Las obras del AVE sacan a la luz 111 yacimientos arqueológicos

(PD).- Pueblos íberos, cabañas neolíticas, puntas de flecha, silos de grano, restos de hogueras, hornos, acueductos romanos, cerámicas, búnkers de la guerra civil, canales, eremitorios altomedievales… Las obras del tren de alta velocidad a su paso por Catalunya, unos 315 kilómetros de trazado, con decenas de metros de ancho en algunos puntos, han sacado a la luz un total 111 yacimientos arqueológicos.

La mayor parte son sólo pequeñas piezas de un puzzle: poca cosa por sí solas pero que ayudan a componer una fotografía global y de prácticamente todos los periodos. Y una pequeña parte de ellos -9 de los 111-tienen un interés histórico, científico e incluso turístico, y se harán visitables. Las obras se financian en general con fondos de la infrastructura.

La acumulación de tantos datos en relativamente poco tiempo, más allá de la trascendencia concreta de cada excavación, es que «permiten estudiar modelos económicos y demográficos de conjunto», explica Josep Manel Rueda, arqueólogo del Departament de Cultura, que tiene registrados todos los yacimientos.

«Muchos de los hallazgos son silos o restos de asentamientos de época íbera y completan nuestro conocimiento de la extensión de la población íbera por el territorio», dimensiona. Las decenas de silos para la acumulación de alimentos de aquella época sugieren la existencia de centros de poder político; la vida útil de estos almacenes era corta y solían sellarse con cerámica y tierra.

En una reciente conferencia, el arqueólogo -y director de la empresa de arqueología Janus-Joan Llinàs consideró que los hallazgos de silos íberos en ciertas zonas de Girona revelan una ocupación agrícola previa a la conocida, de una época «de la que había muy pocos datos».

La mayor parte de los 111 lugares excavados ni siquiera era conocidos. 65 de ellos (el 58%) no constaban en las cartas arqueológicas, los mapas con los que las administraciones se guían cuando inician obras, sean bloques de pisos o infraestructuras.

El decapado aplicado al terreno para lanzar las vías no ha ofrecido grandes sorpresas, y donde había romanos, salen romanos.

Los yacimientos más relevantes son nueve. El Vilot de Montagut (Alcarràs) tiene restos de distintas épocas (desde el siglo X aC.), con restos de cerámicas, fosas y de hogueras, así como silos medievales, esto es, veinte siglos posteriores a los iniciales.

En la estación de Lleida, donde se tenía constancia de restos romanos, aparecieron vestigios de viviendas del siglo XIII al XV.

Minferri, en Juneda, es una aldea dispersa del Bronce en la que se han analizado 430 estructuras, como cabañas, silos, fosas, hornos, cubas metalúrgicas y otros.

Una de las sorpresas de los arqueólogos fue el del Pont de les Caixes, considerado acueducto medieval hasta que, por unas lluvias, durante las obras del AVE, apareció una estructura previa, romana, que se explica por la cercanía de la villa de Centcelles, patrimonio universal de la Unesco.

El arqueólogo Josep Anton Remulà, que ha trabajado en la zona, explica que inicialmente no se iba a conservar, «pero el hallazgo de la parte romana ha obligado a replantear la operación». Así, se decidió alargar un puente, que evitó construir un talud que lo habría cubierto.

Otra villa romana surgió en el Mas de´n Bosch, en Constantí, con estructuras que explican la fabricación de vino de época alto-imperial; es más, esta arquitectura se asienta sobre otra anterior, de factura íbera.

En la misma zona han aparecido restos desconocidos hasta ahora de época prehistórica (silos con uso neolítico y reutilizados en la edad del bronce como tumbas) que luego fueron aprovechados por los romanos.

En La Saboneria (Santa María de Palautordera) se estudió una fábrica de jabón, de los siglos XVIII y XIX, que permite profundizar en la historia de esta industria. Muy cerca de allí, en Llinars del Vallès, apareció el poblado ibérico de Can Suari, que se habilitará para visita: está excepcionalmente bien conservado; los restos sugieren que fue una explotación agrícola dispersa.

En el poblado neolítico de Serra del Mas Bonet, en Vilafant, se descubrieron 135 estructuras en el subsuelo, de distintas épocas pero que llegan al 3.000 aC; es un poblado al aire libre, poco común en la época, y han salido láminas y puntas de flecha de sílex y ornamentos de hueso.

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