El ‘Hombre de Flores’, más cerca del mono que del ‘hobbit’

(PD).- Hace cinco años, el hallazgo del esqueleto y el cráneo de un homínido especialmente pequeño en la isla de Flores, junto a Madagascar, se convirtió en todo un problema para la comunidad científica: ¿se trataba de una nueva especie humaa-una especie de ‘hobbits’ tal y como los describió Tolkien-, un homo sapiens con microencefalopatía o un homínido primitivo más cercano a los actuales simios que al ser humano?

Dos estudios científicos publicados en el último número de la revista Nature han arrojado luz sobre el enigma de este ser que vivió hace 12.000 años, descartando la posibilidad de que sea una nueva especie distinta al hombre y acercándolo más a los actuales simios que al ser humano actual.

Pequeños por el entorno

El primero de ellos, realizado por el Museo de Historia Natual de Reino Unido considera que la razón del reducido tamaño de este individuo habría sido el entorno natural en el que vivió.

Para llegar a esta conclusión, los autores estudiaron los fósiles de hipopótamo encontrados en la isla de Madagascar, también más pequeños que sus antecesores del continente africano, y concluyeron que las características del hábitat podrían haber determinado en los dos casos la evolución de los individuos hacia una especie única.

«Puede que su pequeño tamaño les fuera útil a ambos para sobrevivir en una isla y jugara un papel fundamental en su evolución», explica Eleanor Weston, responsable de la investigación.

Malos corredores

El segundo, desarrollado por el Stony Brook University Medical Center de Estados Unidos aporta un matiz a esta conclusión y defiende que el tamaño desproporcionado de los dedos de los pies de estos homínidos -que les hacía parecidos a los ‘hobbit’- les coloca más cerca de los rasgos de los homínidos más primitivos, como el Austrolophitecus, lo que negaría que se tratase de un descendiente del Homo Erectus.

Y es que el Hombre de Flores tiene unos pies muy grandes en proporción con sus pequeñas piernas, casi más de la mitad de la extensión del fémur, mientras que en el caso de los hombres sus pies son bastante más pequeños que el mismo hueso.

Con todo, la prueba básica para estos científicos de que estos homínidos son primitivos es el hueso navicular del pie, un hueso tarsal que ayuda a formar el arco que se forma en el pie del hombre moderno y que le permite correr grandes distancias.

«Los arcos son el hecho distintivo de un pie humano», ha explicado William Harcourt-Smith, uno de los autores de este estudio, que tiene clara al menos una cosa sobre este ‘Hombre de flores’: «No era como nosotros».

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