La soberanía es de todos los españoles y no puede dividirse ni individualmente entre millones de personas ni por territorios
El artículo sale en Elsemanaldigital, diario online que dirige su autor y dadas las fuentes de Antonio Martín Beaumont, cuyo conocimiento de lo que ocurre en la sede popular de la madrileña calle Génova está por encima del de cualquier otro periodista, nos permitimos volverlo a dar, porque tiene un indudable interés para todos los lectores y aclara muchas cosas sobre el PP, el Gobierno Rajoy y sus cuitas:
No hubo grietas en la postura de Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno tenía la obligación de decir a Artur Mas que no tiene recorrido su «quimera».
El cibermensaje del Rey del pasado martes hacía que el silencio del jefe del Ejecutivo los días después de la manifestación de la Diada retumbase más.
La independencia no cabe en la Constitución. El referéndum, votando sólo una parte de España, tampoco. La soberanía es de todos los españoles y no puede dividirse ni individualmente entre millones de personas ni por territorios.
Además, no es posible presentar como «Pacto Fiscal» lo que en realidad, sin eufemismos nacionalistas para atrapar a ingenuos, sería llanamente soberanía económica.
Eso fue lo que Rajoy trasladó sin aspavientos al presidente de la Generalitat durante dos horas en La Moncloa.
La doble moral de Mas la tiene presente el Gobierno de Rajoy. De puertas adentro, por ejemplo en el Ministerio de Hacienda, los colaboradores de Cristóbal Montoro cuestionan la credibilidad del Molt Honorable. «Suelta barbaridades en público, y en privado pide millones para llegar a fin de mes.
Habría que grabarle cuando nos telefonea».
Y al hilo de esta idea, revelan que el secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, tuvo previsto hasta media hora antes acudir a la conferencia capitalina de Artur Mas, la misma en la que refrendó su apuesta por un Estado catalán.
«Más vale que Mas ponga los pies en la tierra».
En el fondo, Artur Mas pone en entredicho toda la Constitución. Lo que pide ahora conduciría al país a una etapa preconstitucional.
A tiempos como los de finales de los años setenta del pasado siglo. Porque nuestra Carta Magna se basa en dos principios que sustentan los demás artículos: la soberanía del pueblo español y la indisoluble unidad de España.
Si estos se enmiendan habría que elaborar una nueva Constitución. Y el proceso ya se sabe cuál es: disolver las Cortes; convocar elecciones a cámaras constituyentes que redacten el nuevo texto constitucional; someterlo luego a referéndum; y volver a convocar unas elecciones tras la aprobación de la Constitución por los españoles.
Total nada con lo que está viviendo esta España que camina hacia los 6 millones de parados.
De ahí el oportuno mensaje del Rey, como símbolo de la unidad y permanencia del Estado, cargado de responsabilidad y sentido común. Por ello la contundente respuesta de Mariano Rajoy de este jueves.
No podía ser de otra manera. No cabía otra cosa que decirle al president que su salto le manda directamente fuera del sistema y a España a vivir en el limbo en un momento que lo que necesitan los españoles, incluidos los catalanes, son certezas.