Antonio Martín Beaumont

El PSOE se prepara para el drama de la noche del 26-J sin líder ni recambio

Un futuro Congreso Federal depararía sorpresas

El PSOE se prepara para el drama de la noche del 26-J sin líder ni recambio
Antonio Martín Beaumont. PD

El CIS ha dado un mazazo a los socialistas que buscan un sustituto para Sánchez que no pasa por Andalucía por la negativa de la presidenta

La procesión va por dentro… sí. Y se nota. El PSOE está descolocado, más ahora que Unidos Podemos ondea la bandera de una nueva socialdemocracia que apuesta por totalizar la izquierda española: desde la más radical hasta la más centrista que representó el felipismo.

Lógico entonces que, por más que agiten Pedro Sánchez y los suyos la ley del silencio como fórmula de aglutinar en torno a su persona incluso a los barones que en privado echan pestes de la dirección de su partido, el runrún crítico sea incesante y retumbe más allá de las paredes de las sedes socialistas.

Así las cosas, la familia del PSOE comienza la carrera electoral con el ánimo bajo. Mientras, a César Luena, como bálsamo de Fierabras, se le ocurre rescatar al veteranísimo Alfonso Guerra para refrescar la campaña.

La publicación de los datos del CIS ha sido un nuevo mazazo dolorosísimo para el socialismo. Por más que los datos del centro público de análisis demoscópico no cayesen por sorpresa, puesto que coinciden básicamente con lo que les vienen expresando hace semanas las empresas encuestadoras contratadas por el partido.

La desafortunada irrupción de la buena de Margarita Robles, descolocada, fuera de lugar y de tiempo, en el primer debate entre políticas televisado por Atresmedia, reflejó el estado de ánimo de un PSOE que sólo se agarra a balbucear tembloroso su centenaria historia frente a la opa hostil que le ha planteado Podemos.

Además, por si algún ingrediente faltaba al drama, a decir de los que conocen a la presidenta andaluza, la cacareada «solución Susana» para marchar sobre Ferraz tras el 26-J, que transmitía ilusión a muchos, está más en entredicho que nunca.

De ahí que, ante la falta de convicción de la lideresa para dar el paso a la política nacional, tal y como le han reclamado una y otra vez multitud de dirigentes que han peregrinado hasta Sevilla, se haya empezado a buscar más referentes.

Si Susana Díaz insistiera en que Sánchez se marchase, una hipótesis no descartable la misma noche electoral, todas las miradas se posarían sobre sus ojos para pedirle que fuese ella quien diese la cara y se colocara al frente del PSOE.

Y ya ha dicho en varias ocasiones que no. ¿Por qué iba a cambiar el Gobierno andaluz, una institución con 30.000 millones de presupuesto, por el liderazgo de una marca en desintegración? Esa misma pregunta se la hacen ya -me consta- barones tales como el valenciano Ximo Puig.

Lo que pocos se atreven a decir, por más que haya quinielas, es quién podría ser el sustituto de Sánchez si Díaz decidiese al final quedarse en su despacho de San Telmo. Un destacado dirigente socialista me aseguraba esta misma semana que, de quedar como tercera fuerza, el próximo Congreso Federal podría traer «cualquier sorpresa».

Como sucedió en el 35 Congreso del PSOE cuando un desconocido José Luis Rodríguez Zapatero derrotó por nueve votos al que parecía entonces gran amo del socialismo, el imbatible barón castellano-manchego José Bono.

A día de hoy, y esto es una pura conjetura, sólo sobresale un nombre. Hasta ese punto ha llegado la precariedad del PSOE. Ahí sigue Eduardo Madina. Eso sí, habría que ver si al político vasco todavía le quedan ganas de intentar lo que se frustró en 2014.

Desde luego sería una revancha en toda regla contra Sánchez tras haber quedado patente su descontento -al igual que el de la corriente crítica- por su arrinconamiento en la séptima posición de la lista de Madrid.

De lo que no cabe duda es que sería un cambio muy del gusto de veteranas figuras como Zapatero, Bono o incluso Carme Chacón…. y de algunos gurús mediáticos de la izquierda que de sobra han expresado su complicidad con Madina.

Desde cualquier punto de vista, forma parte de una generación llamada a ser la cantera de cualquier proyecto que pretenda refundar la izquierda española si, como se vaticina, el PSOE cosecha otra derrota histórica. Ahora bien, como avisa mi interlocutor socialista, «poner a Edu al frente del PSOE sería como entregar las llaves de las sedes a los de Pablo Iglesias». O sea: apaga y vámonos.

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