…lo que teme el independentismo disfrazado de catalanismo paternalista benefactor, que esa sociedad silenciada comience a tomar conciencia de sí misma, que comience a tomar conciencia de que la construcción nacional se basa en la destrucción de todo lo que esta parte de la sociedad significa…
Lo ocurrido en el Parlamento catalán no es un episodio más de intoxicación política de la mano de un nacionalismo cada vez menos tolerante con los discursos disidentes, no, es un grado más en la escalada hacia la intolerancia política, a la imposición del discurso único.
Ya no estamos hablando de la manipulación cínica y masiva de los medios de comunicación, ni de la cada vez menos sutil presión social de una opinión pública predispuesta a creer –e imponer a los otros– el dogma oficial, ni de la imposición de la moralidad de la clase dominante: la casta nacionalista.
En el Parlament hemos vivido la expresión política del odio y miedo a lo diferente, a lo español, vivimos cómo un grupo como la CUP –partido solidario con filoetarras como Arnaldo Otegi– podía acusar libremente a C´s y al PP relacionándolos con grupúsculos fascistas.
…bajo una aparente normalidad cívica subyace una intolerancia esencialista pero esta vez se ha pasado el umbral de lo social y se ha adentrado en la política…
Vivimos como en sede parlamentaria se negaba –con una gesticulación de rabia sin fin por parte de la Presidenta del Parlament– el derecho de palabra a unos representantes de esa Cataluña que tanto rechazo provoca en el nacionalismo “biempensante”.
En el Parlament se ha reproducido lo que ocurre en las calles de Cataluña, en los centros de trabajo, en las organizaciones civiles, dónde bajo una aparente normalidad cívica subyace una intolerancia esencialista, pero esta vez se ha pasado el umbral de lo social y se ha adentrado en la política, en la institución que debe ser el paradigma de la representatividad de toda la sociedad, de todos los ciudadanos.
Si en Cataluña hay una minoría tan exaltada como ideologizada que impone una cosmovisión unívoca de la realidad, en el Parlament existe una mayoría que pretende mutilar la libertad de expresión de una minoría, que cercena la posibilidad de defender unas ideas distintas a las del poder, que pisotea el derecho de representación de miles de ciudadanos.
…dónde la soflama prevalece al argumento, dónde el cinismo ha vencido a la razón argumental, dónde el consenso ha dado paso a la imposición…
La sociedad catalana está intoxicada, intoxicada por un nacionalismo que está haciendo pasar por sentido común lo que no es otra cosa que ideología, donde el comportamiento social equivale a una especie de examen político, donde cualquier desviación respecto a ese estereotipo debe ser corregido, silenciado y, quién sabe, quizás llegue a ser perseguido.
Vivimos en una sociedad y en una democracia intoxicada, dónde la soflama prevalece al argumento, dónde el cinismo ha vencido a la razón argumental, dónde el consenso ha dado paso a la imposición, donde la disensión debe ser silenciada, ridiculizada o estigmatizada, donde el ciudadano se convierte en gobernado, y el gobierno en Guía Espiritual.
Una sociedad emponzoñada por un cinismo sin fin, cinismo como instrumento de desinformación, de confusión, de perversión, que pretende hacer pasar por democrático e inclusivo lo que no es más que división y fractura, lo que no es más que exclusión e imposición.
…el 12 de Octubre, día de la Hispanidad, puede suponer la visualización de una España catalana plural y diversa, de una Cataluña española sin complejos…
Este espíritu excluyente del nacionalismo se esconde bajo la hueca formalidad democrática de los partidos soberanistas, se oculta entre los recovecos de los discursos, en las premisas implícitas de los argumentos, pero aparece con toda su fuerza en ese lenguaje no verbal de los que aborrecen todo lo que parezca o se asemeje a español (solo hay que ver la cara de zozobra e incredulidad de Irene Rigau cuando alguien osa utilizar el castellano en el Parlament).
Pero ¿por qué de esa reacción visceral ante la concentración del 12 de Octubre?, ¿por qué usar el recurso de la infamia y el miedo para manchar una manifestación cívica y democrática?, básicamente porque el 12 de Octubre, día de la Hispanidad, puede suponer la visualización de una España catalana plural y diversa, de una Cataluña española sin complejos, una sociedad mil veces silenciada, mil veces manipulada y mil veces engañada, una sociedad abierta y diversa.
Esto es lo que teme el independentismo disfrazado de catalanismo paternalista benefactor, que esa sociedad silenciada comience a tomar conciencia de sí misma, que comience a tomar conciencia de que la construcción nacional se basa en la destrucción de todo lo que esta parte de la sociedad significa, de que se transforme de una mayoría silenciosa a una mayoría activa y contestataria, que pase de ser una sociedad resignada a una sociedad que resiste, temen que sea el freno definitivo a sus románticas ensoñaciones.