Los rusos «por fin» han encontrado a toda la familia de Nicolás II

(PD /EFE)-. Las pruebas genéticas realizadas en Estados Unidos han confirmado que los restos óseos hallados el año pasado en los Urales pertenecen a dos de los hijos del último zar, Nicolás II.

El gobernador de la región de Sverdlovsk, Eduard Rossel ha informado de que

“Ahora, por fin, hemos encontrado a toda la familia real”

Las pruebas realizadas en EE UU confirman las conclusiones de los expertos rusos, que ya en agosto de 2007, un mes después del hallazgo de los últimos restos, declararon que las osamentas pertenecían al zarévich Alexéi y la gran princesa María.

“Según los resultados de las investigaciones anatómicas y morfológicas realizadas se puede concluir que, con casi toda seguridad, los restos pertenecen al zarévich Alexéi y la gran princesa María”.

Nicolás II, su esposa y sus cinco hijos fueron ejecutados el 17 de julio de 1918, en medio de la guerra civil en Rusia, en un sótano de la casa Ipatiev de Yekaterimburgo, por temor a que fueran liberados por una ofensiva del Ejército Blanco.

La clave para localizar el lugar donde los bolcheviques enterraron a los hijos del zar fue la desclasificación de un documento hasta hace poco considerado “secreto”. Se trata de una narración detallada de Yákov Yurovski, quien dirigió el fusilamiento de la familia imperial rusa por orden directa de la dirección bolchevique.

Yurovski narra cómo tras varios intentos fallidos de enterrar los cadáveres de los miembros de la familia del zar, los integrantes del pelotón de fusilamiento decidieron rociar con ácido sulfúrico los cuerpos de nueve de ellos.

Esos cuerpos fueron sepultados en una mina cerca de la localidad de Koptiakí, mientras los cadáveres de Alexéi y María fueron traslaados a un bosque cercano.

Al enterrarlos por separado, los bolcheviques pretendían que, en caso de ser hallados, nadie vinculara esos restos con los de la familia imperial. Los restos del zar y ocho de sus familiares y allegados fueron hallados en 1979 y exhumados en 1991, y tras ser identificados, enterrados en la fortaleza de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo en 1998, pero los de Alexéi y María nunca fueron encontrados.

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