Del 24 de febrero de 2012, fecha del cierre del diario de Jaume Roures, a esta parte se van sabiendo más de los entresijos de lo que fue el diario Público. El último que ha puesto su granito de arena ha sido Pere Rusiñol, adjunto a la dirección desde 2008 hasta su cierre —Roures tenía decidido cerrar Público pero IU le convenció de ofrecérselo a Chávez–.
En un texto publicado en la revista El Triangle —Jaume Roures, el diario Público y la izquierda–, Rusiñol acusa directamente al empresario de los medios de comunicación y el cine de ser el único responsable del cierre del diario que «seguramente» llegó a ser el único periódico «con vocación de masas» de la izquierda desde la Transición.
Tras defender a los trabajadores —Los trabajadores de Público votan a favor de enterrar la edición en papel–, indignados «con el incumplimiento de las promesas de los accionistas mayoritarios, Jaume Roures y Tatxo Benet», el último adjunto al director de Público asegura que estos decidieron «asesinar el diario justamente cuando acariciaba la rentabilidad y había consolidado una influencia notable en el quiosco y en los despachos, sobre todo en Madrid».
En este sentido, Rusiñol asegura:
«El cierre de Público ha acabado dando la razón a los que advertían que el diario era solo una maniobra de los polémicos empresarios catalanes, que esperaban, según esta hipótesis, importantes contratos para Mediapro».
Según esta hipótesis, Roures quería imitar en la izquierda a José Manuel Lara y su La Razón y la influencia de estos en la derecha española:
«No es nada difícil seguir el paralelismo con Público, sobre todo si se tiene en cuenta que es un diario pensado por el primer Zapatero, inequívocamente de izquierdas y, a diferencia de Felipe González, en sintonía con el resto de la izquierda».
Y sobre todo:
«La perspectiva amplia del pack incluiría, según esta hipótesis, la concesión de laSexta, la entrada espectacular de Mediapro en TVE –tanto, que puso en pie de guerra a los sindicatos– y la aprobación de medidas clave para la viabilidad de Mediapro –que necesitaba urgentemente más ventanas para rentabilizar el fútbol–, como el cambio legislativo que autorizó la TDT de pago».
CONTRA LA LÍNEA ARGUMENTAL OFICIAL
Sin embargo, según apunta Rusiñol, todo cambió con «el último Zapatero» y la salida de Luis Fernández de la dirección de TVE. Mediapro dejó de disfrutar de un trato privilegiado en la televisión pública nacional —RTVE, un ‘chollo’ para los Roures de turno–. Esto hizo que Roures y Benet dejaran de invertir en Público —Roures culpa del cierre de Público a los digitales y la crisis de la izquierda–.
Sin inversión, aumento de deuda «con consecuencias perfectamente previsibles». Y de ahí a cerrar solo hubo un paso. El argumento de Roures: la pérdida de dinero del diario.
Pero Rusiñol no opina lo mismo que la línea argumental oficial:
«La realidad, sin embargo, es muy diferente, sobre todo si se pusiera en relación cuánto ha costado Público y cuánto ha ingresado. Además, la opaca negociación final dirigida por Roures, y supuestamente encaminada a conseguir 9 millones de euros para salvar el diario, ha dejado muchos más interrogantes abiertos porque había inversores dispuestos a entrar y más de uno de los actores que mantuvieron conversaciones se ha quedado con la sensación de que no había ningún tipo de interés en seguir ahora que el PP lo controla todo».