Todo indica que fueron soprendidos desnudos cuando dormían dentro del coche

Los jóvenes del pantano de Gerona fueron tiroteados en lo que parece un crimen sexual

Muchas más hipótesis de trabajo, pero a estas alturas una de las que cobran más relevancia es el móvil sexual

Los jóvenes del pantano de Gerona fueron tiroteados en lo que parece un crimen sexual
El pantano de Susqueda, donde han aparecido los cadáveres de Marc y Paula. CT

La ropa de las víctimas se guardó en las mochilas, a las que les ataron para lastrarlos cuando arrojaron sus cuerpos a la profundidad del pantano

Dos días han necesitado los forenses del Instituto de Medicina Legal de Gerona para practicar la autopsia a los cadáveres de Marc y Paula, los jóvenes del Maresme que aparecieron el martes en aguas del pantano de Susqueda.

La joven de 21 años y vecina de Cabrils murió de un disparo en la cabeza. Los especialistas lograron reconstruir la trayectoria de entrada y salida de un proyectil que los Mossos buscan en varios puntos de la orilla del ­embalse.

Mucho más complicado está siendo determinar cómo murió el joven, de 23 años y natural de Arenys de Munt.

Tanto los forenses como los investigadores se decantan por que algunas de las heridas que presenta fueron provocadas por un arma de fuego. El trabajo en los laboratorios de la policía científica y en los de los forenses continúa.

Después de 33 días bajo el agua, los cadáveres estaban muy deteriorados. Tanto que tampoco ha sido posible confirmar su identidad con el procedimiento de las huellas dactilares.

Explican Mayka Navarro y Toni Muñoz, en ‘La Vanguardia‘ este 29 de septiembre de 2017 que en las próximas horas se realizará un cotejo de restos genéticos para oficializar su filiación.

Sobre la mesa de los investigadores de la unidad de desaparecidos hay varias hipótesis. Algunas se han descartado. Empecemos por esas. No fue un robo.

Los escasos enseres de la pareja se encontraron en el Opel Zafira con el que llegaron hasta el pantano y cuyo interior tenían habilitado para pasar la noche. También estaba el cambio de los dos billetes de 20 euros que Marc sacó sobre la una de la tarde del 24 de agosto, del cajero de La Caixa en Cellera de Ter.

Con uno de los billetes pagó unos refrescos y unas botellas de agua en el bar La Parada del Pasteral, donde les atendió Simona Benková, la última persona que los vio con vida. Pues bien, todo ese dinero estaba intacto en la cartera de Marc.

Se localizó en el interior del coche, junto a los sacos para pasar la noche, un bolso de Paula, sus anotaciones.

Tampoco fue un crimen premeditado, diseñado por algún enemigo. Es otra de las hipótesis descartada. Por varios motivos. Porque muy poca gente estaba al corriente de los planes de la pareja.

El kayak estuvo un tiempo varado por un pinchazo y pocos días antes de la excursión Marc lo reparó. Lo contó su padre.

Además, eran una pareja que no tenía enemigos, ni se ha encontrado nada turbio en su pasado y presente que permita ahondar en un escenario de venganzas entre conocidos o por encargo.

¿Qué les queda a los investigadores? Muchas más hipótesis de trabajo, pero a estas alturas una de las que cobran más relevancia es el móvil sexual.

Que los asesinos de la pareja, porque los investigadores plantean un crimen en el que participaron varias personas, quisieron aprovecharse de ellos.

El magistrado gallego José Antonio Vázquez Taín, instructor entre otros del crimen de Asunta en Galicia, explicaba ayer a este diario que existe la posibilidad de confirmar una agresión sexual en un cuerpo, pese a permanecer un mes bajo agua dulce. Habrá tiempo de confirmar esa posibilidad.

Pero una de las secuencias con la que trabajan los investigadores es que la pareja llegó al pantano sobre las tres de la tarde. Montó su campamento. Hinchó el kayak y habilitó el Opel Zafira para dormir en su interior. Con los asientos traseros inclinados hacia delante y una madera para hacer de canapé.

Es posible que Paula y Marc estuvieran dentro del coche cuando fueron sorprendidos desnudos. Los agresores rompieron el cristal de la puerta del copiloto, de fuera para adentro.

La ropa de las víctimas se guardó en las mochilas, a las que les ataron para lastrarlos cuando arrojaron sus cuerpos a la profundidad del pantano. La mochila de Paula se soltó y la de Marc se enredó con sus manos en la parte delantera.

Los Mossos siguen buscando pistas dentro y fuera del agua.

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