensa y Tecnologías de Doble Uso y de las Relaciones Bilaterales con EE.UU., así como con diferentes paises iberoamericanos y europeos elaborando informes de índole estratégica, científico-técnica, económica, demográfica y social.

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