(o, en chino tradicional, 更多關於祖父母節。).
La verdad es que con el suceso de antier, en Santiago, no se le queda a uno el cuerpo como para escribir una chirigota. Por ello, mi señoría va a limitarse a ofrecerles a vuesarcedes dos escritos que no tienen nada de jocosos, pero que están relacionados con el día de hoy que, como todos saben, se celebra, al menos en teoría, el Día de los Abuelos.
El primero, es decir, el primer escrito a que se refiere mi señoría es a una carta, cuya soy autor, que, con motivo de la ´presunta´ festividad del día de hoy y de unas manifestaciones que hizo el Papa Francisco a los periodistas que le acompañaron en su reciente vuelo a Brasil; una carta, digo, que le escribí al Director de ABC y que él tuvo a bien publicar en su diario, y que mi señoría tiene más que a bien, a mejor, reproducirla aquí para aquellos de vuesarcedes que no la conozcan. Porque la verdad es que merece la pena aunque no sea uno quien debe decirlo, ya que al fin y al cabo sólo los sabios somos modestos de verdad. La epístola en cuestión dice, y dice bien, como todo lo que sale de mi teclado, lo siguiente:
«El Día de los Abuelos.
Acabo de leer la referencia de las conversaciones que mantuvo el Papa Francisco con la prensa mientras volaban hacia Brasil, y me ha llamado la atención cómo, aunque el Pontífice iba a celebrar una gran fiesta de y para la juventud; cómo nos ha dedicado un grato recuerdo a las personas mayores. Según un cronista del vuelo (el de ABC), Su Santidad les comentó a los periodistas que ´los jóvenes son el futuro, pero la sociedad va adelante con dos fuerzas: la de los jóvenes y la sabiduría de los ancianos. Muchas veces, lamentó, “se comete la injusticia de dejar de lado a los ancianos” al pensar que no tienen nada que darnos, pero “ellos son la sabiduría de la vida, de la historia, de la patria y de la familia”. Y así se nos dice justamente cuando los ancianos -aunque haya abuelos muy jóvenes– nos disponemos a celebrar el día de los Abuelos, día en que conmemora la Iglesia los santos Ana y Joaquín, padres de la Virgen María, el viernes. Ojalá sirva lo dicho para recordar, este año en concreto, la efeméride en cuestión. Y sepan los nietos que los abuelos necesitamos sus felicitaciones y su cariño.
Rufino Soriano. Madrid.
El segundo escrito que quiero ofrecerles hoy también a vuesarcedes es el “Cántico del Anciano”, cuyo autor desconozco, pero que a mi señoría le gustó tanto desde que lo conoció, que lleva doce años ´colgándolo´ en este blog, con el permanente beneplácito de sus leedores. Dice así:
Cántico del Anciano.
-Dichosos los que me miran con simpatía.
-Dichosos los que comprenden mi lento caminar
-Dichosos los que hablan en voz alta para minimizar mi sordera
-Dichosos los que estrechan con calor mis manos temblorosas
-Dichosos los que se interesan por mi lejana juventud.
-Dichosos los que no se cansan de escuchar las historias que con frecuencia repito.
-Dichosos los que comprenden mi falta de cariño.
-Dichosos los que me regalan parte de su tiempo.
-Dichosos los que se acuerdan de mi soledad
-Dichosos los que me acompañan en el sufrimiento.
-Dichosos los que alegran los últimos días de mi vida.
-Dichosos los que me acompañen en el momento del paso.
Cuando entre en la vida sin fin, me acordaré de ellos ante el Señor Jesús.
Y finalizado el “Cántico” en cuestión, mi señoría presiente que vuesarcedes van a sentir el irrefrenable deseo de enviarme cartas elogiosas, mensajes de alabanza, comentarios de aquiescencia y riadas de aplausos como significando que ¡qué excelente cuchufleta! Sí, es verdad que uno merece todo eso, pero, como dice mi señoría con harta frecuencia, no se molesten vuesarcedes, callen y… solácense, ¡caramba!, que la vida es bella tanto para ellos como para ellas. Si son políticos, claro. Y si no, ahí tienen vuesarcedes a don José Blanco tras la absolución judicial. ¿O no?
26-07-2013.
P. D. ¡Gracias, traductor de Google, por haberme permitido incrustar un frontispicio trilingüe a esta chirigota o cuchufleta!
