La mejor campaña publicitaria que le hacen a La Gomera no le cuesta un solo euro al Patronato de Turismo. La visita, que además no es la primera vez, de la canciller alemana Ángela Merkel a la isla colombina supone toda una promoción impagable, sobre todo en la tierra de origen de la política conservadora, que es de donde suele proceder el grueso de turistas extranjeros que anualmente optan por pasar sus días de asueto en esta coqueta isla.
La líder alemana ha escogido por tercer año consecutivo La Gomera para disfrutar no sólo de la tranquilidad que le reporta la isla, sino también para realizar senderismo y poder conocer los rincones más típicos. De hecho, su estancia en este rincón del Atlántico se guarda celosamente por los propios habitantes, quienes desean que la isla siga siendo un remanso de paz y que la propia Merkel pueda disfrutar de esas vacaciones sin el agobio mediático.
La discreción de la canciller germana es tal que, incluso, lejos de coger medios de transporte exclusivos para arribar a La Gomera, se desplazó en una de las embarcaciones que unen regularmente el sur de Tenerife con San Sebastián. Sólo algún avezado pasajero se dio cuenta de la presencia de la política alemana.
El planning de Merkel, inicialmente, no variará respecto del de años anteriores. Se dedicará al relax en uno de los mejores hoteles del Archipiélago, el Jardín Tecina, en el municipio de Alajeró, en Playa Santiago, y también aprovechará para hacer senderismo en el Parque Nacional de Garajonay. Los últimos días los dedicará a la adquisición de productos típicos, algo que además hace personalmente. El Viernes Santo será su última jornada en la isla y está previsto que parta desde el aeropuerto a Tenerife Norte y de allí coja un vuelo con destino a Alemania.
El periodista Sito Simancas, de Onda Tagoror, y propietario de una pequeña ventita, aseguró verse sorprendido la primera vez que la canciller alemana entró en su establecimiento, pero ahora ya le resulta algo normal y corriente y considera que si ha repetido visita a la isla es, precisamente, porque todos los habitantes han sabido respetar su espacio y no agobiarla, un hecho que concuerda además con la tranquilidad y el relajo de los habitantes colombinos.
